Escrito por Por Carlos del Frade
Lunes, 17 de Diciembre de 2012 10:28
(APe).- Somos lo que soñamos.
Aquello que hagamos para convertir en realidad nuestros proyectos.
La Argentina es el sueño colectivo inconcluso nacido en mayo de 1810.
Que en el trono de la vida cotidiana esté la noble igualdad.
A treinta años de la recuperación de la democracia y a doscientos años de la Asamblea del Año XIII es fundamental preguntarse a qué distancia estamos de aquello que queríamos ser.
Corría 1812 y el triunfo en Tucumán, batalla prohibida por la burguesía porteña en relaciones carnales con Gran Bretaña, abría la posibilidad de hacer realidad la palabra que enamoraba a los revolucionarios, la igualdad. El desobediente líder de masas, Manuel Belgrano, había repartido tierras en los pueblos misioneros y otorgado libertad y ciudadanía a los pueblos originarios y los gauchos que hasta ese momento no servían más que para obedecer a los grandes hacendados del noroeste. Ninguno de estos hechos le serían perdonados: moriría condenado a la pobreza aquel 20 de junio de 1820. La constitución social misionera de 1810 y el fuero gaucho jamás serían enseñados en las escuelas. Pero en aquel 1812, Belgrano era la expresión individual más radicalizada del sueño colectivo parido en mayo de 1810.