Una importante movilización y un paro en el sector gráfico, desigual pero de alto impacto, dan más fuerza a la lucha contra el lock-out patronal y se propaga en las redes sociales, pero el cerco mediático sigue firme, así como el gobierno y Clarín. Por Leo Rodríguez / Imágenes: Leo Rodríguez y Fernando Almeira, para ANRed.
Este jueves ha sido escenario de un nuevo escalón en la búsqueda de los trabajadores de revertir el lock-out de Clarín. Una columna de unos tres mil manifestantesse dirigió del Obelisco al Ministerio de Trabajo, encontrándose en el mismo con la columna -menor en número- de la "CGT disidente" en la que participa la Federación Gráfica Bonaerense (FGB) y otros sindicatos industriales y de servicios.
A lo largo del día esta alianza de hecho se dio también en las fábricas del sector gráfico, en las cuales el llamado al paro por la FGB se cumplió en buena medida en los casos en que el activismo combativo del gremio pudo convencer a los trabajadores de realizar el paro en forma efectiva.
El núcleo duro de esta lucha, es decir, los trabajadores de AGR-Clarín y de comisiones internas democráticas y combativas, tonificaron su fuerza, la sacaron a la calle y se vieron reforzados por dos datos relativamente novedosos.
En primer lugar la FGB, que es parte del sector de la CGT que quedó fuera de la unificación de la misma en agosto pasado, dio un respaldo explícito a la lucha contra el lock-out, convocando a un paro de solidaridad como hace mucho no ocurría y marchó junto a su corriente federal de trabajadores (ala disidente en la CGT) al acto del Ministerio de Trabajo (aunque no marcharon corrientes políticas ni sociales del kirchnerismo o de los llamados "movimientos sociales del Papa").
En segundo lugar los partidos de izquierda -en particular el Partido Obrero (PO), que es parte de la conducción de la comisión interna de AGR- y movimientos sociales independientes y de izquierda mostraron un mayor clima de unidad. Este clima fue reforzado también por el lugar destacado que empieza a jugar la comisión de familiares en esta lucha.
De todas maneras, varios dirigentes del PO, como Néstor Pitrola y Marcelo Ramal, vienen intentando mantenerse delimitados del kirchnerismo, denunciando la pasada alianza entre el kirchnerismo y Clarín hasta el 2007, por ejemplo.
La respuesta del gobierno nacional fue menguar la represión y recibir a los trabajadores por medio del viceministro de Trabajo, Ezequiel Sabor, pero jugando ahora al desgaste, diciendo el viceministro que en realidad él no puede hacer nada en el conflicto (recordemos que el ministro de Trabajo Jorge Alberto Triaca ya negó explícitamente el dictado de la conciliación obligatoria).
La empresa Clarín, por su parte, reforzó la militarización de los edificios de la empresa y acentuó sus presiones para que se estreche el cerco mediático, lo cual viene logrando en sus medios aliados, si bien las comisiones internas de esos medios, como el caso de La Nación o el mismo Clarín, vienen desenmascarando en parte esa política.
Al cierre de la jornada los trabajadores expresaron con claridad que están dispuestos a sostener la toma de la fábrica contra el lock-out un largo tiempo, mientras buscan dar un salto en la masividad de la lucha que obligue al gobierno a retrotraer las condiciones al momento previo al cierre.
20 de Enero de 2017