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miércoles, 3 de octubre de 2012
JUICIO POR FERREYRA: DÍA 22, LOS ÚLTIMOS INSTANTES DE MARIANO
Argentina, 1 de octubre de 2012 (Partido Obrero).- Hoy declararon seis militantes que participaron de la movilización del 20 de octubre de 2010 y un dudoso ´vendedor ambulante´ vinculado con uno de los imputados.
Antes de comenzar con los testimonios, el tribunal dio lectura a la resolución de la Procuración General, que designa como fiscales -coadyuvante y ad hoc, respectivamente- a Carlos Gamallo y Mariano Domínguez. En ella, se plantea que la medida apunta a “robustecer y garantizar en todo momento la adecuada representación del Ministerio Público Fiscal”. Estas designaciones estuvieron precedidas por fuertes choques entre la fiscal María Luz Jalbert, las querellas y el tribunal. El defensor de Juan Carlos Fernández, Alejandro Freeland, se opuso a la designación de Domínguez particularmente, quien fue secretario de la fiscal Cristina Camaño durante la investigación. Las defensas plantean que esa investigación “fue dirigida” contra sus clientes. El tribunal resolvió postergar el debate de la cuestión hasta el día siguiente, con la presencia de Gamallo y Domínguez en la audiencia, especialmente para que éste último pueda contestar a las objeciones.
Los testigos
Los cinco compañeros y compañeras que declararon hoy –tres militantes del Partido Obrero y tres del Movimiento Teresa Rodríguez- brindaron un relato idéntico de los hechos ocurridos en Barracas, que cada uno describió desde el lugar que le tocó estar en aquella jornada.
Declaró Damián Reynoso, el amigo y compañero de Mariano que lo acompañó sus últimos instantes de vida. Su imagen a bordo de la ambulancia tratando de alentar a Mariano es una de las imágenes más estremecedoras que hayan quedado registradas del ataque de la patota de la Unión Ferroviaria, gracias a la cámara de C5N presente en el lugar. Damián explicó los motivos de la movilización y describió la primera agresión que sufrieron, en el único intento de la movilización por alcanzar las vías. Contó que cuando se habían alejado doscientos metros del lugar, donde se realizaba la asamblea de cierre, “pensábamos que lo peor ya había pasado”. “La sensación que teníamos, yo y otros, era que estábamos protegidos”. Damián contó que, mientras estaban en esa esquina refrescándose y algunos almorzando, podía ver perfectamente a los dos patrulleros de la Federal que le cerraban el paso a la patota, pero que luego, durante el ataque, desaparecerían de su vista. Damián formó parte del cordón que intentó proteger a la columna. Recién cuando vio la herida de Mariano comprendió que habían sido baleados. Trató hasta el final de mantener despierto a su amigo y lo acompañó a bordo de la ambulancia hasta el ingreso al hospital. “Cuando subí con Mariano, vi a Elsa con el cuello ensangrentado y a Nelson herido en las piernas y pensé que nos habían tirado con una metralleta”. El abogado Freeland, en su interrogatorio, se extralimitó con sus preguntas y, ante las protestas de las querellas, recibió una advertencia del tribunal. Según Freeland –y esto lo han expresado él y otros abogados defensores- la muerte de Mariano y las secuelas sufridas por Elsa fueron el resultado, no de una agresión criminal, sino de la “negligencia” de sus compañeros. Tuvo que abandonar esa línea de interrogatorio, al menos con Damián, al que todo el país vio acompañar a Mariano hasta el final. Recibió además varias amenazas, que fueron oportunamente denunciadas ante la Justicia.
La novia de Damián, Rocío, que también participaba de la movilización, fue la primera en testificar y brindó un testimonio muy emotivo. Vio caer a Elsa a pocos metros suyo. Cuando le preguntaron a Damián si había hablado con su compañera sobre los hechos, contestó que no, que “sobre Mariano y lo que pasó, nos limitamos a llorar juntos”.
Otra compañera del PO, Roxana, que se sumó a la movilización junto a Omar Merino, pasado el mediodía, contó además un fuerte apriete de los matones de la lista Verde que había sufrido poco antes, durante una volanteada en los talleres de Escalada. Escuchó varios de los disparos durante el ataque. Finalmente, se refirió a Mariano, visiblemente conmovida, como “un compañero increíble”.
Los compañeros del MTR, por su parte, dieron testimonios muy firmes. Cuando su grupo llegó a la estación Avellaneda, fueron insultados y amenazados por los patoteros que la habían copado. “´Cagones, trajeron a las mujeres, los vamos a hacer cagar igual´, ´zurdos de mierda´, les decían a los varones; y a nosotras, ´putas´”, contó Natalia. Los compañeros señalaron a Pablo Díaz, el jefe de la Comisión de Reclamos del Roca, a la cabeza de ese grupo y en permanente contacto con los policías que estaban allí presentes. David Orellana, uno de los compañeros que testificó hoy, aseguró que Pablo Díaz lo amenazó personalmente. David y Mauricio –el otro militante del MTR que declaró hoy- formaron parte del cordón de autodefensa y ambos describieron un tirador, que Mauricio luego reconocería como Cristian Favale. Mauricio es directivo del sindicato docente Ademys y subió al estrado con su guardapolvo blanco puesto.
David también relató ante el tribunal que luego del ataque, se acercó a los compañeros que rodeaban a Mariano que agonizaba, mientras esperaban la ambulancia. “Le decían ´quedate con nosotros´, ´no te mueras´, le decía una compañera”.
El “ataque artero y criminal” –como lo definió un testigo en la jornada pasada- es un hecho completamente probado.
Los interrogatorios de las defensas fueron de lo indignante a lo ridículo. El abogado Igounet desvarió sobre la supuesta presencia del MIR chileno en la movilización, se dio ínfulas de conocer de pirotecnia –cuando hace dos audiencias un testigo tuvo que explicarle que en qué consiste una bengala ´tres tiros´- para vergüenza de todos y condujo tan torpemente sus cuestionarios que el presidente del tribunal le dijo “doctor, no sé cómo decirle pero hace todo mal usted” al interrogar. La sala estuvo repleta de público: familiares y amigos de los testigos, estudiantes universitarios, dirigentes y afiliados de Ademys y delegados sindicales de la zona norte.
El séptimo testigo de la jornada fue Héctor Caballero, un dudoso “vendedor ambulante” que compartía una flota de teléfonos con el imputado Gustavo Alcorcel. Caballero lo llamó el día de los hechos por la tarde, “para ver cómo estaba”, al enterarse de las primeras noticias. No pudo explicar de forma convincente por qué suponía que Alcorcel se encontraría en el lugar donde habían matado a Mariano, pero dijo que se conocían de la hinchada de Temperley.
Barrabravas, burócratas sindicales y políticos –de esos que se refieren a sí mismos como “clase política”- conviven y comparten negocios cotidianamente.
La audiencia de mañana comenzará poco antes de lo habitual, a las 9:30, para debatir sobre la designación de los nuevos fiscales.