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miércoles, 12 de septiembre de 2012
ATAHUALPA: ¿EMPIEZA A HABER JUSTICIA?
Buenos Aires (Lavaca).- Más de cuatro años después del asesinato del joven Atahualpa Martínez Vinaya en Viedma, Río Negro, se efectuaron las primeras detenciones de tres hombres y una mujer, señalados por la fiscal como los autores materiales del crimen. Atahualpa tenía 19 años cuando fue asesinado de un disparo en la espalda el 15 de junio de 2008 a la salida de un boliche. El cuerpo fue arrojado a un descampado. La familia nunca dejó de sospechar de la propia policía provincial y de la impunidad que suele cubrir los “inexplicables” crímenes de jóvenes en los que tantas veces la policía es parte del problema, y no de la solución.
El giro
El giro en la causa se da luego de que se retomara la investigación comparativa de manchas de sangre encontradas en la campera de uno de los sospechosos, con el ADN de otro detenido, y del propio Atahualpa. La familia prefiere mantener cautela ante la noticia: “Para nosotros es insuficiente, porque no entendemos todavía cuál es el móvil del crimen. Nos genera sospechas pensar que estas cuatro personas pudieron encubrir todo durante cuatro años; no nos parece gente que pueda manejarse impunemente. Nos falta saber quiénes los ampararon a ellos”, asegura a lavaca Laura Vinaya, prima de Atahualpa.
Pistas falsas
Hace cuatro años que la causa parecía dormida. A pesar de las aparentes buenas intenciones de la fiscal Daniela Zagari, la cosa no avanzaba. No hubo imputados ni detenidos ni siquiera testigos voluntarios en todo ese tiempo. En cambio, se filtraban pistas falsas que desviaban las investigaciones y obligaban a desandar el camino ya hecho.
Empezar de cero
Eso fue lo que se propuso Zagari en 2012: empezar todo de cero. Así, retomó la pista de una campera manchada de sangre aún no identificada. Se trataba de una prenda secuestrada en la casa de gente del mismo barrio de Atahualpa, en las afueras de Viedma, un grupo conocido, dice Laura, “por estar metido en la delincuencia y negocios de drogas”.
Lo cierto es que en esos primeros meses las pruebas se desestimaron. La actuación del fiscal Ricardo Falca (a quien la familia le inició juicio) y la negligencia comprobada de la policía en la causa pueden ser algunos de los motivos aunque, además, la sangre encontrada en la campera tampoco pudo asociarse a la de su dueño ni dio frutos un peritaje en una camioneta.
¿Qué cambió?
¿Por qué reapareció la prueba de la campera, y cómo se logra asociarla a tres hombres y una mujer?:
“La fiscal decide cruzar el ADN no con el dueño de la campera sino con uno de sus amigos, y ahí le da positivo”, explica Laura Vinaya. Así estaría entonces probado científicamente el contacto entre Atahualpa y, al menos, otras dos personas.
La prueba motivó las detenciones de Felipe Carrasco, Carlos Morales Toledo, César Bayo y Belén Barrientos, que deben ratificarse o desestimarse en un plazo de 10 días. Para tomar la futura decisión, el juez Carlos Reussi indagó a los cuatro detenidos en los últimos días.
¿Culpables o perejiles?
Todos negaron su vinculación con el hecho, dijeron que se enteraron del crimen por los medios, y aseguraron no conocer a Atahualpa. Laura Vinaya: “Que no lo conocían es mentira porque sí lo conocían del barrio”. Lo que sigue en el misterio es cuál pudo ser el móvil del asesinato: “Él no tenía vinculaciones con ellos”.
El 3 de septiembre los detenidos dieron a conocer una carta escrita de puño y letra donde hablan de “un circo armado por la policía”. La carta sugiere la teoría de una causa armada en donde ellos serían los “perejiles”: “Dicen que la policía los está obligando a declararse culpables”, cuenta Laura.
Las pruebas y las dudas
La familia queda en el medio de estas acusaciones cruzadas. Por un lado, Laura dice que las pruebas científicas son contundentes; por otro, saben que desde aquél 15 de junio del 2008 en que mataron a Atahualpa “sucedieron cosas que nos dejan dudas sobre la policía, si actúa negligentemente o está tratando de encubrir”.
La respuesta que se dan mete en una misma bolsa a policías y delincuentes.
“Para nosotros hay cierta impunidad que puede ser de la policía o del poder político. En estos cuatro años tanto el gobierno como la policía en dos ocasiones nos vendieron pescado podrido. Filtraban información de alta calidad, como si hubieran leído la causa”, cuenta. Eso motivó que, por ejemplo, la fiscal Zagari circunscribiera las fojas a tan sólo un jefe policial.
Todos mienten
La lectura entre líneas que hacen los familiares de Atahualpa no opone sino que suma las sospechas sobre la policía, y también sobre los detenidos, de quienes consideran que tuvieron su parte en lo ocurrido.
Laura: “Al menos saben algo. Quién está por encima de ellos, no sé. Nosotros no tenemos ningún testimonio voluntario, nadie vio cómo Ata salía del boliche… Si la gente no habla es porque tiene temor, y eso es porque alguna fuerza de miedo estuvo presente”.