Han pasado varias décadas, Norman Borlaug, desde Texas, anunciaba el desarrollo de un
trígo hibrido poderosamente rendidor e inauguraba así , la nueva quimera, donde en breve, el hambre
sería un triste recuerdo en el mundo. La audaz creación de supersemillas, científicamente
pergeñadas por laboratorios de primer nivel y grandes empresas agropecuarias , se alistaban
en planes de alcance continental.
La Reforma Agraria “inmediata y profunda “ de Arturo Frondizi, a pocas semanas de asumido
su mandato en 1958, quedó sepultada en el olvido. EEUU, contaba con el prodigio de Borlaug
y sus logros, constituirían la plataforma para enterrar los sueños de los pequeños campesinos.
Los pobres minifundios, serían ocupados por empresas que garantizaban la eficiencia tecnológica.con sus
multicolores anuncios publicitarios, para una jugosa escala millonaria de productividad..
La maquinaria económica, política, sociológica ,financiera, del coloso del Norte y sus socios,
que adhieren a los intereses de la economía de mercado, sumaron entonces su contagioso optimismo, a los
clarines que proclamaban” La Alianza para el Progreso” y “ LA REVOLUCION VERDE” sacrosanta.
Quedaron para el olvido, aquellas viejas consignas libertarias de Justicia,Tierra y Trabajo.La pobreza,
con su indisimulable aspecto de fracaso, resigna sus banderas. Deslumbrado el mundo ante el brillo
ostentoso del modelo americano, la niega por triste y aburrida y va tras la alegre fanfarria de los ricos.
Claro que Norman Borlaug, no lo sabìa. Su vieja historia nòrdica, de hambre inmisericorde, lo impulsaba
obsesivo, a encontrar el grano màgico para salvar al mundo.
Su granja familiar, fuè sin dudas, un campo experimental, ideal para sus anhelos. Los angustiosos rela-
-tos de sus antepasados noruegos con sus miserias, su tesòn y las perspectivas del nuevo orden mundial,
liderado por los EEUU y su formidable poder, posibilitarìan el advenimiento de la tierra prometida
derramando bienaventuranzas y generosas mieses inagotables.
El trigo de la esperanza americana, ondearìa por las praderas del mundo, con el apoyo de mecenas poderosos,
para salvarnos del hambre y las repudiadas propuestas Malthusianas, combatidas por la Iglesia Vaticana
y los agnósticos progresistas, defensores a ultranza de las causas proletarias.
El premio Nobel de la paz, otorgado a Borlaug en 1970, por sus logros en genètica vegetal, fuè un hecho
conmovedor y justo. Los profesionales de las ciencias del agro, como la gran mayorìa de la gente,
inocentemente aplaudimos, convencidos, que sus mèritos estaban, a la altura de Martin Luther King,
la Madre Teresa de Calcuta , los Teologos de la Liberación o el mismo Paulo Freire.
Nuestra candidez, quizàs equiparable a la de Norman Borlaug ,tuvo una pesada y decisiva carga de ignorancia..
Hoy por hoy, el análisis de nuestro dèficit de informaciòn, llega probablemente, demasiado tarde,
las corporaciones, tan ingenuamente bienvenidas al tercer mundo, han invadido continentes enteros con
sus OGM y sus agrotóxicos. Ya nadie recuerda ni habla, de La Reforma Agraria y un futuro sombrío
se anuncia para el paisaje, las especies vegetales, animales y el hombre. LA REVOLUCIÒN VERDE de
los latifundios, ha triunfado.
*Ex Jefe Area Laboratorio y Vigilancia Alimentaria, Instit.Control Alimentaciòn y Bromatologìa de Entre Rios.
Editoriales ANP
