Por Pablo Lobito
El Hombre unidimensional es un libro de Herbert Marcuse que nace en lo que Eric Hobsbanw llamó la edad de oro del capitalismo, período que se dio algunos años después de la segunda guerra mundial y que, plan Marshall mediante, constituyen los años de mayor expansión económica que el capitalismo ha experimentado en toda su historia.
Esta es la razón por la cual Marcuse se refiere a la sociedad industrial avanzada como a una coordinación política-económica que procuraba elevar el nivel de vida de la población, poniendo a su alcance los objetos del progreso y de la ciencia, logrando una satisfacción general.
Pero Marcuse cuestiona a este sentimiento general de satisfacción del europeo en aquel momento histórico, planteando la necesidad de realizar un análisis del sentido mismo de esa satisfacción. Esto lo llevó a plantear la diferencia entre las necesidades verdaderas y las falsas.
Para Marcuse las falsas necesidades son aquellas creadas por los intereses dominantes que persiguen el doble efecto de doblegar la voluntad por un lado, y de producir una mentalidad ansiosa de colmar sus aspiraciones en el consumo de algún artículo comercial.
Con respecto a esto dice:
“ Falsas son aquellas necesidades que intereses particulares, imponen al
Individuo para su represión. El resultado es la euforia dentro de la infe-
licidad…Estas necesidades tienen un contenido y una función sociales
determinados por poderes externos sobre los que el individuo no tiene
ningún control.”(Marcuse, El hombre unidimensional, pág 33.)
La función represora que cumplen las falsas necesidades es la de generar la conciencia de que lo que el hombre necesita está al alcance de la mano y, con la obtención de los objetos deseados, provocar la sensación de que la sociedad establecida es satisfactoria:
“Toda liberación depende de la toma de conciencia de la servidumbre,
Y el surgimiento de esta conciencia se ve estorbado siempre por el pre-
dominio de necesidades y satisfacciones que, en grado sumo, se han
convertido en propias del individuo.”
Para Marcuse la sociedad industrial avanzada es una organización totalitaria y represora. Esta definición se apoya en el hecho de que para el autor la adopción de una determinada forma de organizar la vida de los miembros de una sociedad, implica una elección entre otras alternativas, es “un proyecto de realización entre otros”.
Pero una vez que la elección se ha realizado, el poder dominante utiliza todos los medios para lograr que la sociedad se mantenga dentro de los límites del proyecto original. De este modo los poderes dominantes convierten a su modelo de sociedad en el único viable o racional, descartando la posibilidad de alterar los términos establecidos o de adoptar un nuevo proyecto que implique una verdadera revolución de la organización político-económica.
La sociedad tecnológica avanzada es excluyente y, es para lograr esta exclusión definitiva de otros modelos organizativos, que los poderes dominantes buscan reprimir en los individuos el deseo de cambio producto de la insatisfacción. Para lograrlo debe abarcar todas las posibilidades, disolver las tensiones, simular concesiones, presentarse atractiva a la opinión pública (gobiernos republicanos que al fin de cuentas no alteran el pacto de dominación). Por eso es una sociedad totalizadora:
“… porque no es solo totalitaria una coordinación política-terrorista de la sociedad, sino también una coordinación técnico-económica-no terrorista que opera a través de la manipulación de las necesidades por intereses creados, impidiendo por lo tanto el surgimiento de una oposición efectiva contra el todo…”
Otra característica de las sociedades industriales avanzadas es que los métodos que utiliza para eliminar las críticas y el pensamiento alternativo, no son los mismos que antaño, caracterizados por la violencia directa. En la sociedad moderna los mismos objetivos se logran con técnicas más sutiles. Pero no porque los opresores se hallan refinado, sino porque se inscriben dentro de su estrategia general de lograr formar una pseudoconciencia que haga pensar que se vive en una sociedad pluralista y que respeta las libertades individuales. Es así que:
…” en las áreas más avanzadas de esta civilización, los controles han sido introyectados…Introyección sugiere una variedad de procesos relativamente espontáneos por medio de los cuales un Ego traspone lo exterior en interior. Implica la existencia de una dimensión interior separada y hasta antagónica a las exigencias externas. La idea de libertad interior tiene aquí su realidad: designa el espacio privado en el que el hombre puede seguir siendo el mismo…Hoy en día este espacio ha sido invadido. La producción y la distribución en masa reclaman al individuo en su totalidad…la dimensión interior de la mente, en la que puede echar raíces la oposición al estatus quo, se ve reducido paulatinamente
El aparato productivo y los bienes y servicios que ofrece, imponen el sistema social como un todo. Los productos adoctrinan y manipulan, promueven una falsa conciencia inmune a su falsedad”
Este proceso de formación de conciencia, represor de las tendencias libres individuales por medio de métodos de persuasión, se convierte en un inmenso mecanismo formador de valores. La sociedad tecnológica avanzada es una sociedad racional, mientras que toda alternativa es descartada: el hombre unidimensional cree que vive de la única forma posible, por eso es que no se cuestiona a las contradicciones propias del sistema.
Más allá de que la síntesis anterior solo abarca una mínima parte de las ideas de Marcuse, creo que su investigación sobre cómo actúan los poderes constituidos, generando un rechazo por las ideas de cambio y quienes las impulsan, es pertinente, actual y revelador. Inclusive nos da una pista de porque la sociedad continua enclavada en un sistema que mantiene en la miseria a millones de personas, mientras que el resto vive en la infelicidad de los trabajos desgastantes, de los que te rompen el físico o de los que te doblegan el espíritu.
Marcuse nos muestra que nada es inocente, todo está pensado con un propósito concreto, todo lo que constituye el mundo exterior es artificial, calculado y ejecutado para reprimir y evitar la rebelión.
Muchas veces me he preguntado el motivo de porqué la sociedad no se rebela contra el sistema de dominación, ya que la injusticia de su poder es evidente. Incluso fui pesimista y lo atribuí a la falta de conciencia o la frivolidad de las personas.
Gracias a Marcuse uno entiende que vive en algo parecido a una matrix, de la que solo se puede escapar desconectándose de todo lo que sea funcional al sistema para poder empezar a pensar, sentir y proyectar nuestra vida de acuerdo a los interés propios y los de nuestros semejantes.
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