Por Leo Grela
Como si todo lo que sucede respecto de la violencia dentro de nuestra sociedad fuera poco, estos últimos días varios de los medios de prensa masivos (y otros pequeñitos pero igual de comerciantes) se han convertido una vez mas en “mIedos de prensa”.
El desafortunado, inexplicable e increíble pero sobre todo lamentable hecho ocurrido cerca de Junín de los Andes, donde resultara muerto un policía de Neuquén, sirvió para disparar todo tipo de elucubraciones y sospechas sobre un importante grupo de vecinos de la comarca andina, principalmente de Mallín Ahogado.
La baba de ciertos “cronistas” inescrupulosos se derramó inconteniblemente sobre nosotros, dejándonos pegoteados dentro de un laberinto donde pasamos a ser un tantito menos que encubridores o cómplices, en algunos casos también parece que nos han condenado a la culpabilidad solo por el simple hecho de relacionarnos socialmente con los supuestos autores de un hecho que aun permanece dentro de una absoluta nebulosa policial y/o judicial.
No alcanzo para que nos estigmatizaran a unos por vivir en Mallín Ahogado y a otros por pertenecer a determinados grupos, asambleas, comunidades, parajes, organizaciones o simplemente por el hecho de ser vecinos, sino que también parece que se ha orientado cierta cacería de brujas dentro del ámbito escolar de nuestros niños. La alerta llego a través de un escueto comunicado de la comunidad educativa de la escuela 103 de Mallín Ahogado. La partida policial y la avanzada judicial se han acercado a dicha escuela intentando conseguir datos para la pesquisa que se mantiene sobre algunos vecinos de ese paraje. Lo lamentable es que no solo se ha intentado recabar información entre docentes y directivos sino que se ha establecido una especie de vigilancia sobre los movimientos que padres y vecinos realizamos a diario cumpliendo con la rutina escolar de nuestros niños.
También se ha demorado a un reconocido y respetado vecino de Mallín Ahogado, referente de la causa Mapuche, el que después de una requisa en su domicilio fue interrogado en la comisaria 12 de El Bolsón (si… esa misma donde murió en forma alevosamente sospechosa Coco Garrido, “suicidado” después de un golpe en la nuca que lo dejara inconsciente). La alerta vecinal logro que rápidamente se convocaran algunos vecinos en dicha comisaria y todo quedara, por el momento, en un trago amargo para el vecino. Por si el interrogatorio no hubiera sido suficiente para intentar amedrentarlo, días después fue perseguido por un vehículo sospechoso. Así están las cosas, allanamientos, visitas amedrentadoras, persecuciones y demoras policiales mediante se intenta profundizar el estigma que recae sobre quienes tienen el habito de participar en distintos ámbitos de lucha, o de discusión política.
Como para algunos creciditos “periodistas” los fantasmas existen, entonces utilizan todas sus artimañas para entrelazar distintos hechos con el condenable objetivo de demostrar que TODOS SOMOS CULPABLES. Estos supuestos informadores o formadores de opinión publica regresan en cada línea escrita o comentario a la tristemente celebre formula “algo habrán hecho”, instalando nuevamente en el seno de nuestra sociedad el individualismo a partir del miedo y la sospecha. El hecho lamentable sucedido en Junín de los Andes ha renovado las fuerzas de estos fariseos periodísticos que resultan funcionales a oscuros intereses a los que les conviene que el tejido social movilizador se deteriore.
Quedan dudas de que lo que desean provocar es nuestra desmovilización? Quedan dudas de que están jugando con nuestro miedo? Quedan dudas de que están utilizando un hecho aislado para deslegitimizar todos los espacios de participación vecinal?
De lo que no quedan dudas es a quien le conviene que una parte de la sociedad nos señale con el dedo adjudicándonos una determinada culpabilidad. Y precisamente esa “pequeña” parte de la sociedad que nos incrimina termina siendo funcional al mismo sistema que los termina ninguneando o condenando a ellos mismos tanto como a nosotros. Divide y reinaras.
No hay, ni habrá motivo para dejar de participar en nuestros propios espacios asamblearios que hemos sabido construir, tampoco habrá ni hay motivo para no seguir entretejiendo lazos entre quienes deseamos cambiar el rumbo de nuestra historia hacia un porvenir más justo y humanizado. No hay motivos para dejarse atemorizar y esconderse. No tienen motivos para declararnos culpables, solo los mueve el temor que ellos tienen de que de una vez por todas nosotros podamos decidir por nosotros mismos sin que nadie nos venga a decir qué y cómo, dónde y cuándo.
Nos volveremos a encontrar como siempre en la esquina, en la puerta del colegio de nuestros hijos o en la próxima asamblea; por mas que hagan lo hagan y digan lo que digan siempre nos seguiremos encontrando.
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