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viernes, 25 de marzo de 2011

OPINIÓN: NO SÓLO LA NATURALEZA DICE BASTA

(Partido Comunista de los Trabajadores).- La catástrofe ocurrida en Japón causada por el terremoto que provocó el posterior tsunami nos muestran que el avance de la civilización tiene los límites del desarrollo bien marcados por la naturaleza: todo lo hecho en décadas puede ser borrado en un instante. A esto se suma la alerta nuclear, evidenciando esto el aspecto más destructor e inhumano del capitalismo: no importan las consecuencias, el asunto es explotar los recursos humanos, naturales y tecnológicos a cualquier costo. Pero no es sólo la naturaleza quien pone límites al desarrollo, también lo pueden hacer los pueblos.
Eso lo demuestran los levantamientos populares de Marruecos, Bahréin, Túnez, Libia y Egipto, cansados de la opresión de dictadores que lo único que representan son los intereses de multinacionales en extraer, mediante concesiones irrisorias por no decir ridículas, sus recursos naturales. En el caso de Libia, cabe destacar que el pueblo ahora tiene que enfrentar su lucha contra un enemigo aún mayor, las fuerzas “democratizadoras” de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y el resto de la OTAN. Maestros en el cinismo, argumentan que su intervención busca poner paz en la región, y la única manera parece ser masacrando gente y aumentando la cantidad de muertos (a todo esto, el gobierno “nacional y popular” permanece en absoluto silencio).
Lejos ya de medio oriente merece ser resaltado en la extensa lucha de los pueblos el caso de Islandia, país donde asombra el grado de concientización de su pueblo al realizarse un referéndum por el pago o no de la deuda externa, dando como resultado un 93% al no pago de la misma. Como es de esperar dicho referéndum no llegó sólo o por benevolencia de sus gobernantes, sino por una férrea cruzada popular que dejó en el camino a su Primer Ministro junto a todo su gabinete de gobierno y que finalizará con la sanción de una nueva constitución .
Mientras tanto en América Latina las dictaduras sangrientas de décadas anteriores parecen ser parte del pasado -exceptuando el golpe en Honduras del 2009- a medida que se afianzan gobiernos “democráticos” de diferentes características. Exceptuando Bolivia y Venezuela, donde los pueblos están forzando por tomar rumbos diferentes, y Cuba donde rige un Estado Obrero, los restantes países se organizan en democracias burguesas tradicionales, y los pueblos gozamos de sus grandes "beneficios", esto es hambre, miseria y desigualdad. Es que la democracia actual no es más que el enmascaramiento de una dictadura económica, llamada capitalismo. A partir de la vuelta de la democracia ha habido gobiernos que en base a sus discursos pueden diferenciarse en lo que respecta a su política, sin embargo lo que verdaderamente los distingue no es lo disímil entre ellos sino lo símil, y ése es su papel como cara visible de una clase, la capitalista, que más allá de las diferentes formas políticas que adopte, su esencia será la misma: la explotación a las mayorías populares por parte de una minoría.
La realidad de nuestro país no escapa a esta coyuntura. En un nuevo aniversario del nefasto golpe militar de 1976, si hacemos un balance de la realidad desde el fin de la dictadura en 1983 hasta la actualidad, la democracia en que vivimos está (y no puede ser de otra manera) en deuda con respecto a los trabajadores. Después de casi 8 años de discurso oficialista anti-militar y a favor de los derechos humanos (es paradójico que esto provenga de la administración que cuenta con mayor cantidad de presos políticos desde el advenimiento de la democracia) el saqueo y la desigualdad son tan alarmantes como 35 años atrás. Basta con mencionar el principal flagelo económico de nuestro país, la deuda externa. El discurso nacional y popular kirchnerista se deshace ante los hechos: es el gobierno que más deuda externa pagó, cumpliendo los deberes con los buitres internacionales. Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que la deuda la contraen los militares, la acrecienta aún más el menemismo y el kirchnerismo se encarga de pagarla, cerrando el negocio del capital financiero internacional. Pero como dijo el ministro Randazzo, “hay que honrar las deudas”. Éste es tan sólo uno de los aspectos antipopulares y antinacionales del kirchnerismo, ya que no hay que olvidar que fue Néstor Kirchner el que cedió por 40 años más los contratos que permiten la explotación de los yacimientos petrolíferos… todo siempre en representación y beneficio de los ¡¡trabajadores!! Vale la pena recordar la galopante inflación no reconocida y permitida por el gobierno, que podría sintetizarse parafraseando al referente ideológico del oficialismo, Juan Domingo Perón, cuando sentenció que "Los precios suben por ascensor, los sueldos por escalera". De esta manera se mutila el poder adquisitivo de los trabajadores y se beneficia a los empresarios.
Otro aspecto en el que se puede ver una clara relación entre el kirchnerismo y sus supuestos enemigos (la “derecha” encarnizada en los sojeros y los militares) es la política entreguista en cuanto a las riquezas naturales del suelo y el subsuelo nacional. La presidente Cristina Fernández no dudó un segundo en dar el veto a la primera ley de protección de glaciares a pedido de la Barrick Gold (sin mencionar el espantoso daño ambiental que la explotación minera a cielo abierto genera), y nunca termina de reglamentar la segunda y no tan buena (lo que permite que el saqueo continúe), mientras permite abiertamente el avance de los pooles de siembra con su sistemática sojización de la agricultura. Seguramente criticar esto es “hacerle el juego a la derecha”. Es un concepto de “derecha” muy extraño aquel que no incluye en ella a los organismos de crédito internacionales y a las multinacionales como la Barrick Gold, como también es bastante particular la supuesta “no criminalización de la protesta social”, olvidando casos de represión y aprietes a los reclamos de los trabajadores de: Kraft, Casino, Htal. Francés, Indec, Dana, Atilra, Docentes (en Santa Cruz, el caso Varizat),Carlos Fuentealba, los trabajadores del subte o el último caso de los ferroviarios tercerizados, en el que la patota sindical del impresentable Pedraza (símbolo de la burocracia sindical peronista en la que se apoya este gobierno) asesinó a Mariano Ferreyra. La misma burocracia sindical de la CGT que no va a permitir que ni siquiera se mencione la posibilidad de investigar a ”Hugo”, aquel que tuvo demostrados vínculos con la triple A. Manchar la imagen de Moyano es algo que al gobierno no le conviene, teniendo en cuenta que estamos en un año electoral y el oficialismo acaba de perder en Chubut frente al impresentable Peronismo Federal y obtuvo una victoria ajustada en Catamarca, donde contó con el apoyo del viejo caudillo menemista Ramón Saadi. La inescrupulosidad del gobierno llega tan lejos que hasta es capaz de acordar en La Rioja con el delincuente Carlos Menem, en una relación simbiótica que le proporciona votos a unos, y fueros e impunidad al otro.

Por estas cosas -y muchas más- es que se hace realmente indignante escuchar en el discurso oficial una reivindicación a la generación de los 70´ que sufrió la terrible maquinaria represiva (financiada por los mismos grupos económicos a los que este gobierno responde) del Proceso. No alcanza con enjuiciar a los autores materiales de los crímenes de lesa humanidad o con bajar un cuadro de Videla del Colegio militar. La verdadera justicia se completaría encarcelando a los responsables del genocidio económico que sufrieron (y sufren) las mayorías populares de nuestro país. Es por eliminar este sufrimiento que pelearon todos los compañeros que hoy ya no están presentes, pero que dejaron un ejemplo de sacrificio y lucha que es necesario reivindicar y continuar, para crear una herramienta política de los trabajadores que fundida en el pueblo pueda poner fin a la mentira, a la hipocresía y la miseria y pueda abrir la posibilidad de una sociedad distinta, sin explotadores ni explotados, una sociedad socialista. Hacia ese objetivo hay que dirigirse más allá de todas las dificultades y trabas que haya en el camino…tarde o temprano los oprimidos del mundo entero vamos a decir basta.