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martes, 23 de noviembre de 2010

MURGA GUACHA, MURGA DE ACÁ A FISKE MENUCO

El Bolsón (Revista Qué Hay/ANPP).- Con el centro cultural Galeano a pleno, la siempre renovada Murga Guacha del Río Quemquemtreu presentó el sábado 20 de noviembre su nuevo repertorio, con el fin de recaudar fondos para viajar a la ciudad rionegrina de Fiske Menuco y participar del 11mo Encuentro de Murgas de la Patagonia, el 3 y 4 de diciembre próximos.
Vibrante espectáculo lleno de magia y color que logró contagiar de alegría y ritmo a sus numerosos seguidores. La mayoría de las canciones interpretadas tienen letra y música del talentoso artista Jorge Leibiker. El grupo, con 18 músicos y vocalistas en escena y bajo la dirección musical de Jorge Omad, se permitió integrar aires de chacarera, candombe y coplas al espíritu a la vez festivo y contestatario de la murga.
La primera parte fue para las canciones (“Llegó la Murga Guacha”, “La Vidalita”, “La murga en otoño” y “El templo”, entre otras) y cerró con el himno de la Murga Guacha, compuesto hace ya 20 años por Leibiker y Daniel Lugones.
Uno de los temas que provocó más emoción en el público fue el compuesto por una de las integrantes, Maimará, dedicado a Claudia Echerri, quien falleció el año pasado durante una presentación de la murga. O mejor, como dice el estribillo y la recuerdan sus compañeros: “Enroscada de carcajadas sigue su baile, murguera ángel”.
La sensibilidad del público volvió a aflorar con los pasajes de una canción de cuna de fuerte contenido social. “Que no le toque el gatillo fácil”, implora al futuro la voz de la madre. Que no le toque la policía que jaló del gatillo y terminó con la vida tres jóvenes en Bariloche, hace cinco meses. La policía que fusiló a otro adolescente en Viedma semanas atrás.
Promediando la tarde, la murga Otro Cantar fue invitada a compartir el escenario con los anfitriones y tocaron “Sobre la noche”, tema de Jorge Omad. Luego fue el turno de los percusionistas, donde brilló la creatividad de Jeremías Garayoa. Ahí se largó el baile, y la gente, atraída por el magnetismo de los instrumentos, no paró de moverse hasta el final. Fue el clímax. El momento en que los espectadores-participantes sintieron una vez más que la Murga Guacha, efectivamente, es de todos.