En ningún caso, sin embargo, revelan el origen de sus saberes. Ni el senador oficialista ni el (ex) gobernador opositor se han tomado el trabajo de hacer los cálculos elementales pero indispensables, que evidenciarían la incompatibilidad con la vida de ambas afirmaciones.
Haciendo tabla rasa con el Principio Precautorio, se nos carga el deber de demostrar la peligrosidad de los tóxicos utilizados en la minería como en la agricultura industrial, mientras año tras año aumentan en cantidad y concentración sin ningún cálculo a futuro, bajo la pasiva mirada de nuestros representantes, dispuestos a dilapidar su credibilidad antes que plantearse ante el poderoso.
Con el telón de fondo de la unánime oposición de la población de Famatina a entregar su cerro y su agua a selectas multinacionales, aquéllas afirmaciones sugieren que las asambleas, reuniones y reclamos populares que se multiplican por doquier y atraviesan todos a los partidos, por su bien, deben ser aleccionados. Eso sí, serán lecciones de fe, porque no hay la más mínima evidencia, excepto los “análisis” de las empresas y sus laboratorios que replican nuestros dirigentes, demostrativa de los beneficios para las mayorías de tal depredación; en eso acierta el senador, aunque confunde “actividades humanas” con “actividades lucrativas”.
Desde los Pueblos Fumigados y la campaña Paren de Fumigarnos de la provincia de Santa Fe, expresamos nuestra solidaridad con la lucha del pueblo de Famatina y la dirigencia social que ha decidido acompañar su reclamo, exigiendo el respeto a la voluntad popular, en todas sus expresiones y rechazando cualquier forma de represión o judicialización de la protesta, que equivaldría a echar nafta al fuego.
¡El agua vale más que el oro y la salud es más importante que el dinero!
¡Por un pais libre de transgénicos y minería contaminante!
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