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miércoles, 13 de junio de 2012

OPINIÓN: DÓLARES, FRENO Y SINTONÍA FINA


Argentina (Frente de Acción Revolucionaria).- En las últimas semanas, el tema central de la política nacional dejó de ser YPF. La disparada del dólar paralelo ante las restricciones oficiales y las trabas al comercio ocuparon la tapa de los diarios y el centro de los noticieros, pero detrás de este efecto hay causas que se comienzan a ver cada día con mayor claridad. Las medidas proteccionistas de Guillermo Moreno no terminan de dejar en claro a quién buscan proteger, ya que si pretendía con ellas impulsar a la industria local, es claro que el fracaso ha sido rotundo.
Las restricciones a las importaciones más que proteger a la industria nacional, es decir, a ese pequeño porcentaje de pymes que colocan su producción en el mercado local, beneficiaron apenas a un  22% de la industria local, mientras que en forma directa, por falta de insumos, o indirecta por mayores costos de importación, un 78% de la industria resultó perjudicada.  
El problema de fondo no se soluciona con sintonía fina, porque es un problema más bien grueso cuya base es la debilidad y dependencia del capitalismo en la Argentina. El mayor porcentaje de la producción industrial está destinado a la exportación, principalmente a Brasil, y nuestra industria tiene como característica una productividad muy baja (capacidad tecnológica) en relación a su socio carioca.
Los efectos de la desaceleración de la economía mundial afectan indefectiblemente a las industrias de nuestras precarias y dependientes economías. Si bien la industria “nacional” se sostuvo hasta ahora con subsidios y salarios bajos, el déficit comercial, las provincias y municipios en rojo y la merma de ingresos públicos dejan al descubierto el endeble desarrollo del modelo y lo ponen en una encrucijada que el proteccionismo no soluciona.

Desde el comienzo del actual mandato, el gobierno nacional vio los límites del modelo e intentó aplicar una serie de medidas de ajuste que denominó sintonía fina. Pero esta sintonía lejos de ser un plan destinado a buscar una real industrialización y un desarrollo independiente, profundizó la extranjerización, la economía extractiva y la dependencia financiera.
Ante el freno de la economía, que ya tiene repercusiones en despidos y quitas salariales como en el caso de la autopartista Pertrak   en Córdoba o el más general en la construcción , el kirchnerismo reacciona con medidas contradictorias: proteccionismo y colocación de deuda en el mercado financiero (Boden y cupones PBI) que no hacen más que mostrar la incapacidad e imposibilidad de una salida hacia el “capitalismo serio”.
Esta coyuntura hizo resurgir los reclamos empresariales (el G6 de Córdoba y las entidades del capital agrario) y comienza a delinear las opciones de recambio político de la clase dominante, como lo muestran las declaraciones de Scioli acerca de sus ambiciones para el 2015.
Este techo del modelo, las dificultades para ajustar (los techos salariales tuvieron poca consistencia, incluso con los sindicalistas más afines, que no pueden suicidarse ante los despidos y una inflación que corroe permanentemente el salario), la apuesta del gobernador bonaerense que no se hubiera hecho pública sin el apoyo de sectores de la clase dominante (los mismos sectores que está perdiendo el kirchnerismo) se montan sobre el pacto social que no fue.
Sin poder contener los reclamos de la clase obrera y con empresarios que toman distancia más por las imposiciones de la crisis que por constituir una alternativa real al actual gobierno, el oficialismo pierde -aunque de forma gradual- el consenso mostrado en las últimas elecciones tanto por arriba como por abajo.


Nuestro camino
Ante este panorama, en el que ya se ve con claridad la intención de ajustar hacia abajo, sobre la espalda de nuestro pueblo, se nos presentan grandes desafíos a las organizaciones del campo popular.
Debemos hacer importantes esfuerzos que tengan como norte la unidad, tanto en el plano político consolidando acuerdos entre los destacamentos que seguimos en la senda guevarista, como también en el marco más amplio de unidad social para defender los puestos de trabajo, el salario y frenar cualquier medida que busque hacernos pagar la crisis del capital.
Esta unidad en el plano social debe respetar las diferencias políticas e ideológicas, retomando las mejores experiencias de resistencia y lucha popular en los 90 y el 2001, como fue la ANT (Asamblea Nacional de Trabajadores) pero también contemplando los errores que cometimos en aquellas ricas experiencias de construcción social, que para nosotros fueron producto del intento de, ante la carencia de una organización política, suplir ese espacio con las organizaciones reivindicativas, lo que nos llevó entre otras cosas al sectarismo y la fragmentación.
También es necesario, paralelamente, ir construyendo una alternativa política popular, que exprese con un programa los reclamos de lo más avanzado del movimiento popular: la soberanía sobre los bienes comunes, la participación de los trabajadores en las ganancias y el acceso a los libros de las empresas, el no pago de la deuda externa, la quita del IVA a los productos de consumo popular, etcétera.
Esta construcción debe ser flexible, amplia, pero firmemente soldada por un programa de real independencia del imperialismo y la clase dominante local.
Existen manifestaciones de esta necesidad en diversos sectores del activismo popular que no fue cooptado por la demagogia populista y que son, a nuestro entender, las organizaciones, compañeros y compañeras que mantienen firmemente la tradición de lucha de las últimas décadas, con el ejemplo de Carlos Almirón, Teresa Rodríguez, Darío y Maxi como férreas banderas ante la corrupción y la entrega de los politiqueros de turno.
En ese camino de independencia y dignidad, intentamos aportar nuestra pequeña fuerza, sostenida en la enorme convicción de que la única salida para los pueblos es el socialismo.