Por Luis Lucero
San Rafael, Mendoza.- Cuando espontáneamente leemos los acontecimientos actuales en el marco de la política argentina en relación al control de afluentes de importación, revisión y renovación de contratos con trasnacionales ocupadas en empresas de servicio (luz, agua, gas), de transporte, asignaciones universales, protección a la tercera edad, entre otros, creemos estar en una etapa inédita y nos alegramos de que finalmente "llegó la hora del pueblo, con el pueblo y para el pueblo".
Desde la perspectiva histórica podríamos afirmar que estamos ante un nuevo proceso cíclico que ya tiene sus antecedentes en otra parte de la historia y en relación a la idea anterior uno puede decir, "sí pero hay procesos más dignos y más indignos".
A partir del quiebre del 2000 estamos en presencia de otra etapa que no está ajena en este espiral, ascendente y cíclico de economías "proteccionistas (burguesía nacional y economías liberales (burguesía trasnacional) por ponerles un nombre en la generalidad de sus característica, pero siempre bajo la lógica capitalista y que una vez más nos pone en evidencia los contrastes de las economías liberales de gestiones de centro izquierda en la región latinoamericana: en el mayor control fiscal sobre los recursos naturales pero siempre capitalizados por las burguesías nacionales comprometidas coyunturalmente con las gobiernos nacionales y las siempre onerosas ventajas de ciertos enclaves, como los mineros, al mejor estilo de las factorías del Siglo XVIII-XIX, renovados recientemente en el caso de Argentina en la década del 90`.
AL ACECHO DE LA ECONOMÍA REAL
La crisis momentánea del capitalismo financiero tras 140 años de despiadada especulación ha vuelto su mirada voraz sobre la economía real, “los porotos constante y sonante”, y esto posiciona a Latinoamérica en un nuevo y rediseñado rol geoestratégico que brinda oportunidades singulares para la “autodeterminación de los empresarios nacionales apoyadas generalmente por la soberana movilización popular” y que requieren gigantescos desafíos ya que hay que seguir lidiando con los acrecentados intereses trasnacionales, las tensiones diplomáticas y los marcos jurídicos establecidos.
Tengamos bien presente que Cristina Fernández anunció por primera vez su candidatura en España desde la mesa corporativa de Repsol con la presencia del rey y su reelección junto a la corporación Barrick Gold, también desde el exterior.
NACIONAL, POPULAR Y CONSUMISTA
En una anterior opinión esbocé , y porque no esbozamos, para las presidenciales de octubre del 2011, la hipótesis que otorgar bancas a través del voto a los sectores de izquierda, cuales mejor posicionamiento llegaba el socialismo encabezado por Biner, brindaba una posibilidad de limitar el voto compulsivo al peronismo en sus distintas versiones, empoderando incluso a la derecha más repugnante de este movimiento, y al mismo tiempo una siempre viva voz, aunque con limitado poder de acción y decisión de marcar o señalar una agenda de corte democrático, popular y de izquierda y no solamente de denuncia y meramente especuladora.
Ahora continuamos sobre el debate, como los llama el capitalismo “recursos naturales” o más bien bienes comunes, término menos enajenante que el apropiamiento (privatización) en manos de una clase dominante.
La reciente promulgación sobre la nacionalización del 51% de YPF puso en boga, por lo menos en la generalidad de la opinión pública, la cuestión de los hidrocarburos y en esto hay que reconocerle la insistencia y apropiación del conocimiento y difusión a ciertos sectores como por ejemplo Proyecto Sur, CTA, Unión de Asambleas Ciudadanas, entre otros.
En relación a la crisis mundial, al fin y al cabo extraordinario negocio, y a una sanidad fiscal más deficitaria que relativa, hace virar a estos gobiernos de tendencias centro, centro izquierda hacia una revisión de la espeluznante y persistente entrega de la gallina de los huevos de oro y aunque como en países como Ecuador se firmen por vez primera, enormes concesiones mega minera con China, se reservan para sí el 52% de la renta en poder del Estado y esto lo toman como una medida popular para regar de dinero o como algunos prefieren “desarrollar el, insustentable, consumo interno” con todos los manejos y vericuetos que esto implica.
En fin ¿esto es un respiro o un suspiro ante los nuevos escenarios? Por lo pronto a mí me queda cómodamente incómodo ver como la historia se traga ciclos de este mismo capítulo en el cual espero que el deterioro y la pobreza no sean esta vez, protagonistas.
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