Envíenos su nota, opinión o información al correo: delpueblo.prensa@gmail.com

lunes, 14 de junio de 2010

MASACRE DE MARGARITA BELÉN, 34 AÑOS

Por Mario Burgos

(Revista El Emilio).- Escribí esto hace 6 años. Hoy comienza el juicio y renuevo mi esperanza de justicia.
El domingo 12 de diciembre, en la U 7, Cárcel de Villa Libertad, Resistencia, Chaco llaman para traslado a 7 militantes detenidos: Sala, Parodi Ocampo, Fransen, Duarte, Cuevas, Tierno y Barco.
En todos los pabellones comienza la discusión acerca de qué hacer.
Es domingo, llevamos varios meses de aislamiento, sin visitas ni otro contacto con el exterior, corren rumores sobre asesinatos contra otros compañeros detenidos. Todo confluye a pensar que la vida de los compañeros llamados a traslado está en peligro. También su identidad: algunos tienen la máxima responsabilidad en la conducción de Montoneros en la cárcel, varios están acusados del intento de copamiento del Regimiento 29 de Formosa, producido más de un año antes.
En nuestro pabellón convivíamos con Duarte y Fransen. Nos reunimos con Kunkel y un compañero del PRT para hablar sobre las alternativas que teníamos. Nadie quería que los compañeros salgan y la mayoría estaba dispuesta a resistir, al menos hasta el lunes, de modo de obtener alguna repercusión en Resistencia y -con la afluencia de familiares- lograr alguna cobertura para los compañeros. La idea era evitar que fueran trasladados en el mayor de los secretos y los milicos tuvieran todas las facilidades para torturarlos o asesinarlos.
Mientras, del otro lado de la reja, la presión aumentaba.
Algún oficial se acercó a avisar que si “el movimiento” no lo hacían ellos entraba la gendarmería a sangre y fuego. Un yuga pasa y comenta que “hay ejército en los patios de afuera” y que se ve a los milicos hostiles hasta contra ellos.
Nunca pude saber el tiempo que nos llevaron estas deliberaciones y cada vez que se menciona a Margarita Belén vuelvo a vivir esa desazón insoportable de tener la vida de varios compañeros en nuestras manos. Cualquiera que se hubiera cortado por la libre podía desatar una situación sin retorno. Pero todos aguantamos en la espera.
Estábamos convencidos que iban a asesinarlos. Militantes con los que nada quedó sin compartir, hasta su suerte, a pesar de estar en organizaciones diferentes. También estábamos convencidos que si decidíamos resistir, poníamos en juego la vida de los cientos de compañeros más que había en la cárcel. Sin embargo, todo nos empujaba a decidir que Fransen y el “Carao” Duarte no salieran.
Al fin, comunicada nuestra indefinición a los delegados de otros pabellones, llegó un mensaje del pabellón en que Montoneros decidía (el “2″, donde estaban Salas y Tierno, entre otros): “los compañeros salen”. Y el Carao y Fransen comenzaron a abrazarnos a uno por uno sin vacilaciones, sin darnos tiempo casi a volver a discutir nada.
Lo demás, igual que siempre: la reja que se abre, dos compañeros que salen con sus pequeños bultos y los rumores de otras rejas y otros saludos que se cuelan por el pasillo. Y una vigilia que durará no más de un día. Ya el martes a la mañana, los mismos yugas nos van tirando trozos de lo sucedido según su versión: “dicen que se quisieron escapar, pero están todos con tiros en la nuca”, “también había gente de Uds., de la alcaidía”, “dicen que había mujeres”. “nosotros con todo eso, nada que ver: los trasladaba el ejército”.
Con el paso de los días íbamos a saber que los llevaron a la alcaidía y los torturó el ejército. Que de allí los sacaron y al llegar al paraje de Margarita Belén los bajaron de los camiones y los asesinaron. Que los 7 se habían convertido en 22 o más. Durante mucho tiempo convivimos con estos datos, que alimentaron por años la duda sobre lo que pudo pasar si no hubieran salido de nuestros pabellones.
Después, porque nuestro pueblo siempre construye un después, aunque se tarde, familiares, amigos, compañeros, HIJOS, el Equipo de Antropología Forense, ayudaron a que sepamos los nombres de 17, pero hay 5 compañeros de los que aún no conocemos su identidad.
Transcribo sus nombres, sus edades y me abruma comprobar su juventud y la mía. Yo, con 26 años, me sentía joven en aquel tiempo y era más viejo que la mayoría de estos compañeros, llenos de vida, capaces de cualquier logro con sólo proponérselo. Me alcanza con recordar el asombro de los yugas al vernos, antes del aislamiento, jugar al fútbol al rayo del sol en la insoportable siesta de una Resistencia con viento norte y más de cuarenta grados.
Pero su alegría, su inteligencia y la vida en sus cuerpos fueron alcanzados por un genocidio racional y determinado a eliminar todo vestigio de memoria y dirigencia, para que todo nos cueste más a los que nos queda el privilegio y la responsabilidad de estar vivos.
BARCO, Luis Angel 26 años JUP Saenz Peña, Chaco
CABRAL, Ema Beatriz 28años JP Santa Fé
AIRE, Carlos Maria d 24 años JP Concordia- ER
CUEVAS, Mario 25 años JP Reconquista- Santa Fé
DIAZ, Luis Alberto 25 años JTP Mercedes- Corrientes
DUARTE, Carlos Alberto 24 años JUP Pto. Esperanza- Misiones
FRANSEN, Luis Arturo 22 años JP Posadas – Misiones
GONZALEZ, Delicia 23 años Ligas Agr. Goya – Corrientes
PARODI OCAMPO, Manuel 26 años JP Posadas – Misiones
PEREYRA, Julio Andrés 24 años JP Formosa
PIEROLA, Fernando Gabriel 25 años JP Parana – Entre Ríos
SALAS, Nestor Carlos
32 años P. Auténtico Quilmes,
TEREZECUK,Carlos 23 años JUP Posadas – Misiones
TIERNO, Patricio Blas 24 años JUP La Plata,
YEDRO, Roberto Horacio 28 años JP Corrientes
ZAMUDIO, Carlos Alberto
28 años JP Resistencia
ZAPATA SONEZ, Reynaldo 36 años JP Santa Fe
NN ¿ ¿ ¿
NN ¿ ¿ ¿
NN ¿ ¿ ¿
NN ¿ ¿ ¿
NN ¿ ¿ ¿
Con el paso de los años y el devenir de los reclamos, pudimos compartir la bronca contra la justicia sumisa de la postdictadura, que dejó libres a varios responsables comprobados: los oficiales Athos Renes, Rafael Sabol, Norberto Tozzo, Luis Alberto Pateta, Ernesto Simoni, Aldo Martínez Segón, Horacio Losito, Guillermo Reyes y Germán Riquelme .y Jorge Alcides Larrategui. Dos ex miembros de la patota de la Brigada de Investigaciones, Carlos Thomas y Wenceslao Ceniquel, quienes fueron vistos en el lugar del asesinato junto a los cuerpos apilados de los compañeros, recién asesinados. Y Brinzoni, Nicolaides, Serrano, Zucconi y otros jefes y ejecutores que se siguen escudando en las leyes de Alfonsín y el innombrable. Me asquea un poco incluir estos nombres junto al recuerdo de los compañeros. Pero habrá algo de esta mezcla obscena mientras que la memoria y la justicia no se impongan.
Lo demás es seguir militando, cada día, como ellos supieron hacerlo.