(Federación Juvenil Comunista).- En el marco del conflicto que se desarrolla en la empresa de alimentos Kraft, ex Terrabusi, se ponen de manifiesto hechos perturbadores y obvios.
Repasemos, en primer lugar y como es sabido, los capitalistas no tienen patria. Obama hipnotiza con conductas agradables a los líderes, los trata como socios y en privado les hace ver que son subordinados. De hecho, el presidente de Estados Unidos llamó la atención a la presidenta sobre la economía del país con la mira puesta en la huelga que se desarrollaba en la multinacional norteamericana, los empresarios yanquis le reclamaron por la seguridad de sus inversiones y la embajada norteamericana, en una significativa escalada, pide por medio de su encargado de Negocios, Thomas Kelly, solucionar el conflicto de la alimentaria, so pena de verse amenazadas las inversiones norteamericanas que ocupan a más de 150.000 trabajadores en nuestro país. Lo que se dice un apriete.
En segundo lugar, y muy grave, la decisión de desalojar con balas de goma, garrotes y caballería, al servicio de los intereses de la empresa, enciende una señal de alerta: cuando el gobierno elige el camino de la vulneración de los derechos de los trabajadores, los sectores antinacionales y antipopulares hacen su agosto.
La actitud pasiva del Sindicato de la Alimentación ante el despido de 160 operarios pone a la vista una tercera cuestión, la burocracia sindical ignora o no permite a los trabajadores hacerse cargo de sus derechos. Y esta tarea pendiente, la del movimiento obrero unido e independiente de las patronales y del Estado, es vital para articular al movimiento popular en un proyecto de cambios profundos.
Otro tema para la reflexión es que la inteligencia acumulada en el combate popular indica que las luchas deben rodearse de solidaridad buscada y ofrecida a manos llenas. No hay mejor defensa para ellas. Y esto requiere grandes esfuerzos solidarios y coordinación militante. Ninguno de los sectores dispersos y desestructurados del movimiento popular que se autoconsidere vanguardia podrá superar los escollos y anotarse los éxitos por si mismo. Lo que sucederá es que su lucha quedará irremediablemente aislada.
La profundización de la crisis va a triturar todas las tentativas de apaciguamiento, de conciliación o coexistencia, abarcará todos los escenarios geográficos, políticos y sociales del país y debe ser concebida como una batalla integral que requiere una vasta coalición de fuerzas revolucionarias, progresistas y democráticas. Y existe además una derechización reaccionaria que avanza, ante la impotencia de un gobierno pleno de contradicciones, con rasgos progresistas, que no salta la valla neoliberal, lo que lo hace someterse a las empresas y redes financieras trasnacionales, quedar pasivo ante las mafias policiales, mantener los privilegios de las élites, en el intento vano de refundar las relaciones entre el Estado y el mercado, mientras los hechos cuentan una historia diferente.
Por eso para nosotros el tema de la unidad no es instrumental, es ético, estratégico y fundamental, para superar la dispersión del movimiento popular y lograr, tal como dijera el Che, saber unirnos para acercar el futuro.
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