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viernes, 18 de noviembre de 2011

TERROR EN CORCOVADO: EL VIEJO TRUCO DE LOS EXCESOS

Buenos Aires, 15 de noviembre de 2011 (Lavaca).- A contrapelo de lo que ocurre con las causas por violaciones a los derechos humanos en tiempos de la dictadura, el juicio oral por la intervención del GEOP (Grupo Especial de Operaciones Policiales) que sembró el terror durante 15 días en Corcovado, Chubut, caso en el que aún hay un desaparecido (o dos, si se cuenta a un prófugo sospechosamente esfumado) terminó en la insólita absolución del único imputado. El caso originalmente había sido caratulado como “delitos de lesa humanidad” por la Fiscalía conducida por Martín Zacchino, pero el poder judicial fue limando el proceso hasta llegar a este fallo con una recomendación a la policía para evitar lo que llamaron “excesos”.
El primer desaparecido es Luciano González, atrapado por el grupo de encapuchados y de quien nada ha vuelto a saberse desde aquel el 12 de marzo de 2009. La otra persona desaparecida es Cristian “Mai” Bustos: el patético intento policial por capturarlo terminó con dos muertos (un policía y un hermano de Bustos), otro hermano del prófugo parapléjico, el pueblo tomado durante dos semanas, y este prófugo que logró escapar misteriosamente de semejante despleigue. Su madre había dicho a lavaca: “Que no digan prófugo, que digan que lo agarraron y lo mataron. Aquí nunca va a haber justicia”.
El tribunal formado por los jueces Jorge Criado, Martín O’ Connor y Daniel Camilo Pérez cuestionó, eso sí, el uso de capuchas en los operativos policiales, que permitieron el absoluto anonimato del grupo de tareas. Para comprender el tono de la sentencia, es ilustrativo este párrafo publicado por el diario Jornada:
El juez O’Connor apreció que al irrumpir en la casa de Garcette, se lo encontró sentado en una silla mirando televisión, al no tirarse inmediatamente al piso, un uniformado lo ‘tiró de un culatazo al suelo a Ángel Ricardo Garcette y –mientras éste caía- le propinó un puntapié en la zona de la cintura, ocasionándole un hematoma de 2 por 3 centímetros.’ El juez se preguntó para qué la patada si con el culatazo del arma bastaba para reducirlo”.
Aquí publicamos todas las notas relacionadas con el caso, incluyendo el artículo completo editado en la revista Mu. Y este artículo enviado por el doctor Gustavo Macayo, abogado y vecino de Esquel, que desde un primer momento ayudó a difundir lo que estaba ocurriendo. En la misma, Macayo sostiene que “queda la fuerte sensación de que no hay Poder Judicial ni Ministerio Público Fiscal en Chubut que pueda hoy por hoy proteger a la ciudadanía” y que se abre un debate sobre la situación de los derechos humanos en Chubut “ante un estado que cada vez se parece menos a un Estado de Derecho”.