El Bolsón (ANPP).- El 19 de diciembre de 2001 Argentina vivió la eclosión de la crisis social que terminó con una manifestación espontánea de cerca de un millón de personas en Plaza de Mayo.
La feroz represión contra el pueblo durante los días siguientes, determinó el asesinato de al menos 35 personas a manos de fuerzas de seguridad y parapoliciales.
La violencia institucional no pudo evitar la caída del entonces presidente Fernando de la Rúa.
Cientos de asambleas populares se conformaron en grandes ciudades del país como Córdoba, Rosario, La Plata, Santa Fe y Buenos Aires.
Sin embargo, la dimisión de De la Rúa sirvió de válvula de escape para impedir la retirada de prácticamente toda la clase política, tal como lo reclamaba la gente en las calles.
En este vergonzoso “salvataje” de la vieja clase política colaboraron entusiastas los grandes medios de comunicación, como el grupo Clarín, temerosos de que la rebelión popular pusiera en riesgo la estructura económico-social del país generadora de injusticia.
A pesar de que la potencialidad transformadora de aquellos días quedó inconclusa, la experiencia significó un despertar de la militancia que redundó, en los años posteriores, en un crecimiento importante de las organizaciones sociales.
El “Argentinazo” también tuvo el mérito de acabar con el discurso hegemónico del neoliberalismo, fuertemente impregnado hasta entonces en las conciencias desde la dictadura genocida.
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