Buenos Aires (Prensa De Frente).- Los legisladores que se asumen de centroizquierda provocaron, días atrás, un debate sobre la conveniencia o no de aunar intereses con el gobierno o con la oposición. Las fuerzas de izquierda (partidarias o independientes de los partidos tradicionales), fuera del parlamento, demostraron en el último tiempo cierta vitalidad en los conflictos laborales y sociales, y también sus límites. Recorriendo el amplio espectro que va del progresismo a las posiciones más radicalizadas, se puede esbozar un análisis de los proyectos populares que se preparan para ganar terreno en la escena política nacional tras el agotamiento –gradual, autorresistido, inexorable- del proyecto K.
El latiguillo fue utilizado por militantes oficialistas durante los últimos años: “a la izquierda del kirchnerismo está la pared”, esgrimían desde un gobierno sostenido en el vetusto PJ y la conservadora CGT. El conflicto con las patronales agrarias y las corporaciones mediáticas, reavivó una épica “popular” contra “los gorilas”, que contuvo a quienes insisten en que hay que “defender al gobierno ante el retorno de la derecha”, y elijen no ver el componente de derecha que expresa, en el mismo gobierno, el retorno al FMI o el saqueo de las multinacionales mineras o petroleras, por mencionar dos ejemplos de continuidad neoliberal.
Las elecciones de junio con la aparición e incidencia masiva de opciones populares “por izquierda” del gobierno (Proyecto Sur en Capital), y la reaparición con fuerza de conflictos sindicales y sociales motorizados por militancia o directamente organizaciones que insisten en la necesidad de construir una alternativa política con verdadera vocación transformadora, muestran, en distintos planos, el resurgimiento de un espacio político-social “a la izquierda” del kirchnerismo, que se torna visible y logra incidencia.
Seguramente sea esta visibilidad y mayor representatividad de los cuestionamientos por izquierda al gobierno, lo que haga poner nerviosos a algunos “progres K” quienes desataron su furia, después de la sesión parlamentaria del 3 de diciembre, contra Pino Solanas y Victoria Donda, acusándolos de haber coincidido con la UCR o el PJ disidente en la propuesta de una lógica de reparto de las comisiones legislativas que los favoreciera, como si el propio kirchnerismo no hubiera hecho de las alianzas más espúreas una estrategia permanente de construcción de poder. ¿O acaso no aprobó el oficialismo la reapertura del caje de deuda y la reforma política tranzando con el PRO, la UCR y el PJ disidente?
Si se mide esa disputa institucional por los resultados, Pino Solanas aparece como el principal ganador de un espacio político en disputa, en desmedro del otro diputado electo con aspiraciones a liderar el mismo espacio, Martín Sabbatella. Junto a Proyecto Sur terminaron diputados que habían tenido un alineamiento inicial con Martín Sabattella: las diputadas Donda y Merchán de Libres del Sur, y la propia Graciela Iturraspe, del Instrumento electoral por la Unidad Popular que impulsa De Gennaro, quien entró a la cámara secundando a Sabbatella, también lo abandonó para sumarse, junto a los legisladores del SI y Diálogo por Buenos Aires, al bloque que aglutinó al grueso del centroizquierda en una postura común. Sabatella, solo en su estrategia, terminó, como muchos preveían, recostado en otros diputados del “centroizquierda oficialista”, como Heller, quien encabezó la lista de Kirchner en Capital Federal, o los socialistas K Rivas y Basteiro, de alineación automática con el gobierno. El resultado de esta táctica de la mayoría de los diputados de centroizquierda dejará la presidencia de la comisión de Energía y Combustible para Pino Solanas; la de Derechos Humanos a cargo de Victoria Donda, y la de Recursos Naturales y Medio Ambiente presidida por Miguel Bonasso, mientras Claudio Lozano aún aspira a disputarle a Recalde de la CGT (FPV) la comisión de Legislación del Trabajo.
Fuera del parlamento, la izquierda
Horacio Verbitsky no es merecedor de la admiración de este portal, pero aún así hay que reconocer su acierto cuando define a los partidos políticos de izquierda en nuestro país como la “izquierda extraparlamentaria a pesar de sí misma”. Es que, fragmentados en peleas internas, los múltiples partidos trostskistas no logran aunar una propuesta de cara al conjunto social que torne visible sus propuestas. Por su parte, el Partido Comunista se diluye (una vez más) tras un “apoyo crítico” a otras fuerzas de dudosa vocación “transformadora”, esta vez al kirchnerismo, donde termina sin fuerza. El PCR, más allá de su apuesta abstencionista, en este abanico no podría aspirar a más que ser la izquierda del bloque de derecha con base agraria al que sigue acompañando.
La presencia en las luchas obreras, sin embargo, reivindica en parte la estrategia estos partidos: el Subte y Kraft, por mencionar los conflictos más notorios, encontraron acogida social por lo justo de su lucha, y son conducidos por delegados que a la vez son militantes del MST, PTS, PO y PCR, quienes han sabido ganarse la legitimidad ante sus bases con conductas honestas y combativas. En el Subte, a la vez, es justo destacar a la amplia base de delegados sin militancia partidaria, aunque muchos de ellos se asumen también como “de izquierda” (y de hecho asumen un programa de lucha antiburocrático y antipatronal), ya sea por militancia previa en la izquierda partidaria, o por pertenencia o simpatía con movimientos populares del amplio espectro de organizaciones de nuevo tipo, también referenciadas con políticas de izquierda, aunque, en muchos casos, para diferenciarse de los partidos se propongan como una “izquierda independiente, una nueva izquierda”.
Así, como apuesta a la conformación de una “nueva izquierda independiente”, se asumen otras organizaciones surgidas en la última década a partir de la lucha social. Socialismo Libertario, El Frente Popular Darío Santillán, la Corriente Estudiantil La Mella, el Movimiento Unidad y Lucha, el Frente de Organizaciones en Lucha, son parte de un amplio abanico de nuevas fuerzas sociales cada vez más maduras. Con un discurso que busca superar el desgaste de la lógica piquetera de lucha “por planes sociales”, el Frente Darío Santillán, el FOL y Unidad y Lucha, junto a la CTD Aníbal Verón y otra decena de organizaciones territoriales, reinstalaron el debate sobre la lucha por el trabajo y la denuncia a la estructura política punteril del PJ, reclamando trabajo cooperativo y volcándose a fuertes y masivas medidas de lucha, como el bloqueo coordinado de los accesos a la Capital Federal y cortes de ruta en Rosario, Cipolleti-Neuquén y Tucumán, o el acampe de más de 30 hs. frente al Ministerio de Desarrollo Social en la Av. 9 de Julio, hasta que el gobierno tuvo que ceder.
Más allá de la lucha sectorial, en algunos casos estas organizaciones dan pasos de avance en sus búsquedas políticas: días atrás quedó constituida la Coordinadora de Organizaciones y Movimientos populares, integradas por el Frente Darío Santillán, la Mella, Socialismo Libertario, junto a organizaciones de base cristiana y otras del nacionalismo revolucionario, como Convocatoria para la Liberación Nacional y Social.
Queda, por último, hacer mención a la Constituyente Social impulsada por el sector que lidera Víctor De Gennaro dentro de la CTA. Si el destino de este espacio aún era una incógnita un año atrás por sus propias tensiones internas, después del encuentro de Neuquén queda claro que la representatividad sindical y social de la propuesta será puesta en juego como reforzamiento de la apuesta electoral del degennarismo en la interna del centroizquierda de cara al 2011.
Queda claro que muchas cosas surgieron, se consolidan y crecerán “a la izquierda del kirchnerismo”. El desafío será ver cómo se supera la fragmentación, se evitan las trampas de los atajos electorales fáciles, y se construye un proyecto de transformación radical de la sociedad, sólido, profundo, anticapitalista: qué otra cosa sino significa ser “de izquierda”.
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