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lunes, 6 de julio de 2009

OPINIÓN: SITUACIONES EMERGENTES Y SITUACIONES PERSISTENTES EN SALUD

Por Asociación de Profesionales de la Salud MGP

Haciendo referencia a la llamada “Gripe Porcina”
Un grupo de profesionales pertenecientes al sector público de la salud en la ciudad de Mar del Plata, utilizamos este medio para comunicar a la población impresiones de nuestra experiencia laboral.
Creemos oportuno y necesario este informe para canalizar aspectos de nuestro análisis diario por estas épocas en lo referente a enfoques puntuales de las autoridades sanitarias.
Hemos aprendido a lo largo de nuestras carreras que acontecimientos tales como la revolución industrial (con mejoras en la calidad de vida y acceso al trabajo) han aportado más a la expectativa de vida al nacer de las distintas poblaciones que la elaboración de la vacuna a principios del siglo XX o muchos avances tecnológicos posteriores.
Conocemos y coincidimos con las expresiones del doctor Ramón Carrillo: “Frente a la miseria y la incertidumbre social, los microbios como causa de enfermedad son unas pobres causas...”, o los conceptos del doctor Salvador Mazza acerca de que mientras exista el rancho la endemia del Chagas no se detendrá.
Dichas frases resumen la teoría que prioriza las causas persistentes de los problemas de salud, que no son primariamente las endemias, epidemias o pandemias, sino el hábitat, el medio en que el individuo se predispone a enfermar, y las jerarquiza como el centro más concreto de los gestos preventivos.
Por otra parte, somos conscientes, entre muchas otras realidades sanitarias, de que a la fecha, en Argentina mueren al menos diez personas por semana a causa del mal de Chagas, o que ya en 2005 eran más de doce mil los nuevos casos de tuberculosis diagnosticados por año (y reportados) en el país, situación que continúa. Conocemos también que el cáncer colorrectal produce quince muertes al día en nuestro medio y que la mortalidad infantil de 13,5 por mil de 2007, en el año 2008 se incrementó, sumando 134 casos al número del año anterior en la provincia de Buenos Aires, llegando a representar alrededor de nueve muertes por día.
La totalidad de estas causas mencionadas como ejemplos tienen una característica común: son prevenibles dentro de una definición más abarcativa de la salud y con un manejo distinto desde los sistemas sanitarios.
Los que superamos dieciocho años de trabajo en el área, recordamos perfectamente las medidas preventivas oficiales ante el riesgo del cólera a principios de los noventa, de las que aún quedan baldes e inodoros portátiles (nunca usados) en muchas salas de guardia, o el impacto mediático de la gripe aviar, la enfermedad de las vacas locas, la fiebre amarilla, el dengue y últimamente de la llamada gripe porcina.
Nos cuesta cada vez más, ver estos inmensos despliegues de recursos (humanos y materiales), incluyendo el tiempo de los funcionarios cuya tarea principal es la de canalizar y dirigir esfuerzos múltiples para afrontar los problemas de salud de la población.

Nos molesta contribuir al temor, la angustia y la zozobra generados en la sociedad por causa de un problema viral emergente (hasta ahora estadísticamente inexistente en nuestro medio) en detrimento del bienestar de los ciudadanos y actuando, planeado o no, como cortina de humo para impedir el verdadero o más importante debate: las situaciones persistentes en salud, en definitiva, las causas de muerte.
Es inadmisible ver, por citar algunos ejemplos (entre decenas) en las distintas áreas donde trabajamos día a día, como en pediatría la población desconoce que las sales de rehidratación oral han evitado muchas más muertes en el mundo que los medicamentos existentes y no cuentan con la misma propaganda porque el sobre cuesta sólo 25 centavos (la diarrea infantil como causa de deshidratación es un claro ejemplo de enfermedad condicionada por determinantes sociales), o, en atención de adultos en que la mortalidad obedece principalmente a enfermedades cardiovasculares no se han incluido los hipolipemiantes (inaccesibles al bolsillo de muchos sectores) en el programa nacional de entrega de medicamentos gratuitos, sabiendo que la hipercolesterolemia es uno de factores de riesgo mayores para esas patologías y sin embargo, se movilizan grandes cantidades de recursos para enfermedades que aún no han matado a nadie.
Mientras el Jefe de Gabinete Sergio Masa jerarquiza la gripe A como problema de salud pública donde está en juego la salud de la población, el reconocido infectólogo Daniel Stamboulian ha declarado recientemente a medios nacionales que la gripe porcina se cura sola.
No pretendemos negar ni la importancia de la gripe estacional cuya mortalidad es de 76 personas mayores de 60 años cada cien mil casos (y 2,7 cada cien mil en niños) en el país, ni de este nuevo virus en que la mortalidad a los efectos epidemiológicos es hasta ahora irrelevante. Queremos devolver el enfoque hacia las verdaderas causas de enfermedad, muerte y determinantes sociales de la salud de la población.
No nos motivan ni un partidismo ni un acto eleccionario. No nos impulsa la idea de destruir o atacar. Tampoco nos consideramos únicos poseedores de la verdad.
Necesitamos decir (estamos capacitados y es nuestro deber opinar sobre estos temas) para debatir positivamente y, por sobre todo, para trabajar de otra manera por el bien de los habitantes del Partido de Gral. Pueyrredón.