Buenos Aires (agencia Walsh).- El domingo 17 de mayo del corriente año, un grupo de militantes de las FAR (Frente de Acción Revolucionaria) y del MTR (Movimiento Teresa Rodríguez), acudieron a la Plaza de Mayo a manifestar su repudio al gobierno del estado Israel.
Ese día, y en ese lugar histórico, representantes de la Amia, la Daia y la embajada de Israel, celebraban el 61 aniversario de la creación de dicho estado.
Los y las militantes de las organizaciones sociales, mientras algunas voces ensalzaban al estado cuestionado por la propia ONU y el Vaticano, de violar los Derechos Humanos del pueblo palestino, desplegó una bandera y comenzó a repartir volantes donde repudiaban al gobierno israelí y sus políticas de persecución y hostigamiento permanente hacia su pueblo vecino; un pueblo que resiste desde la mera creación de Israel, una ocupación condenada por gran parte del mundo, y cuestionada, últimamente, hasta por su propio aliado político-militar: los Estados Unidos de arriba.
Rápidamente, el grupo de manifestantes fue sorprendido por custodios de las personalidades y funcionarios representantes de entidades israelíes. Más tarde (pero seguro), llegó la Policía Federal, quien no dudó en detener y encarcelarlos acusándolos del delito de repartir volantes.
Un día después, haciéndose eco de las exageradas y falaces declaraciones de los celebradores del acto, el “gran diario argentino” tituló: “Ataque antisemita: los detenidos tienen fuertes vínculos con Quebracho” (lunes 17 de mayo). Luego, el martes 18, y ante una resolución del juez Bonadío, rotuló: “Niegan la excarcelación a los cinco detenidos por el ataque antisemita”.
Los desmesurados calificativos volcados sobre las y los manifestantes, la grosera malversación de datos y conceptos aplicados sobre ellas y ellos, hacen recordar al triste papel de los medios de comunicación cuando el conflicto del cuartel de La Tablada. En aquel año de 1989, cuando cerca de 40 militantes del Movimiento Todos por la Patria entró al regimiento militar, reivindicaron la recuperación del mismo por parte de las fuerzas militares, a costa de torturas, fusilamientos, desapariciones y un posterior juicio teñido de irregularidades. Aquella vez, las mentiras de los medios fundamentalmente televisivos, logró poner el podio de vencedor a uno de los más corruptores de los Derechos Humanos, el propio presidente de la nación Raúl Ricardo Alfonsín. Sí, ese mismo presidente que, a su deceso, fue catalogado como campeón de la Democracia. Ese “campeón democrático”, prefirió enviar a un ejército viciado por la represión de los años ’70, antes de aceptar la intervención del comisario local quien declaró que cercándolo el cuartel y cortando la luz y el agua, los ocupantes se rendirían a fuerza de gases lacrimógenos. Pero no, el presidente de las leyes de impunidad, prefirió que los militares tuviesen un tiempo más de historia para torturar, fusilar y desaparecer personas.
Pero debajo de la grande y pesada baldosa de la desinformación producida por los medios de comunicación que hacen del periodismo un monopolio económico, están los medios alternativos, los que luchan por la verdad con la verdad a cuestas.
Sencillamente porque estamos a favor de la vida y los derechos fundamentales de los individuos y las individuas, y de los pueblos todos, exigimos la libertad de las y los manifestantes de la FAR y el MTR.
Alejandro Haddad - Agencia Walsh
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