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martes, 4 de febrero de 2020

EDITORIAL: CONSTRUIR LA DIGNIDAD

Muchas veces hemos planteado la necesidad de poder definir Nuestra Propia Agenda. Y es que estamos convencides que de eso se trata. Dejar de correr atrás de las embestidas del poder hegemónico, para empezar a pensar y concretar el mundo que queremos. En el Parlamento por el agua y en Defensa del Río Chubut, que se desarrolló este fin de semana en El  Maitén, localidad chubutense con historia de lucha ( población de referencia de los parajes Vuelta del Río, Cushamen, y de otras recuperaciones mapuche) Mauro Millán decía en un sentido similar y haciendo carne está idea: "No sólo tenemos que pensar qué mundo le dejamos a nuestrxs hijxs, sino también qué hijxs le dejamos a nuestro mundo"
Esta potente frase que lleva un gran sentido de responsabilidad, pero por sobre todas las cosas, de conciencia del propio poder en el hacer y transformar, está marcando sin dudas muchos de los movimientos que se desarrollan por estos días. Definir una forma de ser persona en el mundo ha sido eje de toda revolución. "Seremos como el Che" se prometen lxs pionerxs cubanxs.  Y su simbolismo no es poca cosa. Porque mientras tanto, cientos de miles de niñxs se crían queriendo ser como "súper héroes" yanquis, y la perpetración del sistema se ve en gran  medida, garantizada.
¿Cuál es el lugar que le vamos a dar a los bienes comunes ( aquellos a los que el capitalismo llama "recursos naturales")? ¿Qué vamos a hacer con el sistema educativo? ¿ Con la comunicación mediática? ¿Es que podemos pensar un sistema de producción alimentaria que no nos lleve a la "industria alimentaria"?
Pensar el mundo que queremos, requiere soñar, imaginar lo que no existe, y un esfuerzo aún mayor, que es imaginar cómo llegar desde la situación en la que estamos a ese lugar al que queremos llegar. Porque declamar un mundo ideal, al que no hay manera de llegar, es parte de una estrategia utilizada principalmente por el poder hegemónico.  Hollywood nos plantea "mundos felices" donde todo se resuelve bien y bastante fácilmente, pero el mundo, lejos está de ser ese.
Pensar que las cosas se resuelven y ya, es parte del mensaje desesperanzador, que nos deprime y oprime. Sacar la cabeza de esos laberintos que no tienen salida en su propio juego, es el desafío. Poder mirar sin dejarse marcar por las "reglas del juego", para poder pensar salidas alternativas.
Sumarse a los grupos, lograr redes, ayudas mutuas, construir diversidades que nos contengan a todes, que nos valoren a todes. Dejar de competir para entender que tenemos que encontrar el sentido paralelo en los planteos de les demás.
Venimos de cuatro años de extremación de la alienación capitalista, que nos ha llevado a agudizar,, muchas veces, el individualismo, el sálvese quien pueda. Necesitamos nacer en otro tiempo que no esté marcado por el signo político de un gobierno, sino por nuestra capacidad de hacer.