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lunes, 7 de octubre de 2019

EDITORIAL: LA CULPA Y EL DESTINO

Pensar hasta dónde estamos hechos de sentidos comunes fabricados y pensados especialmente para dominarnos, es a veces un poco espeluznante. El patriarcado y el cristianismo son dos corrientes políticas que han generado dispositivos de los más poderosos. El sentido común, un sentido que empieza a ser sentido por muchos y muchas y que se instala como una lógica lógica, es una de ellas. Y quien no hace tal cosa siendo hombre, es marica, y la buena mujer tal otra. Y a las niñas les gusta jugar a ser amas de casa, y tanta basura que podríamos describir en libros y libros. Pero, ¿cómo es que el sentido común funciona, si es tan aberrante y claramente anti común?  Algunos otros dispositivos han sido y siguen siendo implantados de generación en generación. La culpa ha movido a revolucionarxs a ejercer actos antirevolucionarios con sus propixs hijes. ¿Cuántos compañeres festejan la navidad para que sus hijes no sean sapo de otro pozo? Los "día de...", las buenas notas, la "buena" educación... Sin dudas el mecanismo es perverso. Porque nadie quiere lo peor para sus hijes, y el sistema se encarga de ser segregante, excluyente, como si de verdad le sobrara gente y se pudiera dar el lujo de dispensar de quienes no se amolden. La realidad lejos está de ser esa. No hay persona que no sea necesaria, incluso para el capitalismo antipopular. Pero nunca sucede, porque nadie se arriesga a quedarse afuera. Mucho menos probar con sus hijes. Ahí funciona la culpa. La culpa que es invisible pero tan poderosa como una avalancha de nieve que todes quieren evitar, pero en la que rápidamente se ven envueltxs.
¿Todes? No, algunes, se arriesgan. Y las fuerzas de seguridad, que sirven para que nadie quede afuera, actúan, reprimen. Y el sentido común actúa de nuevo: "era lógico que les iba a pasar, era demasiado". O incluso desde nuestro propio lado, la de les compañeres que hacemos comunicación y que en el intento de denunciar esto mismo, terminamos siendo la herramienta de difusión más efectiva para el sistema, porque damos cuenta de las atrocidades y las describimos bien detalladamente, con la idea de denunciarlas, pero terminamos "mostrándole a les compañeres qué les pasaría si intentan no ser parte del sistema". Es "el destino". Todo está dicho. "Nuestro país vive ciclos" que sirven para que no reviente ni se vaya de madre... El destino se transforma en otra poderosa herramienta que sale a atacar casi místicamente las ideas que pueden generar nuevos caminos. Y casi que unx debe terminar agradeciendo esa parte"buena" del ciclo, esperando que vuelva a llegar...
Nada de esto es verdad. El presente se construye, pero para eso es fundamental entender de otra manera el pasado. Volver a revisar ese pasado que nos hicieron creer terrible. No fueron todas derrotas. No fueron todos fracasos. La historia no se entiende ni puede leerse linealmente.  Que hoy no haya una revolución en determinado lugar, no quiere decir que no la haya habido, o que haya fracasado. La revolución es un proceso vivo, que se sostiene en cada segundo, como una vida humana. Quien murió, no fracasó, simplemente vivió, y seguramente logró muchas cosas. Rescatar esas cosas, esos logros, como en las recopilaciones de "Proclamas, declaraciones y Planes Revolucionarios"( de Editorial El Choique), es parte de nuestro desafío. Comprender que el presente no está perdido, y que el futuro sólo puede ser una oportunidad más, es otra parte. Comprender nuestro rol en estos procesos, entender que no es lineal ni puro, que son construcciones sociales, y que requieren mirar hacia adentro para vaciarse de las mierdas que nos han depositado en el ser, son los desafíos. Y desafío es también entender que cuando unx plantea algo, nunca lo hace desde un lugar neutro. Porque si venís siguiendo la línea de lo dicho, podría decirte también que esa mierda que hay dentro, es parte de lo que unx mismx construye. 
Que el concepto de "culpa" es muy complejo para usarlo de esa manera. Como todo (hasta los conceptos e ideas más sublimes) cobran contenido en la realidad o en el contexto, pueden ser esclavizantes o liberadores.  La culpa también tiene su dialéctica reconocedora del otro ... Y podría pensarse un "elogio de la culpa" que permita su superación.
Correrse del lugar de saberlo todo, o casi todo, implica comprender los procesos como espirales de experiencia que van desarrollando teoría, teoría social. El hacer con otres en un sentido liberador.