Nota de opinión:
IDENTIDAD RURAL,
A PESAR DE TODO.
El día martes 28 de abril, la directora del
nivel primario de la provincia Alicia Mónica Valverde, se dignó a llegar a
nuestra escuela (luego de reiteradas solicitudes para que se acercara a conocer
nuestra institución, las actividades que en ella se desarrollan y la propuesta pedagógica
vinculada con la ruralidad que nuestra escuela sostiene).
Como era de suponer no se acercó para ofrecer
soluciones, por el contario vino para intentar justificar lo injustificable:
frente al requerimiento por parte de algunos docentes y estudiantes del motivo
del cierre del cargo de huerta, la señora (que avaló la medida) intentó deslindarse
de responsabilidades arguyendo que la decisión corrió por cuenta de la ministra
de educación Mónica Silva. También aclaró que si bien el cargo de huerta fue
cerrado esto no necesariamente significaba el fin de las actividades de huerta,
ya que las mismas podían llevarse a cabo con los docentes a cargo de grados.
Contradiciendo con esto sus dichos anteriores, los cuales sostenían que el
cargo se cerraba porque la hora de huerta le quitaba tiempo y espacio a las
materias curriculares (lengua, matemática, sociales y naturales). Desconociendo,
a la vez, que el mismo diseño curricular
en uno de sus apartados propone trabajar con áreas integradas o curriculum
integrado, donde todas las materias y saberes se interrelacionan. Y,
fundamentalmente, en sus páginas, habla de los ejes transversales los cuales
habilitan a las escuelas a que formen parte del curriculum aquellas
problemáticas o saberes propios de la idiosincrasia del lugar y de la comunidad
donde la escuela se asienta y construye lazos solidarios. Ejes que organizan la
tarea cotidiana y que constantemente atraviesan a las materias curriculares.
Como estamos acostumbrados desde siempre, los
políticos (porque la señora Valverde cubre un cargo político) cambian sus
discursos y argumentos según más les convenga, diciendo hoy aquello que mañana
negaran o tergiversarán con otros dichos. Pero la visita no finalizó ahí. Al
ser cuestionada sobre la quita del transporte escolar (medida que no solo complicó
la asistencia regular de muchos chicos sino, también la organización de muchas
familias) la señora le explicó al docente y a los chicos que “el estado
garantiza la educación para todos, pero lo que no garantiza es el transporte”,
aclarando también que “las familias pueden elegir a que escuela enviar a sus
hijos, pero se tienen que hacer responsables de llevarlos y traerlos”. Se le
olvidó decir también que el estado tampoco garantiza el agua potable, ni las
condiciones estructurales dignas y seguras de las instalaciones, (siquiera la
pintura de las paredes descascaradas y machadas de nuestra aula), por citar algunos ejemplos.
Es de destacar la dulzura con que en todo
momento se manifestó, la paciencia que demostró frente a las constantes
interpelaciones que este docente le realizó y lo mejor, la cantidad de veces
que nombró la palabra “amor”. Sin duda todos resabios de su pasado como
docente, actitudes y palabras hueras porque se contradicen (una vez más) con
las medidas que avala o bien intenta implementar que solo tiende al vaciamiento
de la educación pública y a cercenar, de forma autoritaria e infundamentada, el derecho social a la educación
que poseen todos nuestros niños.
Aun así ese día fue hermoso. Junto con mis
estudiantes y familias preparamos la tierra para la siembra de otoño,
aprendimos a encender y manejar un motocultivador y hablamos sobre la
importancia de producir nuestros propios alimentos (soberanía alimentaria). Con
palas, rastrillos y azadas sacamos las champas y preparamos la compostera. Al
tiempo que otro grupo cosechaba las papas (ese día cada uno se llevó un puñado
y guardamos otro tanto para cocinarlas en el horno de barro y compartirlas). En
fin, como decía el poeta Mario Benedetti “a
pesar de los ruines del pasado y los sabios granujas del presente” nos
entendimos con la naturaleza, tendimos manos que ayudan, abrimos puertas entre
el corazón propio y el ajeno y construimos futuro. Porque recuperar la cultura
del trabajo, aprender a valorar el trabajo colectivo y el fruto de nuestros
esfuerzos mancomunados es vital para construir un mundo más justo y solidario.
Adrián Estévez (Trabajador de la educación en la “Escuela
N° 103”).
DNI: 24.870.509