Por Julián Martínez
(APL)Por lo menos ocho mujeres cautivas en la Cárcel de Mujeres de Ezeiza (actual CPF
IV) fueron torturadas por 30 uniformadas del Cuerpo de Requisa, días
atrás. Sin variantes, los distintos testimonios dan cuenta que:
“entraron al pabellón a los gritos, empujándolas contra la pared próxima
a la cocina mientras las golpeaban con los escudos y palos. Mientras
siguieron golpeando con los escudos a las que se encontraban contra la
pared, fueron separando a las denunciantes, agarrándolas de los pelos y
tirándoles gas pimienta en la cara, a la vez que eran trasladadas a los
golpes a las celdas de aislamiento donde fueron alojadas, sin ser
formalmente sancionadas a la fecha de realización de las entrevistas. La
golpiza duró aproximadamente unos quince minutos y los relatos tomados
no varían respecto a los hechos de violencia”. Así lo denunció la
Procuración Penitenciaria de la Nación penalmente ante la Justicia,
además de entrevistar a ocho de las chicas torturadas.
Más adelante, en el escrito, la PPN
sostiene que: “las entrevistadas coincidieron en señalar que este hecho
de inusitada violencia institucional fue motivado como represalia a una
protesta llevada a cabo por todas las mujeres detenidas en el CPF
IV (pero a solicitud de las alojadas en el pabellón 11 del Módulo II)
para mostrar su indignación y rechazo al alojamiento de otra mujer a
quienes culparon años atrás por la muerte de una de sus compañeras”.
Por otra parte, muchas de las víctimas coincidieron en señalar que se encontraban allí presentes ordenando la represión la Jefa del Módulo de apellido “SORDI”, la Jefa de Requisa de apellido “ORTIZ” y otra agente más de jerarquía cuyo apellido sería “VARGAS”.
Como puede apreciarse, sin esfuerzos, Emiliano Blanco, titular del Servicio Penitenciario Federal, es digno sucesor de Alejandro Marambio Avaría en la política represiva encarnizada con las mujeres en prisión. Recuérdese que hace poco tiempo atrás, éste jefe de los candados dispuso el traslado de los genocidas presos en Marcos Paz a la U31 cárcel de mujeres madres y embarazadas, con todo el agravamiento que signifcó para las muchachas que viven tras los barrotes con sus hijos de hasta 4 años.