El Bolsón-(ANPP). Entrevistamos a la docente
María Angélica Rolón, Directora de la Escuela de Adultos, quien nos cuenta
sobre el trabajo que están realizando para visibilizar lo invisible y para que
cada estudiante recupere y revalorice sus historias, su estima y sus deseos de
transformación.
-Estamos con María
Angélica Rolón, directora de la única escuela de jóvenes y adultos de El Bolsón
que cuenta con varios centros ubicados en distintos barrios.
-Exactamente, es la única
escuela primaria de jóvenes y adultos de El Bolsón que funciona desde hace 54
años. Posee una sede donde funcionan la dirección, algunos talleres y un centro
de ciclo. Y a la vez, está inserto en todos aquellos barrios donde existe la
necesidad educativa de contar con un centro destinado a gente adulta que no
haya finalizado la educación primaria.
-Contanos cuál es la
propuesta pedagógica que ofrece la escuela.
-La educación de adultos
ha transitado a lo largo de su historia por diferentes etapas. En sus inicios
fue pensada y creada con objetivos que estaban muy lejos de ser aquellos que la
gente realmente necesitaba. Ya que las escuelas de adultos fueron concebidas
para compensar una carencia de escolarización en algunos sectores de la
comunidad. Ya que se mantenía la creencia en que el sistema educativo no había
podido llegar, cuando, en realidad, se estaba dejando de lado el carácter
excluyente del sistema. Sistema que deja por fuera a muchos niños y jóvenes que
después son adultos.
-Esos niños y jóvenes
que quedan fuera de la escuela sufren esta exclusión directamente donde mas
duele y mas daño se produce, en la estima. Y es justamente ahí, en la
estima, donde ustedes hacen el trabajo
más importante.
-Lo primero que hay que
entender es que la escuela de adultos no existe para que venga gente a adquirir
su certificado de finalización de estudios primarios y nada más. Esto es lo que solamente pretende
el Estado. En realidad las personas que asisten a la escuela de adultos llegan
con una carga muy fuerte de desigualdad y exclusión, que es lo que han vivenciado
a lo largo de sus vidas. Y lo que aquí hacemos con eso es volver a reflotarnos como
personas con derechos y trabajamos para
darnos cuenta, de manera reflexiva y autónoma, que somos todos iguales y
capaces.
-Concretamente, ¿qué es
lo que hacen para alcanzar este objetivo?
-Lo primero que se hace
cuando un alumno llega a la escuela es conocerlo y ver que necesidades
educativas tiene. De acuerdo a esa necesidad se elabora un proyecto educativo
particular. Ya que no tiene la misma necesidad una persona del campo que otra
que vive en el pueblo. Generalmente se trabaja a partir de talleres de acuerdo
a sus intereses.
-¿Qué tipos de talleres?
-En un principio, lo que
generalmente surge es el pedido de talleres que se relacionen con la
alimentación, específicamente con la producción y conservación de alimentos. Y
si ahí se encuentra el interés o la problemática, pues muchos tienen que hacer
malabares para conseguir su alimento, es el punto de partida donde se inicia y
se desarrolla la propuesta educativa. Y otros talleres, por citar ejemplos, de
reciclado, donde se trabaja con los recursos naturales y con todo lo que haya a
mano. Intentamos ser realistas y trabajar con lo que tenemos. De hecho, ellos
son grandes maestros en sobrevivir, en criar a sus hijos casi con nada, sin
sueldo, sin obras social, sin trabajo estable o digno. El trabajo nuestro se
centra en visibilizar lo que ellos han hecho en sus vidas para tomar sus
experiencias y comenzar a revalorizarlas. Y aquí le damos la formalidad a esas
experiencias, que es un poco lo que vienen a buscar: aprender a leer, analizar
que otras cosas deberían agregarle a su alimentación, redactar un texto donde
puedan registrar cosas que observan en la crianza de sus hijos…Pero siempre
partiendo de las dificultades que manifiestan.
-En un momento surgió
la idea de hacer radio. Desde hace tres años están haciendo el programa radial
“Historias no contadas” ¿sentís que la radio sumó algo al proyecto educativo?
-La escuela de
adultos es una institución que es
prácticamente invisible para la sociedad. Aunque se sabe que existe se la
invisibiliza. Entonces nuestra preocupación fue hacernos visibles y la radio
nos permitió eso: hacernos presentes en la comunidad, hacer que se empiecen a
escuchar las voces de nuestros alumnos, sus problemáticas, sus necesidades, sus
historias, sus sentimientos, sus sueños. Para entendernos como sujetos con
derechos y que si en algún momento algún derecho no es cumplido, en este caso
el de la educación, saber que nos es por desidia o irresponsabilidad nuestra;
ya que la sociedad y el mismo sistema económico, social, educativo, son
responsables de que existan personas que no pudieron asistir a la escuela. No
podemos seguir permitiendo que lo que el mismo sistema produjo continúe oculto,
porque si sigue oculto tendemos a desaparecer. Estuvo a punto de desaparecer la
educación para adultos y en realidad se quiere que desaparezca. Por eso es
importante hacer cosas que no visibilicen, algo que se empieza a ver, a
escuchar y a conocer es más difícil de
suprimir e “historias no contadas” tiene mucho que ver con esto.
-¿Qué pasa con los
participantes de la escuela de adultos cuando pueden contar sus historias en la
radio o en la escuela?
-Muchas veces nos
sorprendemos en la radio porque hay personas que casi no hablan con el maestro
o no se expresan con los compañeros y sin embrago en la radio dicen un montón
de cosas que tenían necesidad de decirlas y que al parecer, si no fuera por la
radio, no encontraban el espacio para decirlas. Evidentemente ellos saben que
salir en un medio de comunicación es algo importante y esto los motiva.
"HISTORIAS NO CONTADAS" forma parte
de un proyecto conjunto entre Radio La Negra y La Escuela de Adultos que
se emite desde hace tres años.
Esta iniciativa, intenta rescatar las voces
muchas veces calladas, muchas veces ocultadas y los saberes populares como
valores indispensables en el aprendizaje de la sociedad que construimos a
diario. En el programa, que sale al aire todos los jueves de 19 a 20 horas, los alumnos, docentes y amigos, cuentan historias de vida, rescatan
sentidos perdidos y juntos compartimos una hora de charla y música.