Buenos Aires (Marcha). Por Sebastián Echarry. Con el lema “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”, centenares de personas se movilizaron el domingo pasado en La Plata para pedir la legalización del aborto y la cobertura en hospitales públicos de la atención de mujeres con esta problemática.
Con el color verde como referencia, la marcha estuvo integrada por sectores heterogéneos de la sociedad, incluyendo familias completas con sus niños, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores.
Las calles platenses tomaron el tono de la alegre rebeldía. Un pueblo que lucha por reivindicaciones históricas, como el derecho a la autodeterminación sobre los cuerpos por parte de las mujeres, se encolumnó detrás de un objetivo común. “La Iglesia y el Gobierno son responsables de las muertes por abortos clandestinos”, rezaba una gran pancarta que pedía por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
La columna recorrió un largo tramo desde la Facultad de Agronomía de La Plata hasta la imponente Catedral “Inmaculada Concepción” (una de las más grandes de Latinoamérica, también considerada entre las 10 más importantes del mundo), ubicada frente a la Plaza Moreno. Fue recibida por una barrera de policías, el cura del distrito y un reducido grupo de religiosos, quienes recitaban el “Padre nuestro” a los gritos mientras los manifestantes exponían un proyecto de ley para que el acceso al aborto sea en igualdad de condiciones para todas las clases sociales.
Fue llamativo cómo la policía bonaerense y las fuerzas de seguridad (infiltrados de civiles) se posicionaron en una clara defensa del sector católico y conservador, en estado de opresión y violencia simbólica para con los manifestantes. Uno de estos sujetos ubicados en la cadena humana pro iglesia católica al llegar la manifestación expresó con agresividad y desprecio “Este palo es para metértelo en la concha a vos, puta”, en una clara demostración de que su construcción religiosa y católica no lo ha llevado a mantener siquiera un nivel básico de la valoración moral y el respeto por la vida que se adjudican impunemente.
La actitud, calificada como fuertemente violenta por parte de los manifestantes, no logró el objetivo de desencadenar un enfrentamiento directo para hacer uso de la violencia física con la Policía Bonaerense como cómplice.
La concurrida movilización fue el cierre del 1º Campamento Nacional de Formación en Géneros de la COMPA (Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Populares de Argentina), que se desarrolló los días 22 y 23 de septiembre en la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de La Plata. La COMPA nuclea a un conjunto de organizaciones y movimientos populares de Argentina. Nació en diciembre de 2009 como una articulación de luchas y experiencias, con la intención de construir una herramienta para forjar desde la “izquierda independiente” una alternativa política concreta, asentada en los anhelos y esperanzas del pueblo.
En nuestro país es un secreto a voces que las prácticas abortivas son cotidianas, pero sólo pueden acceder a ellas en condiciones seguras quienes tienen la posibilidad de pagar una suma estimada en 10.000 pesos, que es lo cobran los médicos que las practican ilegalmente. En los últimos años se han multiplicado las muertes de mujeres de clase social baja por mala praxis en consultorios clandestinos o ambulantes, ante la imposibilidad de pagar ese dinero.
Los cuerpos son el escenario, el territorio en disputa. Por un lado, el sistema de dominación capitalista y patriarcal busca eternizar la imposición de sus mandatos, su cultura, sus vínculos, sus relaciones sociales y de poder. Por el otro, el pueblo organizado desnaturaliza la opresión, trabaja para extender los espacios de libertad del ser humano en la toma de decisiones y camina en dirección a su emancipación.
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