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jueves, 9 de agosto de 2012

OPINIÓN: SOBRE EL ROL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN


Por Pablo Lobito

 Hace unos días leí la opinión de Raúl Piaggi y me dieron ganas de aportar mis ideas sobre el tema para profundizar, si se da, el debate que merece. Para comprender el rol de los medios de comunicación en la sociedad moderna, creo que debemos remontarnos a los orígenes mismos del surgimiento del Estado. La noción del Estado como un sistema de dominación, puede permitirnos una mirada abarcativa que nos posibilite desacralizar a la "prensa libre" y situarnos en la crítica desprovistos de una ingenua buena fe.
 En los orígenes de la vida sedentaria las comunidades y poblados rurales, no poseían ni necesitaban de elementos coercitivos, puesto que la organización económica simple y autosuficiente generaba un funcionamiento comunal o cooperativo, en donde el bien de la aldea, el éxito en la problemática de generar el sustento era la finalidad principal. Obviamente, esta descripción escueta no ilustra todos los matices de la sociedad pre-urbana, pero existe consenso en el mundo académico en cuanto a que las necesidades prácticas, el sentido común, la cooperación para sobrevivir, constituían los valores positivos que unían a las comunidades humanas prehistóricas.
El éxito de las comunidades agrícolas en la producción de alimentos les permitió generar un excedente alimenticio, al cual se le daría distintos usos convencionales. Lo destacado lo constituye el hecho de que, por primera vez en la historia de la humanidad, se podría sustentar a una porción de la población que no trabajara la tierra, debido a la especialización en determinados oficios como el trabajo con los metales, los ritos propiciatorios, la coordinación del trabajo necesario para la comunidad, como la construcción de canales de riego, etc,etc…Aquellos que se destacaron en ésta última actividad gozaron de estima y autoridad moral por brindar un servicio satisfactorio a la comunidad. De ahí al privilegio de casta media sólo un paso…o algunos cuantos siglos. Quienes alcanzaron tal estima y consideración, buscaron la forma de que sus privilegios no se vieran amenazados por aquellos que pudieran mostrarse descontentos por el hecho de que el bienhechor de la comunidad se hubiera transformado en el explotador de las tierras más fértiles: se había favorecido a los líderes positivos, pero esa ventura estaba ligada al provecho que obtenían de su aporte. ¿Por qué debían obedecer al líder que usufructuaba la tierra y los canales de riego en beneficio propio? No existía razón para ello dado que las comunidades eran igualitarias y no tenían una consideración especial para ninguno de sus miembros.
Por  lo tanto el líder o caudillo se vio en la necesidad de recurrir a métodos coercitivos que le garantizaran su preeminencia: utilizó la fuerza física, la ley y la religión. De ésta forma surge el embrión del Estado, como un conjunto de elementos, normas y dispositivos que garantizaran que una sociedad funcionara siempre de la misma manera.
 En la sociedad moderna rara vez se cuestionan a los privilegios: ¿ por qué alguien puede llegar a ser gobernador-presidente-magnate mientras que yo no puedo más que dedicarme a sobrevivir como puedo? O ¿por qué miles de obreros ponen su cuerpo para construir un edificio al que difícilmente tendrán acceso y que usufructuará a su antojo alguien que nunca se ensució las manos? En la aurora de los tiempos los privilegios no tenían una base cultural y tradicional que les diera legitimidad. De ahí el origen del Estado como un ente coercitivo encargado de garantizar el funcionamiento de la economía para usufructo de una clase privilegiada. Algunos de los elementos utilizados para cumplir con su cometido ha sido el elemento ideológico, ya sea en forma de tradición, religión y en la actualidad en la educación-inculcación publicitaria de estereotipos del tipo normal exitoso respetuoso de lo “estatuido”.
 Para ilustrar el rol de lo ideológico en la perpetuación de lo estatuido, recuérdese la difusión, en distintos momentos de la historia, de la divinidad de los monarcas. Particularmente en el Egipto antiguo, el faraón gozaba de un poder absoluto, legitimado por la religión. El faraón-dios debía ser obedecido y adorado por su filiación con la divinidad. Esta concepción era difundida por los sacerdotes egipcios. Es decir se educaba al pueblo en la obediencia al supremo representante de la divinidad.
 Esto nos lleva a otra idea planteada por Raúl Piaggi, respecto a la función actual del sistema educativo. El sistema estatal como tal es una superestructura legitimada ante la sociedad por el beneficio de salvaguardarla del desorden o del caos al que supuestamente se orientaría la humanidad sin el control del Estado. La superestructura estatal abarca cada ámbito de la sociedad. Concentra todas las funciones posibles: administra los recursos, garantiza la paz interna y externa, gestiona las instituciones indispensables que viabilizan el orden regular de la vida moderna. En todo actúa como un limitante de la espontaneidad de los individuos en aras de conciliar y coordinar el desenvolvimiento de la sociedad. Para que esto sea posible dispone de la coerción física legal y también de leyes punitivas. Pero además dispone de una institución que le asegura la domesticación de los instintos elementales de los individuos (de los cuales se concentra particularmente en el instinto de rebelarse parar rechazar lo injusto). Esa institución es la escuela. ¿Cómo si no explicamos que una escuela se autodenomine “normal”? Haciendo justicia a las razones del estado parar garantizar su existencia, más justo sería que la escuela se denominara “normalizadora”. Pero ¿qué es lo “normal”?. El comportamiento normal de un individuo (desde la óptica del Estado) supone la aceptación del sistema económico imperante y la subyugación ante el aparato político establecido. Este comportamiento se logra mediante la regulación del comportamiento de las personas a través de la tradición, la norma, la ley y el temor al castigo y la coerción. La institución educativa ( no me propongo historiar sobre su función, solo generalizar algunos aspectos que constituyen mi opinión personal) reproduce la tradición, la norma, la ley y enseña las consecuencias de las desviaciones de lo que constituye el comportamiento esperado. No afirmo que todos los educadores actúan así, pero conozco a muchísimos docentes en distintos lugares del país que son “normalizadores”. Creo que esto se debe a una falta de capacidad crítica sobre lo que se hace y para qué se hace o a una excesiva asimilación de una educación funcional al sistema.
 Lo que es indudable, es que la enseñanza, si no es un ejercicio abierto a la innovación y a la crítica, si no se reforma desde adentro, desde quienes la ejecutan, termina reproduciendo y validando el funcionamiento de la sociedad con ciudadanos “normalizados”, es decir adaptados al sistema de dominación estatal.
 Con respecto a los medios de comunicación, podemos generalizar las concepciones anteriores. Los medios reproducen los valores de las elites dominantes desde el momento en que están financiadas por quienes poseen recursos para manejarlos. Resulta obvio que quienes son exitosos bajo este sistema, tienen interés en lograr la aceptación de las mayorías no-exitosas. Zygmunt Bauman en su libro “La globalización” (capitulo 2 pagina 70 a 73) se refiere al desarrollo de nuevas técnicas de poder apoyados por los medios masivos de comunicación. Bauman se refiere al trabajo de Thomas Mathiesen (Theoretical criminology) en el que éste acuña el concepto de “sinoptico”. El sinóptico sería la superación del mecanismo de control propio del panóptico de Foucault, gracias a los medios modernos de comunicación.” El sinóptico no necesita aplicar la coerción: seduce a las personas par que se conviertan en observadores y los pocos a quienes observan son rigurosamente seleccionados. Según Mathiesen: sabemos a quienes se permite ingresar en los medios de comunicación desde el exterior parar expresar sus puntos de vista. Una serie de estudios noruegos e internacionales demuestran que pertenecen siempre a las elites institucionales. Aquellos a quienes se permite el ingreso son siempre hombres-no mujeres-de los estratos sociales superiores, con poder en la vida política, la industria privada y la burocracia pública.
 Bauman caracteriza a los medios de comunicación como interactivos, si, pero “unidireccionales”. Y continúa.”..la internet y la Red no son para todos…los que obtienen acceso deben realizar su elección dentro de marco fijado por los proveedores…En cuanto al resto, relegado a la televisión satelital o por cable, su destino es la observación lisa y llana. ¿Y qué observan? Los más miran a los menos. Los menos son los famosos. Pertenecen al mundo de la política, el deporte, la ciencia o el espectáculo…digan lo que digan en el aire, transmiten el mensaje de un modo de vida total. Su vida, su modo de vida.” Creo que esto nos sirve para tener una medida justa de a quienes favorecen los medios y que efectos tienen en el resto de la sociedad.