16 rosas rojas
regresarán cada noche
de la tierra liberada
Argentina (HIJOS en Lucha).- El 15 y 22 de Agosto se cumplen 40 años de un suceso trascendental para el campo popular y sus organizaciones políticas: la brillante fuga del penal de máxima seguridad de Rawson de un grupo de militantes revolucionarios del Ejército Revolucionario del Pueblo, Fuerzas Armadas Revolucionarias y Montoneros en una operación unitaria, y en su contracara, la recaptura y fusilamiento de 16 de esos compañeros en la Base Aeronaval Almirante Zar de Trelew.
Tras desarrollar ampliamente la estrategia de lucha revolucionaria por el Socialismo en nuestro país, las organizaciones político-militares sufrieron la concentración de sus cuadros militantes presos en la Unidad Nº 6 de Rawson. El régimen de la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse demostraba así que su convicción en la defensa de los intereses del capitalismo monopolista, vigente entonces y ahora, no repararía en daños a la hora de reprimir. La creación de la Cámara Federal en lo Penal, llamada por la militancia “El Camarón”, un esquema de excepción compuesto de jueces y fiscales que actuaron en lo que llamaron “fuero antisubversivo” (algunos de los cuales participaron luego del genocidio del ’76) y que logró llenar las cárceles de presos políticos.
La apuesta política del régimen, el “Gran Acuerdo Nacional” (GAN), se propuso convocar a elecciones condicionadas y generar el consenso de los sectores de la burguesía para aislar al movimiento revolucionario. Otra jugada que, nuevamente, evidenciaba que frente a la violencia del estado y de los grupos que sacan jugosas tajadas del patrimonio común la salida era la organización del campo popular y la lucha en las calles.
Pero el crecimiento de la organización militante, la acumulación de experiencias en la lucha de calles, la fina producción teórica y de propaganda de las organizaciones armadas revolucionarias, tanto de la izquierda roja como del peronismo combativo, las mostraba fortalecidas y haciendo retroceder a la dictadura. Más allá de las ricas polémicas sobre la línea política, como “nacionalismo-internacionalismo”, “clasismo-policlasismo”, “partido de clase-foco armado” o “masa-vanguardia”, que diferenciaron en su origen a los grupos de la izquierda peronista de sus pares marxistas, todas las organizaciones político militares del momento compartían la visión de que la lucha debía plantearse la toma del poder a través la combinación de la lucha por la liberación nacional, con la lucha antimperialista y anticapitalista de la clase trabajadora.
El monumental operativo de fuga, pacientemente planificado durante meses, y ejecutado casi a la perfección en las narices del régimen, es la demostración histórica de que los sistemas represivos no son infalibles, y que a la lucha revolucionaria, incluso en las peores condiciones objetivas, no la detienen ni las rejas, ni la vejación, ni las balas.
Ese ejemplo de unidad en la acción frente al enemigo común, aún en la diversidad de posiciones y con claridad de objetivos, es la mejor muestra de lo que se puede lograr cuando la voluntad supera al miedo.
Esa unidad político-militar en la acción para la fuga del penal de Rawson demostró, una vez más, que cuando el Pueblo se organiza lo que luego sobreviene es la represión aleccionadora y desarticuladora de las fuerzas populares: la imposibilidad de completar la huída por fallas operativas, puso a un grupo de compañeros a merced de la barbarie militar. Y el asesinato cobarde de quienes habían pactado la rendición, fue el tubo de ensayo del Plan Sistemático de aniquilamiento de militantes populares que se desplegó poco tiempo después. Brotó en Trelew la primer sombra de lo sistemático que sería el accionar de los grupos paramilitares como la Triple A y la dictadura del '76.
Sin embargo, sabemos que esos héroes -no sólo los 16 masacrados, sino también los 3 sobrevivientes y aquellos 6 que pudieron escapar para seguir luchando- generaron las condiciones para el llamado a elecciones y el fin de la dictadura de Lanusse. A ello podemos sumarle otro punto, quizá el más alentador de todos: si el deber de todo prisionero político es la libertad, esto quiere decir que la continuidad de la lucha revolucionaria es posible.
El testimonio valiente de los sobrevivientes de la Masacre, que luego cayeron combatiendo a la dictadura, supo recoger el relato histórico de la verdad de lo sucedido.
Desde mayo pasado se está realizando el juicio a los genocidas Luis Sosa, Emilio del Real, Carlos Marandino y Rubén Paccagnini por la Masacre de Trelew. El proceso llega demorado y marcado por algunos rasgos de impunidad: los marinos Horacio Mayorga y Roberto Bravo fueron apartados del juicio por diversos artilugios legales.
Este año se están conociendo los testimonios y la documentación para logar la condena a este reducido grupo de represores de la Armada. Y eso se consiguió gracias a la lucha inclaudicable de los familiares, los ex detenidos, los ex presos políticos, los organismos de Derechos Humanos y las organizaciones del campo popular que son las continuadoras de la lucha revolucionaria por la que dieron su vida los compañeros asesinados y desparecidos. Pensemos que estos revolucionarios y revolucionarias no fueron iluminados o únicos, sino la vanguardia del pueblo, porque estos compañeros y compañeras salieron de las filas del pueblo organizado.
Hoy por hoy las cárceles del sistema siguen saturadas de jóvenes y pobres, y la gobernabilidad democrática se arroga el monopolio de la memoria como si el presente fuera magnífico e ideal y se tapara con un dedo la evidencia de la desigualdad y la injusticia. Frente a este panorama, seguimos defendiendo el rol crítico e independiente de las organizaciones de Derechos Humanos, para denunciar la falta de celeridad en la actuación de la justicia, que en 9 años de caídas las leyes de impunidad sólo condenó al 15 % de los genocidas procesados por planificar y ejecutar el Terrorismo de Estado. Los mismos que señalamos la confusión que pregona un gobierno como el actual, que dice pretender recuperar la soberanía económica mientras sigue pagando deuda con el hambre del pueblo, y mientras acomoda su legislación represiva a los mandatos de las potencias centrales como en el caso de la Ley Antiterrorista. Y los mismos que no acotamos la defensa de los Derechos Humanos al período ’76-’83, sino que denunciamos la continuidad del esquema de represión, hambre y saqueo en el gatillo fácil, en el espionaje, la judicialización y la criminalización a los que luchan, en la exclusión social planificada y en la entrega de nuestros recursos naturales a intereses concentrados.
Este 22 de agosto levantamos la memoria de los caídos en Trelew, pero no para entregarla a la quietud de los museos, ni a los actos oficialistas, sino con la convicción de que es un pilar fundamental para seguir construyendo la unidad de los que luchan por un proyecto de emancipación que sigue hoy tan vigente como ayer.
A 40 AÑOS DE LA FUGA DE RAWSON Y LA MASACRE DE TRELEW
- Reivindicamos la lucha de nuestros viejos y sus compañeros por un país justo y solidario.
- Condena a todos los genocidas y justicia por todos los compañeros.
- Restitución de nuestros hermanos apropiados.
- Juicio y castigo a los secuestradores de Jorge Julio Lopez y Luciano Arruga.
- Basta de gatillo fácil y criminalización de los que luchan.
- Derogación de la Ley Antiterrorista.
HIJOS EN LUCHA: H.I.J.O.S. ALTO VALLE, HIJOS LA PLATA, H.I.J.O.S. BARILOCHE, H.I.J.O.S. ZONA OESTE.