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sábado, 9 de junio de 2012

MOVIMIENTO DEL NO A LA MINA: LONCOPUÉ, COMO ESQUEL Y TAMBOGRANDE

Por Gustavo Macayo

Esquel, 7 de Junio de 2012.- En enero de 2001, la Comunidad Mapuche “Huisca Antieco” de la alta cordillera chubutense, en el corazón de la Patagonia Argentina, se vio sorprendida por la llegada de una empresa desconocida a su ocupación comunitaria: se trataba de la Empresa Multinacional Meridian Gold, minera metalífera integrada principalmente con capitales canadienses y estadounidenses.
La empresa intentaba ingresar al territorio Mapuche para realizar prospecciones en busca de oro y tal vez de algunos otros minerales. Pese a la rotunda negativa de la Comunidad, los mineros ingresaron clandestinamente por un sector alejado de las viviendas, pensando que no serían observados. Advirtiendo la situación, los comuneros viajaron urgentemente a Esquel, donde comenzó una fuerte ofensiva contra la Empresa y especialmente contra la Dirección de Minas y Geología de la Provincia del Chubut, que según los mineros, les había otorgado permisos para ingresar a los territorios.
La Empresa desapareció de la escena a dos o tres días de estallado el conflicto, que rápidamente se instaló en los medios de difusión, gracias a una fuerte campaña impulsada por la Organización Mapuche Tehuelche “11 de Octubre” y otros sectores solidarios con la Comunidad Mapuche.
El tema permaneció poco más de un mes en los medios, y de a poco fue cayendo en un peligroso silencio. La mayor parte de la población local permaneció indiferente al tema; tal vez entendiendo que el problema sólo afectaba a los Mapuche.
Pocos sabían que este incidente aparentemente sin importancia, sería el inicio de una lucha que se transformó un año después en un movimiento Asambleario que se extendió por todo el país.
Mientras tanto, en el Norte de Perú, el 2 de junio de 2002, la pequeña comunidad de Tambogrande llevó a cabo una consulta vecinal convocada por la Municipalidad Distrital, para que la población se pronunciara respecto a la explotación minera. La oposición fue contundente. Aunque la consulta era voluntaria, hubo un altísimo grado de participación, mayor aun que en las elecciones nacionales: el 74% de los tambograndinos participó en ella. De los votantes, el 98.05% señaló su oposición al proyecto minero. Los tambograndinos no solamente ratificaron su rechazo a la empresa minera y al falso desarrollo que ésta les ofrece, sino que brindaron un ejemplo de cómo una sociedad organizada puede defender sus recursos y el derecho a elegir en forma democrática su forma de subsistencia.
Este hecho no pasó desapercibido en Esquel, Chubut, donde en julio de 2002 la empresa canadiense Meridian Gold compró el proyecto minero de la empresa “El Desquite”, (un proyecto que venía desarrollándose casi silenciosamente) ubicado en el Cordón Esquel, a pocos kms. de la ciudad de Esquel.
A fines de octubre de 2002, y pese al cerrojo que impusieron el gobierno provincial de Chubut y el municipal de Esquel, ya había una Asamblea de Vecinos Autoconvocados por el NO A LA MINA, cuya intensa actividad, participación y movilización produjo dos hechos fundamentales: 1) El 16 de diciembre de 2002 se presentó un amparo ambiental que tuvo resultado favorable en junio de 2003, paralizando el proyecto minero Cordón Esquel, el que fue confirmado por la Corte Suprema Federal en abril de 2007; 2) Un Plebiscito no vinculante promovido por la Asamblea y convocado por el Municipio, donde el día 23 de Marzo de 2003, poco más del 81 % de la población de Esquel votó por el NO al proyecto minero. Estos dos hechos, más la enorme movilización ciudadana, y la fuerte repercusión regional y nacional que tuvo el conflicto, fueron las principales razones para que el emprendimiento poco a poco se desactivara.
El domingo 3 de junio de 2012, la pequeña comunidad de Loncopué, en el Norte de la Provincia de Neuquén, dio un paso fundamental: a través de un Referéndum vinculante, su población votó por más del 82 % a favor de una Ordenanza Municipal que prohíba la Megaminería contaminante en su jurisdicción, fuertemente amenazada por las multinacionales mineras y sus cómplices en el gobierno provincial del Movimiento Popular Neuquino.
Es notable el silencio que han impuesto los medios masivos, en especial a este último capítulo. Pero para la memoria colectiva de los pueblos en lucha marca un momento de enorme alegría, solidaridad y esperanza, que se extiende por todos los territorios del país y del continente, atravesando todas las fronteras, y que ya no parará jamás.