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sábado, 3 de marzo de 2012

MARCHA DE LOS PUEBLOS POR EL AGUA Y LA VIDA

Cobertura de la Jornada Nacional de lucha contra la MegaMinería y por la Derogación
de la Ley AntiTerrorista

Buenos Aires, 23 de febrero de 2012 (UAC).- Oradores provenientes de las zonas afectadas por la megaminería denunciaron que las represiones de que son objeto no impedirán la defensa del agua y de sus territorios
Más de 5.000 personas se concentraron en Plaza de Mayo en el primer rechazo masivo a la ley antiterrorista y en denuncia de la represión de los pueblos de Catamarca, La Rioja y de los Valles Calchaquíes. La Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC) convocó a la marcha que encabezó a través de las arterias céntricas de Avenida de Mayo y Diagonal Sur y que culminó en un acto frente a la Casa de Gobierno. Minutos antes la columna se detuvo frente a la Secretaría de Minería de la Nación, circunstancia aprovechada por Lucía Ávila de las asambleas riojanas, quien fustigó duramente al gobierno nacional, a los provinciales y a las corporaciones transnacionales, en conmovedora arenga.
Las consignas principales fueron dictadas por los asambleístas que componen la UAC y mediante un sorteo democrático marcharon ordenadamente con sus banderas las agrupaciones, movimientos sociales y partidos políticos.
Los oradores fueron únicamente los compañeros de las asambleas que enfrentan en estos momentos a las fuerzas especiales represivas en el norte del país. Durante el transcurso del acto se hizo mención a más de doscientas asambleas que nutren la UAC a lo largo y ancho del territorio nacional, poblaciones que defienden leyes contra la megaminería metalífera a cielo abierto con compuestos tóxicos, las que intentan impedir explotaciones vigentes y las que decididamente se movilizan frenando exploraciones o prospecciones de yacimientos. “El Famatina no se toca” fue la entonación masiva que cambiaba de localidad para cada una de las comunidades que sufren el impacto de una minería que contamina, destruye territorios y saquea los bienes comunes. El concepto de que “tocan a uno, tocan a todos” es una muestra terminante del juramento que se autoimpuso el colectivo asambleísta más grande del país, que crece de manera horizontal, sin dirigencia alguna pero con el claro compromiso de impedir este sistema extractivo, expulsando a monopólicas corporaciones que usufructúan las leyes permisivas de los noventa y que desplaza poblaciones, enajenando territorios a los que despoja de minerales críticos y estratégicos con un sistema extractivo perverso.
elegados de Andalgalá, Chilecito, Tinogasta y Belén, representantes de pueblos originarios y militantes de las asambleas de las capitales de La Rioja y Catamarca, reiteraron los ejes de estas luchas: defender el agua y la tierra y por extensión a todos los bienes comunes involucrados en el ecosistema territorial que hoy intentan ocupar y vaciar las corporaciones transnacionales en connivencia con gobiernos que traicionan la voluntad popular.
Los discursos fueron desgarradores y emotivos documentos que salían de lo más profundo de pueblos que soportan persecuciones en tanto pretenden expresarse mediante consultas populares, agitando banderas de libertad y de dignidad social. Los oradores le transmitieron a la numerosa concurrencia de Plaza de Mayo la férrea voluntad de una lucha que no tendrá claudicaciones.
Por estas razones, la UAC, Unión de Asambleas Ciudadanas, hace responsable a un Poder Ejecutivo maquillado de nacional y popular, aunque en realidad practica un despiadado silencio ante grupos especiales de choque al servicio de políticas neoliberales represivas en manos de corruptos gobernantes de provincias. La UAC exige la derogación inmediata de la ley antiterrorista por ser un instrumento de militarización de territorios y judicialización de la protesta social.
Las poblaciones afectadas no negocian, exigen el retiro inmediato de todo tipo de minería hidroquímica metalífera a cielo abierto, la derogación de las leyes mineras y un debate público y nacional al respecto. La UAC impulsa una democracia participativa donde las voces de todos y de cada uno de los involucrados sea debidamente escuchada.