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sábado, 3 de marzo de 2012

CARTA ABIERTA A LA PRESIDENTA CRISTINA

Por Gabriela Angaut (DNI 16.392.333)

Dina Huapi, 2 de marzo de 2012.- ¡AY, Cristina, qué decepción!
Su discurso, como siempre, fue impecable. Como cada vez lo leí de punta a punta luego de escucharla, pero ésta puse especial atención en el ítem que se refiere a los docentes, ya que al escucharla creí no comprender bien sus dichos. Grande fue mi sorpresa al leer, si, había escuchado bien; Ud dijo refiriéndose a los maestros: “…trabajadores que gozan de estabilidad frente al resto de los trabajadores −a quienes, por ejemplo, cuando no anda la fábrica, se baja la persiana y los echan−; por el tiempo que deben dedicar diariamente, es decir, 4 horas, frente a la jornada laboral obligatoria de 8 horas de cualquier trabajador; frente a la suerte −siempre fue así y está bien que lo sea− de contar con 3 meses de vacaciones, cuando hay trabajadores que tienen vacaciones mucho más reducidas…”, y fue enorme mi decepción.
Una presidenta que viene tomando tantas buenas decisiones (las que celebro, comparto y acompaño) para incluir a todos aquellos marginados y expulsados del sistema durante la última etapa del nefasto neoliberalismo aplicado en los noventas no puede adherir a tremendo y brutal enunciado; fuimos los maestros quienes sostuvimos en la soledad más absoluta a la escuela pública con nuestras espaldas y nuestros corazones y nuestro sufrimiento, cuando parecía que la derecha más autoritaria se cargaba con todo el Estado, destrozándolo; fuimos los maestros, quienes resistimos, luchamos y defendimos con uñas y dientes al casi último bastión que le venía quedando al Estado. También los maestros hicimos de madres/padres sustitutos, hicimos de enfermeros, preparamos té para pancitas vacías, bañamos y despiojamos, vestimos y dimos de comer a muchos como si fueran nuestros propios hijos ante la desidia y embate de las políticas neoliberales.
Si bien aún quedan algunas continuidades de aquel período, desde el 2003 a la fecha el escenario ha cambiado mucho. Ud. es una máquina de acciones políticas, y sus medidas en relación a la Cultura y la Educación son de sacarle el sombrero: el canal Encuentro, el Paka Paka, Educar, Conectar igualdad con las netbooks y los cursos virtuales de capacitación docente de excelencia, las bibliotecas escolares, las ludotecas, en fin, es larga la lista de logros y muy clara la intencionalidad de intervenir positivamente desde el Estado.

Pero… con todo el respeto que me merece, no sólo su investidura sino su inteligencia, preparación y sensibilidad, le ha faltado información a la hora de proferir semejante enunciado. Ud no puede de verdad pensar así; y si realmente son sus ideas ¡AY, Cristina, qué decepción!
Yo sé que Ud. Es abogada y no tiene por qué saber de docencia, pero alguno de sus asesores de alta trayectoria docente podría haberle dicho que es una mentira que parece verdad lo de las 4 horas de trabajo, ¿o Ud. Piensa que un buen maestro no prepara cada clase antes de llegar al aula? ¿O que no busca los materiales adecuados? ¿O que no corrige las tareas? Por sólo mencionar algunos de los habituales trabajos que realizamos siempre fuera del horario escolar y que nos llevan mucho más de 3 o 4 horas diarias que jamás nadie nos ha reconocido. Ud. no desconoce que ninguna persona vive dignamente con 3.000 pesos, entonces los maestros salimos obligados y contra nuestra voluntad a tomar doble o triple cargo, impactando esto directamente en la baja de la tan deseada calidad educativa que toda la sociedad ansía lograr.
También sus letrados asesores podrían haberle informado acerca de que la tarea docente no es comparable ni por asomo con una fábrica: nosotros trabajamos diariamente con niños, con adolescentes, con adultos, todos ellos PERSONAS, todos y cada uno de ellos con sus individualidades y problemáticas. Las escuelas no son fábricas: son instituciones de existencia, todos los días juntos trabajamos para ser y existir juntos.
Otra mentira que parece verdad es la de los ¡3 meses de vacaciones! ¡Qué dislate! Todos los años terminamos en Navidad y comenzamos el 1 de febrero; es cierto, gozamos de más vacaciones que el resto de los trabajadores, pero le repito: las escuelas no son fábricas; los estudiantes no son mercancías. En las escuelas producimos conocimientos, con toda la complejidad que ello implica.
Convénzame, Cristina, que esto que ha dicho ha sido sólo un triste producto de la desinformación de sus asesores y que no son sus genuinas ideas; hágame creer nuevamente en que este proyecto de país del que Ud. tiene enorme responsabilidad, va a seguir profundizándose, transformándolo en un mundo donde quepan todos los mundos. Dígame, si puede, que Ud. de ningún modo piensa lo que dijo acerca de nosotros, los maestros. Entonces volveré a creer en que con Ud. y su equipo en el gobierno quizás otro mundo sea posible. Mientras tanto masticaré mi decepción.