Por Cristian Hendrickse
Loncopué.- Como hermano de un tripulante del crucero "General Belgrano" y sobreviviente de su hundimiento, como integrante de una familia que por tener un miembro en el frente sufrió en forma directa las consecuencias de la guerra y la posguerra, me indigna profundamente la hipocresía presidencial.
En su parodia sobreactuada, la presidenta refiere al gaucho Rivero como caído en la Vuelta de Obligado, lo que no tiene ninguna corroboración histórica cierta.
El fútbol que controla el gobierno ha dado en llamar a los torneos Crucero Belgrano y Gaucho Rivero.
Sin embargo la Academia Nacional de la Historia ha dictaminado hace décadas estableciendo que no puede afirmarse que las acciones de Rivero en las islas (asesinato del gobernador inglés y del gobernador argentino –ambos dependientes de Vernet, que convivieron en las islas luego de la partida de la corbeta británica "Clio"– entre otros homicidios para reclamar su paga) tuvieran alguna motivación patriótica (ver revista "Todo es Historia" Nº 1).
No olvidemos que la fragata argentina "Sarandí", a las órdenes del gobernador Pinedo, en enero de 1833 no combatió a la corbeta "Clio" pese a que el comandante de la nave artillada, aunque era de origen inglés, aconsejó a Pinedo entrar en combate. Éste se entregó sin disparar un solo tiro pese a estar en condiciones de paridad para defender la plaza, lo que le costó ser procesado a su regreso a Buenos Aires, proceso que finalmente quedo en la nada, el olvido y la impunidad, como es tradición en Argentina.
Su bisnieto, el diputado macrista Pinedo, asistió al circo presidencial aplaudiendo el show de quejarse ante las Naciones Unidas, siendo que Argentina actualmente no tiene designado ningún embajador ante la ONU.
Se llenan la boca con Rosas, cuya similitud con este gobierno sólo podría ser la intolerancia hacia la prensa, con la diferencia que aquél era del siglo XIX y éste del siglo XXI, donde tales prácticas resultan inadmisibles.
Qué pena que este gobierno no imite al de Rosas, que para defender la soberanía nacional decretó la prohibición de la exportación de oro y plata. Este gobierno que declama y grita soberanía ante unas islas cuya recuperación sólo podría vislumbrarse en un futuro muy lejano, en el presente concreto permite y estimula el peor de los saqueos de recursos minerales en la historia del colonialismo en nuestro país.
La Constitución exige en su cláusula transitoria primera el deber de recuperar las islas "respetando el modo de vida de sus habitantes".
Instar a nuestros vecinos del Mercosur a no respetar la bandera de los isleños, cuya entidad no es mayor que la bandera de la provincia de Buenos Aires, Neuquén o la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, violenta nuestra Constitución.
Pero detener, reprimir y perseguir judicialmente en Belén a manifestantes que luchan por el respeto al modo de vida de sus habitantes, tal como se los ha procesado en Famatina, Loncopué y tantos otros lugares, hace que sea imposible que la comunidad internacional crea en la sinceridad de nuestras cláusulas constitucionales.
Si el Estado argentino siquiera respeta el estilo de vida de los habitantes de Belén, de Famatina, de Loncopué, de Esquel, etc. etc. (todas ciudades que no pretenden conservarse británicas sino argentinos), ¿cómo los isleños van a creernos que les respetaremos a ellos su particular modo de vida como lo manda la Constitución nacional?
La esquizofrenia presidencial, muy conveniente a los intereses colonialistas, en nada ayuda a lograr la paz en el Atlántico Sur y nos ha inmerso en un incidente diplomático innecesario.
Un país sólo puede tener futuro y ser respetado en el concierto de las naciones cuando es coherente con sus propias leyes.
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