Por Ana Chayle
Andalgalá, 12 de febrero de 2012.- Andalgalá está en pie de lucha contra el avance de las empresas megamineras, que en quince años de explotación y saqueo no han dejado más que pobreza, contaminación y división social. Es triste ver cómo estas empresas, con el aval de los gobiernos nacional (y popular... dicen ellos) y provincial, han recurrido a la vieja práctica del "divide y reinarás", para enfrentar al pueblo.
Por un lado, miles de andalgalenses (siete de cada diez, dicen las encuestas), unidos por el amor a nuestra tierra, le decimos NO a la minería a cielo abierto y todo lo que ella conlleva y que hoy padecemos. Somos los que sábado a sábado llenamos la plaza y de forma pacífica demostramos que estamos de pie. Somos los que levantamos la voz para defender nuestros derechos humanos, tan manoseados por los discursos de la presidente. Sólo discursos.
En la otra esquina, hay un grupo formado por proveedores mineros, "pseudo periodistas", trabajadores mineros y patovicas, a quienes los mueven intereses personales y económicos. Y esto no lo digo yo: ellos mismos lo reconocieron.
El hecho es que en las últimas semanas, la lucha de los pueblos (Andalgalá, Belén, Tinogasta, Santa María, Famatina, Chilecito, etc.) pasó a ser LA LUCHA DEL PUEBLO. Porque todos somos uno.
Evidentemente, las muestras de solidaridad y fuerza pacífica que se multiplicaron en todo el país pusieron nerviosos a los gobernantes, hoy convertidos en traidores a la patria. Incapaces de rebatir nuestros argumentos, las autoridades ordenaron los desalojos violentos de distintos cortes selectivos que impedían el paso de insumos a minera Alumbrera.
Evidentemente, esto fue tomado como un "guiño" por los grupos pro mineros, quienes reproducen, por estas horas, la misma violencia legitimada por la "Justicia" y los gobiernos nacional y provincial.
Mi testimonio
Hace apenas un día y medio que regresé al lugar que más amo en el mundo: Andalgalá. Y ya he sido testigo de dos acciones patoteriles de este grupo pro minero.Como es sabido, este grupo de patovicas pagos lleva a cabo un corte, desde hace días, en el puente de ingreso a la ciudad, sobre la ruta provincial 46. En ese lugar, presencié las amenazas contra el chofer y el guarda de un colectivo de la empresa Lazo. Allí, en una actitud prepotente e intimidatoria, un matón tuvo la cortesía de "avisarles" que si aceptaban trasladar a cualquier persona con apariencia "hippie", que tuviera barba o utilizara mochila, él y sus hombres iban a subir al micro y se iban a encargar de bajar a esa persona "de las barbas".
Por otra parte, casualmente, he sido testigo también de las agresiones al periodista Julio Bazán, de Canal 13 y TN, a quien no dejaron pasar hacia la ciudad, cuando intentaba cubrir el conflicto. Con él se encontraban el periodista Gabriel Levinas y una mujer del diario digital Plaza de Mayo.
Ante un pedido de Bazán, yo accedí a dar mi testimonio, cuando andaba en bicicleta por el puesto caminero. En eso, varios vehículos empezaron a circular por el lugar, muy despacio, con los vidrios levantados y en actitud sumamente intimidatoria, iban y volvían por el lugar. Ante esto, con una amiga que me acompañaba, pedimos custodia a la Policía para regresar, ya que es el único acceso. Mientras aguardábamos la llegada de un patrullero, llegaron al puesto policial varios vehículos repletos de patovicas, empresarios y pseudos comunicadores. Uno de ellos nos filmó, evidentemente para someterme a "rueda de reconocimiento".
Aunque no hubo agresiones ni amenazas directas, la actitud de estas personas fue intimidatoria. Cuando finalmente regresamos por el corte (luego de que la Policía nos garantizara que no tendríamos problemas), algunas mujeres instigaron a sus cómplices a "detener" a las "chicas de las bicis" porque eran "antimineras". Por suerte, esto no pasó a mayores.
No obstante, y conociendo las formas de proceder de estas personas, hace unas horas formalicé la denuncia en la comisaría de Andalgalá, por cualquier represalia, de cualquier naturaleza (física, verbal, psicológica, simbólica o patrimonial) que pudieran ocurrir en contra de mi persona, de cualquiera de los integrantes de mi familia o de nuestros bienes materiales. Ahora, mediante este documento, los hago públicamente responsables de cualquier acto de violencia en contra de los que más amo.
Además, como ciudadana andalgalense quiero denunciar a los Gobiernos nacional y provincial por el estado de sitio y violencia que vive, por estas horas, Andalgalá. Son nuestras autoridades las máximas reponsables de lo que está pasando y de lo que pudiera pasar.
Estamos actualmente sitiados geográficamente, ya que el corte impide el paso de cualquier persona que se haya pronunciado en contra de la megaminería o a turistas con aspecto "raro". Sumado a esto, estamos sitiados a nivel expresivo e informativo, ya que estas patotas han interferido la radio comunitaria El Algarrobo, hace días cortaron el cable para que no viéramos la represión a nuestros hermanos de Tinogasta e impiden el paso de los medios de prensa nacionales. Por eso, no puedo menos que preguntarme dónde están la fiscal Martha Nieva y el juez Cecenarro en estos momentos? Es su deber garantizar el cumplimiento de la Constitución Nacional y los pactos internacionales que refieren a la libertad de expresión e información. No les tiembla el pulso para autorizar la represión del pueblo pacífico (ejemplos hay de sobra) pero obedecen calladamente al poder político y económico a la hora de garantizar derechos democráticos.
Todo esto deja claro que las patotas actúan con total impunidad, digitados desde las mismas empresas que co-gobiernan la provincia y el país.
Todo esto deja en evidencia, también, que ellos tienen miedo y por eso recurren a la agresión, las amenazas y los palos. Porque no tienen argumentos, sólo ambiciones.
En cambio, nosotros seguimos fortaleciéndonos. Anoche llenamos la plaza. Nadie nos ofreció vino, ni choripán, ni cocaína ni dinero, ni planes sociales. A nosotros sólo nos mueve el amor por la tierra, por la vida. El amor por Andalgalá.
Y la plata se acaba. El amor no.
Fuente: Red Latina Sin Fronteras.
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