Por Marina Schifrin, abogada, docente y militante de Bariloche
Cuesta entender por qué en democracia elegimos con el voto a legisladores, concejales, intendentes, gobernadores, presidentes, pero no a los jueces. Se dice que es porque no pueden estar condicionados por la opinión mayoritaria para impartir justicia, sino que deben intentar ser imparciales y ajustarse a la realidad de los hechos. Puede ser, se me ocurre que por ejemplo, en medio de la furia mayoritaria de la clase media por la “seguridad”, si los jueces se votaran tendrían que centrar sus campañas proponiendo “mano dura” para ser electos…sería lamentable.
No los elegimos, hay mecanismos constitucionales y legales para seleccionarlos, pero, NO PODEMOS SER CONVIDADOS DE PIEDRA. Dentro de poco se seleccionará un nuevo miembro del Superior Tribunal de Justicia de nuestra provincia. Quien resulte seleccionado, tendrá en sus manos decisiones que podrán tener incidencia sobre la vida, la libertad y los bienes de quienes habitamos suelo rionegrino. No es una tarea menor la que se le encomendará. No es poco el poder que concentra un juez del Superior Tribunal de Justicia. No es despreciable (en absoluto) su remuneración, su perpetuidad en el cargo (tal vez necesitemos debatir sobre la utilidad de esta perpetuidad y de esa remuneración tan elevada). Vivimos en una sociedad democrática, nuestro Himno reza: “Ved en trono a la noble igualdad”. No es posible que se otorgue semejante poder a un ciudadano, un igual a nosotros, uno más -pero que durante toda su vida (y la nues tra) decidirá sobre temas centrales para la vida individual y comunitaria de nuestra provincia- SIN QUE NUESTRA OPINIÓN SEA TENIDA EN CUENTA.
Debe impulsarse un profundo debate en la sociedad, debatir sobre qué juez queremos para qué Poder Judicial. ¿Queremos un Poder Judicial dependiente del Ejecutivo que acalle reclamos de los trabajadores estatales denegando amparos? ¿Queremos un Superior Tribunal compuesto por abogados de grandes estudios que jamás estuvieron en la “cosa pública” y siempre defendieron intereses particulares? ¿Queremos un Superior Tribunal integrado por jueces propuestos por Universidades Privadas a las que acceden quienes pueden pagar y en cuyos claustros rigen los principios de la Iglesia o de quien sostenga esa Universidad? ¿O queremos jueces propuestos por las Universidades Públicas con su dinámica pluralista e igualitaria? ¿Queremos acaso jueces que han sido cuestionados por discriminación o por favoritismo? ¿Queremos jueces que con sus fallos vayan marcando interpretaciones jurisprudencia les que den lugar a los derechos de los más débiles? ¿O queremos prolijos jueces que reproduzcan incansablemente un modelo de justicia muchas veces agotado?
Tenemos que debatirlo.
¿Un juez como el Dr. Zaffaroni? ¿Un juez como la Dra. Argibay? ¿O acaso jueces como Moliné O`Connor o Nazareno?
¿Puede acaso un juez ostentar cómo única formación su continuidad en el cargo o en el ejercicio de la abogacía? ¿O debe tener una preparación que supere la media de los otros jueces y abogados?
La experiencia indica que vivimos en una provincia injusta, la injusticia social es tal, que a veces la democracia suena como una palabra hueca. Vivimos en una provincia donde hay corrupción y mucha. Vivimos en una provincia donde la policía tortura y asesina. Vivimos en una provincia que necesita jueces que CUESTIONEN sin miedo al poder político en sus fallos. Esa es mi opinión. Habrá otras.
Que no nos sustraigan el debate, que se arbitren mecanismos para que exista un amplio debate y consulta popular sobre el tema: qué jueces queremos, para que modelo de Poder Judicial. Que no lo decidan entre bambalinas una élite de abogados y políticos. EL PUEBLO DEBE SABER DE QUE SE TRATA.
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