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lunes, 13 de diciembre de 2010

INFORME: EL BOLSÓN Y LA LEY DE MATRIMONIO IGUALITARIO

Por Brenda Rodríguez, Natalí Palma y Jessica Calvo

El Bolsón (CEM 10).- Uno de los acontecimientos más debatidos de este año en Argentina ha sido la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario, que extiende los derechos del casamiento legal a parejas del mismo sexo.
Quienes se manifestaron en contra de la ley entendieron que se vulnera el concepto tradicional de familia. Los que están a favor, en cambio, creen que esta ley es un logro histórico que equipara los derechos de todas las personas.
Se intentó tener una percepción de cómo este hecho político y social influyó en El Bolsón. La hipótesis de trabajo fue que, a partir del debate y la aprobación de la ley sobre el casamiento entre personas del mismo sexo, las personas homosexuales de El Bolsón tienen menos problemas en mostrarse tal como son ante la sociedad.

El contenido de la ley

La ley Nº 26.618 y Decreto 1054/10 establece que “el matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos, con independencia de que los contrayentes sean del mismo o diferente sexo” (artículo 2).
El artículo 42 deja aún más claro este punto: “Los integrantes de las familias cuyo origen sea un matrimonio constituido por dos personas del mismo sexo, así como un matrimonio constituido por personas de distinto sexo, tendrán los mismos derechos y obligaciones”.
En el artículo 4 dice que “los hijos matrimoniales de cónyuges del mismo sexo llevarán el primer apellido de alguno de ellos. A pedido de éstos podrá inscribirse el apellido compuesto del cónyuge del cual tuviera el primer apellido o agregarse el del otro cónyuge. Si no hubiera acuerdo acerca de que apellido llevará el adoptado, los apellidos se ordenarán alfabéticamente”.
Los homosexuales tendrán, en suma, los mismos derechos que los heterosexuales: posibilidad de la adopción, herencia y cobro de pensiones por fallecimiento de cónyuge.
Por otra parte, atiende el caso de personas con capacidad motriz reducida (artículo 3): “El matrimonio deberá celebrarse ante el oficial público encargado del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas que corresponda al domicilio de cualquiera de las contrayentes, en su oficina, públicamente”, pero “si alguno de los contrayentes estuviere imposibilitado de concurrir, el matrimonio podrá celebrarse en el domicilio del impedido”.
La Ley de Matrimonio Igualitario, además, quita la obligatoriedad a la mujer casada de llevar en su apellido la palabra “de” seguida del apellido del marido (artículo 38). Costumbre ésa que venía siendo cuestionada por ser expresión de una concepción machista de la pareja heterosexual: la mujer como “pertenencia” del hombre.

Tres entrevistas

Queríamos saber, como se dijo antes, si la nueva ley de matrimonio significaba una cambio real en a vida de las personas que han elegido una sexualidad distinta al modelo tradicional de pareja heterosexual. Para ello hablamos con tres vecinos de la Comarca Andina: Simón, de 36 años, diseñador de indumentaria; Karina, 40 años, psicóloga, y Majo, 34 años, operadora técnica de Radio Alas. Los tres participan de Puertas Abiertas al Sur, una organización local que lucha por el derecho a la libre elección sexual.
Reconocieron que la ley significó un reconocimiento de igualdad y un reconocimiento social por parte del Estado, lo que permite, entre otras cosas, el casamiento, la adopción y compartir los bienes. Simón sin embargo aclaró: “Nada muy importante ha cambiado en cuanto a mis valores, lo que quería hacer lo hubiese hecho con o sin la ley.”.
Con respecto a la posibilidad del matrimonio, Karina opinó: “Me gustaría casarme pero no en este momento”. Majo en tanto también expresó satisfacción por esa posibilidad.
Las historias de vida de ambas parecen ser un testimonio de la fuerte resistencia cultural al lesbianismo: Majo empezó a vivir como tal a los 23, Karina recién a los 27. Cuenta, por su parte, Simón: “Desde muy chico me di cuenta que era distinto. Mis amigos ya sabían lo que pasaba pero cuando me preguntaban yo lo negaba. Lo asumí a los 21 años, lo decidí después de 2 años de terapia. A los 24 años se lo dije a mis viejos. Al principio les cayó mal pero lo aceptaron luego.”.
Similar situación narra Karina: “Mi familia tardó muchos años en aceptarlo, pero lo tomaron muy bien y mis amigos y mis amigas.”.
Majo: “A mi familia le tomo mucho tiempo. A la mayoría de mis amigos y amigas les cayó bien, a muy no les gustó y rompimos relación”. Y explica que tuvo “mucho miedo cuando era adolescente” cuando se es más permeable a la evaluación social.
Siguiendo con los conflictos que pueden sobrevenir luego de reconocerse homosexual, Karina asegura que no fueron muchos, pero detalla algunos: “Por ejemplo no poder expresarme con mi pareja me genera conflictos, me da miedo, tristeza. También me generaba conflictos cuando a los hijos de mi actual pareja los cargaban en el colegio. Es por esa razón que ya no convivimos juntas.”.
En cuanto al plano laboral, los tres entrevistados coincidieron en que su elección sexual no condicionó las posibilidades de trabajo. Incluso “la favorece”, dice Simón, que diseña ropa.
Analizando el contexto ya más particular de El Bolsón, cada uno tuvo una apreciación distinta. Simón comentó: “No me siento aceptado, hacen mucha diferencia.”. Majo, en cambio, siente que la comunidad la trata bien, pero “falta hablar más sobre el tema”. Karina, por su parte, juzgó la zona de manera más positiva aún: “Siento que la gente me trata muy bien, que El Bolsón es una sociedad abierta. Pero a pesar de esto, no siento el valor o la valentía que debería tener para salir con mi compañera como una pareja normal.”.

Encuestas

Sólo a modo de sondeo, se realizó una encuesta entre jóvenes y adolescentes de la localidad. Los datos obtenidos no pueden tomarse como reflejo del estado de opinión de El Bolsón sobre el matrimonio igualitario, pero sirven como muestra y como incentivo para un estudio más profundo.
Menos del 30 por ciento de las personas consultadas expresaron no estar de acuerdo con el matrimonio entre personas del mismo sexo. Sin embargo, las resistencias se hacían más fuertes en cuanto se preguntaba por los detalles de la ley. Es el caso de la pregunta sobre la igualdad con los matrimonios tradicionales, en donde el 51 por ciento opinó que no deberían equipararse los derechos.
Casi el 50 por ciento, también, consideró que los matrimonios homosexuales no deberían tener hijos.
En suma, este acercamiento indicaría que hay una amplia aceptación de la libre elección sexual, incluyendo el casamiento. Pero respecto a los derechos y a la posibilidad de tener hijos o adoptarlos, parece haber una división en similares proporciones entre quienes no están de acuerdo y quienes están a favor.

Conclusión

En El Bolsón, a diferencia de otros lugares, no se percibe mucha discriminación o conflictos con personas homosexuales. Tanto las encuestas como el relato de los entrevistados apuntan a un fenómeno cultural de esta época: la aceptación cada vez mayor a la libre elección sexual. Pero también hablan de algunas resistencias que perduran de la matriz cultural tradicional.
En dos entrevistas se reconoció que la ley de matrimonio igualitario significaba avances no sólo legales sino también simbólicos: el reconocimiento del Estado.
Con todo, la sanción de la ley no afectó directamente la vida de gays y lesbianas. Más bien, la ley misma parece un efecto más de un largo proceso de cambio cultural.

Bibliografía:

Registro Civil de El Bolsón.
Entrevistas.
Encuestas a jóvenes de El Bolsón.
http://www.eldiario24.com/nota.php?id=203264#Top
Ley de Matrimonio Igualitario