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martes, 22 de junio de 2010

CARTAS DE LECTORES: DE UNA DOCENTE DE BARILOCHE

CARTAS DE LECTORES: LAS DOS BARILOCHES

Para quién nació en la Bariloche oculta, lo que ocurrió hace unos días no es novedad. Es tan triste como la realidad cotidiana de los barrios del Alto. Sólo que esta última es silenciosa. Cuando supe de las dimensiones de lo ocurrido, pensé que algunas veces la gente se cansa de la injusticia.

No voy a contar nada que no haya vivido. Crecí alternadamente entre los barrios Los Abedules y El Frutillar. A la vera de este último barrio se encuentra el famoso centro de esquiadores Piedras Blancas. Los cerros son propiedad privada. Lo descubrí cuando tenía 8 años. Ante el frío, fuimos con mi madre a buscar leña seca al cerro, que estaba muy cerca. “Esto es propiedad privada”, nos dijo un guardia mientras nos apuntaba con una escopeta antes de que osáramos cruzar el alambrado que separaba “El barrio” de “El cerro”.

En general, se argumenta que está prohibido sacar leña seca de bosques y montañas con argumentos de cuidado medioambiental. Pero, por ejemplo, para ampliar las pistas de Piedras Blancas se tuvieron que talar miles de árboles. Luego, los gobernantes hablan del turismo como una “opción ecológica”.

Les puedo asegurar que se vive una adolescencia “idílica” en el Alto barilochense. Por ejemplo, con muchos de mis compañeros/as del secundario conocimos el cerro cuando teníamos cerca de 17 años. Nos llevó una profesora en una salida escolar. La verdad, pasamos mucho frío porque ninguno de nosotros tenía ni la ropa ni el calzado adecuado para subir al cerro. En lo personal, desconozco la mayoría de las “atracciones” turísticas de esa ciudad. Nosotros/as habíamos nacido en el paraíso pero fimos expulsados de él.

Más de una vez, alguna amiga me contó que le dolía el estómago porque tenía mucha hambre. Una de ellas, tuvo que regalar el caballo que había ganado en un sorteo porque no tenía pasto para darle, viviendo al lado del cerro Otto, en las 34 hectáreas.

Una parte de mis compañeros, los morenos, tenían miedo de bajar al centro, ya hace una década, porque se los podía llevar la policía. Los motivos; muchas veces por tomar una cerveza en los “palos” (postes ubicados en la parte trasera del Centro Cívico). Pero hay un pequeño detalle. Los jóvenes neonazis, de los cuales hay muchos en la Suiza de la Patagonia, hacían exactamente lo mismo. Nunca vi que la policía los apresara. Mucho menos cuando le daban una paliza a algún chico por el sólo hecho de ser “negro”.

Estudiar, cuesta mucho en el Bariloche pobre. Muchos de esos “negros”, caminaban entre 1 y dos horas (ida y vuelta) para ir al colegio. A las 6 de la mañana, con 5 grados bajo cero y sin la ropa adecuada es “toda una experiencia”.

Finalmente, sería interesante mencionar que las nevadas, tan bellas para el turista, son verdaderas pesadillas para quien no tiene una vivienda adecuada. Durante el gobierno de Chiche Costa, vino una gran nevada. La Intendente no quiso declarar la emergencia para no espantar a los turistas. Fueron los mismos vecinos quienes comenzaron los planes de rescate de, por ejemplo, los abuelos cuyas casas habían quedado atrapadas bajo la nieve.

Cada vez que menciono que nací en Bariloche, la mayoría me dice “qué suerte, qué lindo”. Muchas veces me quedé callada. En mi opinión, toda esta situación de los últimos días es producto de la mentira. La Suiza argentina. La Bariloche blanca y próspera, no es más que la mentira de una ciudad construida a espaldas de sus habitantes.

Lorena Vargas

Prof. de Historia

29941203