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martes, 6 de abril de 2010

PENITENCIARIOS NEUQUINOS AL BANQUILLO POR ASESINAR A UN PRESO

Neuquén, 2 de abril de 2010 (Agencia Walsh).- La tenacidad de los que no se rinden logró romper la “Omertá” que hasta hoy encubría el atroz asesinato de Argentino Peloso Iturri a manos de 15 penitenciarios, de la Unidad 9 de Neuquén. Todos serán llevados a indagatorias en los próximos días. Omertá es el término que con el que la mafia siciliana designa el pacto de sangre y silenciamiento que deben respetar sus miembros. En Neuquén ésta no funciona para apoderarse de “territorios” de los poderosos. Por el contrario, descarga toda su ferocidad contra los más vulnerables.
De ese modo, la jueza federal Margarita de Arguelles, la dirección nacional del Servicio Penitenciario Federal, el ministro de Justicia Alak y el jefe de Gabinete Aníbal Fernández, baluarte de los kirchner, fueron –entre otros- parte de la trama de complicidades que se mantiene, desde abril de 2008. A la vez, este homicidio en el interior de una cárcel federal donde, supuestamente, el Estado debe garantizar la vida de los seres humanos que resolvió encerrar, exhibe la profunda vocación estatal por los crímenes y abona una verdad sin atenuantes: el encierro tras las rejas es la segunda causa de muerte después del gatillo fácil.
Así, en los próximos días serán llevados al banquillo: Carlos Vergara, Orlando John, Ángel Pablo Muñiz, José Walter Quintana, Javier Pelliza, Pablo Sepúlveda, José Retamal, Manuel Campos, Fabián Ruiz Díaz, Daniel Romero, Miguel Ángel Carrilao, Juan Carlos Heredia, Héctor Oscar Ledesma, Daniel Huenul, Jorge Sosa. Todos están imputados en la serie de hechos criminales que terminaron con la vida de Peloso y entre los 15 se encuentran altos jefes de la U-9 y hasta el médico del penal, especializado en tormentos.

“Hubo torturas seguidas de muerte con sobradas evidencias”
En diálogo con la abogada María Angélica Acosta (32), quien además de pertenecer a Zainuco, organismo de Derechos Humanos, es querellante por la Procuración Penitenciaria Nacional, se van deshilvanando las circunstancias del crimen y la sólida argumentación del castigo

-¿Cómo llegó Peloso Iturri la U-9 de Neuquén?
-El venía trasladado desde la cárcel de Ezeiza donde ya lo habían golpeado mucho. Se que fue trasladado de varias cárceles y en todas lo molieron a palos, se la tenían jurada. Llegó un sábado y le hacen una “bienvenida” (paliza entre varios cobanis con palos, escudos y otros). Y acá la “bienvenida” tiene un agravante: hay una bomba de bomberos con la que con la que te tiran un chorrazo de agua fría. El martes siguiente le pegaron en la celda, luego también en la enfermería y así murió. Ese 8 de abril lo van a buscar a 10 de la mañana tres agentes penitenciarios a su celda y ahí sus compañeros de las celdas de castigo del pabellón lo ven. Y él pedía ayuda y por favor que lo lleven a la enfermería. Los agentes le vuelven a pegar con patadas y con bastones reglamentarios lo esposan y lo trasladan a la enfermería. Cuando llegan ahí se suman otros 6 agentes más.

-¿Qué pasa en la enfermería?
-Ahí llega a los golpes durante todo el trayecto y todo el mundo ve que el se cae y hace tres escalones arrastrado, le siguen pegando y el grita “basta de pegarme”, repetidas veces. La nariz le sangra. Entran a la enfermería y ahí se suman otros agentes más, le quedan huellas de los borceguíes en el cuerpo y también le en pegan con palos, con ensañamiento hasta su muerte.

-¿Qué dijeron los penitenciarios sobre la muerte de Peloso?
-Ellos dicen que estaba en una situación de excitación psicomotriz y totalmente alterado, que mordió a los agentes penitenciarios. Que ellos en todo momento lo quisieron cuidar y cuando lo llevan a la enfermería le aplican una dosis de Diazepam, un medicamento para tranquilizarlo. Cuestión que cuando se empieza a investigar bien la causa surgió que en realidad había sido golpeado brutalmente y que esa dosis de Diazepam jamás se le suministró. Se afirma que murió de “muerte súbita” y “paro cardiorrespiratorio”. Claro que los testigos y las evidencias desmienten categóricamente esta versión.

-¿Cómo fue el desarrollo de la causa?
-Cuando se eleva al juzgado federal, la jueza a cargo en ese momento era Margarita Arguelles y fue un desastre. Una vez que se constituye como querellante la Procuración Penitenciaria empezamos a pedir medidas de pruebas determinadas para que la perito médica se expida, como los libros de las requisas, por ejemplo. Para más o menos ver quien estuvo involucrado, para informarse de a situación. ¿Que pasó? todas esas medidas de prueba nunca eran proveídas, es decir que la jueza nunca se expedía. Por caso, llámese a la perito para que se expida sobre estos puntos que pide la querella. No decía nada. Entonces nosotros presentábamos escritos y nunca se no se expedían, en realidad es un obligación que a los 3 días o como mucho a los 5 se tiene que expedir.

-¿De qué modo lo vivió personalmente?
-Muy mal, con mucha frustración porque había una clara denegación de justicia. Yo iba a ver el expediente y siempre me decían “está adentro”. Presentaba escritos y en el expediente no aparecerían entonces empezamos a presionar y pedimos en noviembre que se eleve la causa a la fiscalía y nunca se la llevaron. En enero y febrero presento escritos y despachos para que se expidan rápido, algunos no aparecen en el expediente. Y alguien que esta ahí dentro me dice que el secretario esta en connivencia con el encargado de la U9. Ahí recurrimos a la Cámara y denunciamos a la jueza por “retardo de justicia” y ahora tenemos una nueva jueza y otra fiscal. La fiscal es muy reconocida porque trabajaba en el poder judicial de Neuquén y renunció por todos los atropellos que había. Ella es la fiscal en los juicios por genocidio. Para nosotros es un alivio.

-¿Qué responsabilidad le adjudica a la dirección nacional Penitenciaria en el encubrimiento?
-En realidad ellos son los que dirigen y saben perfectamente lo que esta sucediendo en las cárceles. En un primer momento fue una cuestión netamente interna de la Unidad. Y la investigación que hacen los penitenciarios de la Unidad 9 fue un manto de impunidad. Creo que ni la han visto que las autoridades nacionales, sí saben que murió Peloso, y eso es “moneda corriente”. Si han pedido informes yo lo desconozco. Peloso es uno más de los muertos que aparecen en las cárceles federales. Es que siempre hay una responsabilidad hacía arriba porque existe un desprecio por la vida para saber que pasó. Y no cabe duda que Peloso fue muerto a palos por los agentes penitenciarios. ¿Pero cuántos presos son pegados por los agentes penitenciarios? Uno más, habrán dicho. Pero hasta ahora, no surge de ningún lado que alguien haya sido sancionado.

-¿Cuáles son las expectativas de ustedes en este caso?
-Que se condene a los responsables porque acá hubo torturas seguidas de muerte con sobradas evidencias. Porque en la realidad diaria y cotidiana vemos que los agentes de la actividad penitenciaria son solamente investigados por unas meras vejaciones o apremios ilegales y nunca son condenados por el delito que tienen que condenarse. A veces, muchas veces, ni siquiera son investigados. Creo que el hecho de que haya 15 personas imputadas y que no se paralice la investigación y que la justicia empiece a dar un poco de respuesta distinta a todos los casos que se vienen planteando es positivo. Porque a nosotros, a Zainuco, se nos prohíbe la entrada y nunca pudimos entrar como miembros de este organismo a la U-9. Porque que ingrese un organismo de derechos humanos significa que alguien fiscalice, que controle, que vea, que observe, que escuche, que salve vidas. Y las cárceles están diseñadas para que nadie entre y nadie pueda decir nada. Pero en este caso concreto creemos que puede haber un rumbo distinto. Queremos justicia. Ni más, ni menos.

Testimonio de un ex preso que estuvo dos años en la U9

“Mi nombre es Andrés Amed”, dice el joven hombre que está en la mesa el bar frente al grabador. En sus brazos pueden verse unos 20 cortes de faca y en sus ojos cierta tranquilidad firme. Se le advierte que no es necesario que diga su nombre y apellido, que ya está prendido en grabador. Pero él insiste. Si bien Amed estuvo en la U-9 antes del asesinato de Peloso, el régimen diario que describe es ilustrativo por si hiciera falta ilustrar.

-¿Quisiera que me relates tu paso por la U9?
-Yo llegué ahí en el abril de 2006 y estuve hasta creo que setiembre de 2007. En ese momento estaba todo jodido, entonces te podían pegar una semana entera.

-¿Como te pegaban?
-Ahí de un principio te hacían correr, no podías caminar, tenías que correr cabeza agachada. Y te pegaban hasta sacarte huella. Te daban con la mano, con el pie, con los palos, con todo. Te mandaban a los buzones y los buzones tienen como un sótano tiene un subsuelo donde hay una ellos tienen la bomba de agua tipo bombero, y te dicen “hace patito”, te desnudan todo y te tiran con la bomba, eso con agua fría para que los moretones y los golpes no se note tanto. Imaginate que en invierno con el agua fría acá en Neuquén...

-¿Qué pasaba durante la permanencia en el “buzón”?
-Te pegaban las dos guardias, cuando se hacía el antes y después del recambio. Ahí todo desnudo, cuando vienen ellos tenés que estar desnudo, salís, te revisan y te pega esa guardia también con patadas, palos, piñas y yo creo que nos pegaban 25 minutos ahí abajo hasta que se iban. Muchos presos dicen que la U-9 es donde más cobrás de todas las cárceles federales.

-¿Cómo era la represión en un día cotidiano?
-Psicológicamente te marcan todos los días, está el celador que es el que el que te abre la puerta y después están los oficiales y no podía mirarlos a los ojos, no podía ni levantar la mirada cuando ellos pasaban, cuando ellos pasaban vos tenias que darte vuelta hacia la pared y mirar la pared hasta que ellos terminaban de pasar, y recién después vos podías seguir caminando. Ante cualquier error te cagaban a palos. He visto gente que la han quebrado, fracturado, en brazos, piernas, costillas

¿Y el médico te atendía?
-(Carcajadas) No el médico también te pega.

-¿Te acordás el nombre?
-No me acuerdo, nunca me acordé, nunca le pregunté pero era jodido el médico. Él mismo te decía que ahí no podías decir que te habían pegado los cobanis, que ahí vos tenias que decir que te caías en el baño o haciendo deporte. Entonces él certificaba. Y si vos le decías que te había pegado un policía, él certificaba como que los golpes tuyos eran lesiones por caída.

-¿Y en qué momento te pegaba el médico?
-Cuando entrabas lastimado, apenas entré el médico me pegó.

-¿Por qué insistís en dar esta nota con tu nombre y apellido?
-Porque es verdad lo que digo, porque me hago cargo de mis decisiones y porque espero que sirva para terminar todo lo que le hacen a tantos pibes que no merecen ni las palizas ni la muerte.

El contundente testimonio de Amed complementa las palabras de Ángeles Acosta. La Unidad 9 de Neuquén no es la excepción en las cárceles de mala muerte de la Argentina. Sin embargo, es en esta ciudad donde en abril serán llevados al banquillo 15 penitenciarios federales, y en mayo 27 policías afectados a las cárceles provinciales marcharán a los tribunales acusados de torturar sin interrupciones durante 4 días a decenas de presos. La “Omertá” asesina de la capital del Comahue es una cloaca a punto de estallar. El excremento tapará a algunos y salpicará a muchos. Mientras tanto, la sólida movilización popular pide castigo. En esta tensa puja, el reclamo de justicia se impone al silenciamiento de la sangre de los hijos del pueblo vertida con saña por los grises penitenciarios. Qué así sea.

Oscar Castelnovo