El Bolsón (ANPP).-Cada sábado en Música y Noticias,el informativo de Radio La Negra, nos damos una vuelta por Nuestramérica, porque para entender nuestra realidad, es preciso mirar amplio, abrir los sentidos, recuperar las experiencias y habilitar la creatividad.
Les invitamos a compartir miradas, análisis e ideas que aparecen en la charla con Carlos:
Carlos García: Buenos días Radio La Negra,
buenos días a la Argentina, ese país del sur que nos compromete también a los
del norte de este continente, al norte de Sudamérica, a construir una patria
grande. Por acá en la tarea, como diría Pichón (Rivière),
de construir proyecto y futuro.
Radio La Negra: Carlos García es compañero
que habita Venezuela, es venezolano. Carlos, qué lindo saludarnos de esta
manera, así, uniendo el norte y el sur de América del Sur.
CG: Así es, creo que es una tarea
pendiente de un proyecto que aún está en ciernes, proyecto inacabado; ese
abrazo entre San Martín y Bolívar que quedó en espera, un abrazo de pueblos
nuestroamericanos. Y en ese afán o en ese espíritu es que tenemos que
encontrarnos, al parecer, porque definitivamente la gente, independientemente
del signo político, está pensando en un proyecto que muchas veces es distinto al
nuestro, ¿no? O tal vez el nuestro es el que tiene que ser siempre conversado,
dialogado, construido siempre…
RLN: Tal cual. En esto de ser
educador popular y de estar trabajando en la Red Latinoamericana de Arte y
Salud Mental como una estrategia, justamente, de construir ese proyecto que
decís, últimamente se está hablando mucho de la decolonización, de poder pensar
cuáles eran nuestros proyectos. Y digo ‘nuestros’ y ‘cuáles eran’ porque hay
pensadores latinoamericanos que desde hace muchísimo tiempo vienen pensando en
una construcción otra, que incluso las construcciones revolucionarias que nos
vienen de otros lados.
CG: Sí, es un desafío, no sólo el
pensar, sino ahora poner en el terreno de lo concreto cuáles son las prácticas
de la decolonización. Y cuando uno o una ha atravesado por esa palabra,
decolonización, y está en búsqueda de esa práctica, empieza a resquebrajarse
toda una forma de hacer la vida o de producir la vida, una forma que ya para
nosotros se va convirtiendo en una suerte de forma patológica de reproducirla.
La que conocemos como el capital y todo esto, que a veces nosotros lo hablamos
muy abstractamente pero que en el plano de lo cotidiano se ve muy presente en
las formas de relación que se tiene entre los sujetos, entre las personas;
nosotros mismos con la tierra, con los animales, cómo los tratamos. Y en ese
afán, entonces, ¿cuál y cómo sería una práctica de decolonización desde la vida
cotidiana? Con la tierra, con nosotras, con nosotros Con los compañeros, con
las compañeras; con los viejos, las viejas nuestras, los ancestros, que en
nuestra cultura están tan dejados de lado. Con los niños, que son vistos
también como cosas. Digo así, ‘cosas’ que tienen que aprender para que se
conviertan en adultos funcionales a este modo de reproducir la vida. Entonces,
en algunos diálogos, en algunas reflexiones, hemos aterrizado en que, para
pensar decolonialmente, hay que estar aún más fuera de la ciudad que adentro de
ellas, porque a fin de cuentas la ciudad es el modelo reproductor de ese proyecto
civilizatorio llamado modernidad y de repente en el campo están otras
respuestas, otra relación con el mundo, con la tierra, de la cual tenemos que
aprender muchísimo.
RLN: En esto que decís, las
pantallas -ya sean de teléfono, de televisión, tablets, computadoras- juegan un
rol fundamental en la colonización cotidiana de tantos hermanos y hermanas,
¿no?
CG: Sí, la realidad está mediada
por el dispositivo digital. Uno se pone a revisar o a mirar alrededor y la
mayoría de la gente pasa su mayor tiempo de vida dentro de cuatro paredes y
ahora no sólo dentro de cuatro paredes, sino dentro del cuadradito del
dispositivo digital, y no se atreve, de repente, por allí, a echarle el ojo
hacia un lado para ver qué hay más allá, o más acá, porque a ratos ni siquiera
al que tengo al lado lo estoy mirando, sino que estoy mirándolo o escuchándolo
a través de la pantalla. De repente, por allá, el dispositivo digital te impide
la vinculación con lo cotidiano, con eso que se tiene de frente, y comienza el
sujeto también a vivir una vida que no le pertenece ni siquiera, que no es
suya. Y creo que antes bajaron con la cruz y con la espada, y ahora vienen con
dispositivos digitales y metralletas.
RNL: Nunca abandonaron las
metralletas, tampoco. Nunca abandonaron la opresión armada, concretamente.
CG: Nunca. Y también el marco en
que eso se fue legitimando. Si uno va, por allá, a buscar algunas películas muy
taquilleras de Hollywood de los años 80, 90, vemos que toda la narrativa está
puesta sobre el tema de la guerra; ahora más. Pero aquello era el heroicismo,
por ejemplo, de un Rambo o un Schwarzenegger, y eso se fue incorporando también
dentro del sujeto colonizado como referente a seguir y despreciamos lo nuestro
o nos veíamos débiles, como es el caso de los vietnamitas en Rambo, o los
afganos, también en Rambo, y me parece que por allí comienza también a
legitimarse la posición del colonizador sobre nosotros mismos.
RLN: En este sentido, de poder
pensar en la construcción de un proyecto nuestroamericano, Venezuela ha
avanzado varios pasos con respecto a otros países hermanos. ¿Cómo se vive eso
por allí?
CG: Voy a hacer un recuento lo
más sintético posible para darle sentido a esa pregunta. Con Hugo Chávez
avanzamos en ese proyecto histórico de ese abrazo que quedó pendiente entre San
Martín y Bolívar, y de los pueblos que sustentaban y la gesta de San Martín y
Bolívar, que le daban sentido. El proyecto constituyente del año 98 hizo un
reconocimiento distinto de un sujeto que estaba históricamente negado. En el
artículo n° 5 de la Constitución se habla de una democracia protagónica y
participativa que, si no me equivoco, por ejemplo, la Argentina dice que el
pueblo no deliberará sino a través de sus representantes. ¿Es así?
RNL: Sí.
CG: Acá no, acá la democracia
está puesta en el pueblo como sujeto y no como objeto representado. Eso le dio
una característica al pueblo en que ya se asumiera como constructor de su
propio destino, decisor de su propio destino. Y con Chávez a la cabeza sentimos
eso muy cerca y posteriormente se crearon una serie de leyes orgánicas que nos
permitieron a nosotros ir desmontando de ciertas formas del aparato burgués,
hasta un punto. Eso se llamó, en parte, la Ley orgánica de comunas, por
ejemplo, de consejos comunales, en la que se le da también la administración de
espacios territoriales, pero también la administración de los presupuestos
solicitados por parte de los consejos comunales a través del Consejo Federal
del gobierno para la ejecución de distintos proyectos en el campo socioproductivo
y también en el campo de infraestructura. Pero esa condición -por llamarla de
algún modo- objetiva, también tenía, de cierta forma, un condicionante
subjetivo que nos dificultó la incorporación concreta o completa de ese afán
liberador. En los últimos años hemos visto una disputa interna y externa de la
imposición del otro proyecto que ya conocemos todos en nuestro continente, que
es un neoliberalismo, en el caso nuestro ahora potenciado por el tema de las
sanciones. Estamos contra la luna y a veces cediendo un terreno que es muy
delicado, que es el terreno del plano de lo concreto, por las mismas
condiciones materiales de alimentación, de indumentaria, de infraestructura,
que nos llevaron a condiciones muy fuertes, en que un salario mensual de un trabajador
de la administración pública era de un promedio de 3 dólares mensuales. No es
muy diferente ahora, que son más o menos 12 dólares mensuales. Sin embargo, la
revolución, como dijo Chávez en algún momento en un discurso, si no me
equivoco, en el 2006, cuando es incorporada por el pueblo, pudo darse el lujo
de perderse porque va a resucitar desde el pueblo mismo. Y creo que ese es el
sentido de lo que se ha avanzado en términos de que Chávez, como un emergente
histórico de un proceso que tiene más de 200 años, lo que hizo fue ser portavoz
de un sentir de un pueblo que estaba históricamente negado, ninguneado, y que,
en este caso, se puso sobre la palestra el campo de lo político. Creo que en
algún momento el pueblo va a volver a tomar esas riendas, no sé cuándo ni cómo,
pero creo que va a ocurrir; y ahora nos encontramos en un proceso de
reorganización a nivel interno, sobre todo en el plano de los consejos
comunales o de las comunas, sobre todo en las del campo rural, que están
intentando pensar cómo producir la tierra de otra manera. Por eso digo que el
desafío está puesto en el campo rural y, de alguna manera, ruralizar la ciudad,
ese diálogo entre ciudad y campo, que tiene que ser distinto. En la ciudad se
acostumbra consumir lo que se produce en el campo pero nunca se pregunta cómo
produce el campo.
RNL: Esto que resumís muy
claramente da un poquito de temor porque uno tiene también esa idea y esa
educación, que no viene de otro lado que del capitalismo, de que las cosas se
adquieren y, una vez que uno las tiene, son de uno y nadie se las va a sacar.
Esa idea de la propiedad privada traspolada incluso a los procesos, a las
ideas, y sabemos que eso no es así, que justamente la revolución se revoluciona
todos los días o deja de serlo.
CG: Asimismo. Te atajo allí
porque creo que es importante permanentemente reflexionar qué es revolución,
hasta dónde es revolución, porque, a fin de cuentas, si la revolución es una
idea fija, termina siendo un futuro predeterminado y lo que hace es matar a la
creatividad.
RLN: Tal cual.
CG: Y creo que, para enlazar con
el campo de la salud mental, que la salud mental tiene que ser una práctica
popular, una práctica de los pueblos mismos, tiene que ver con la recreación
permanente de sus condiciones de vida. La creatividad en las formas de poder
representar y hacer la vida y producirla de otra manera; poder recrearla de
otra manera. Y dentro del capital eso es
imposible, entonces hay que buscar fuera del capital. Y ahí están los múltiples
pueblos que existen fuera de lo que llaman modernidad. Acá, en Venezuela,
existen más de 43 pueblos vivos, con todo su mundo, que pueden enseñar, que
pueden hablarnos, que pueden decirnos cómo se hace la vida de otra manera. Y en
el continente no sé cuántos pueblos habrá distintos al habla de la lengua
española o portuguesa que pueden mostrarnos otra forma de hacer la vida, otra
forma de producirla. Y la salud mental creo que está puesta en ese terreno, en
cómo se hace la vida, en cómo se consume también lo que se produce, en cómo,
entonces, se va creando el arte a partir de lo que va entretejiéndose entre el
pueblo, entre lo que le va ocurriendo a cada quien con la forma de producirla,
lo que va dialogando; en cómo va incorporándose en el mundo de cada quien,
después se transforma en una suerte de diálogo interno que tiene que salir
hacia afuera con arte, con pintura, con escultura, con otras formas también de
poner afuera lo que le ocurre a la persona adentro. Creo que ese proceso es el
que está allí, siempre germinando; una germinación permanente, una suerte de
recreación latente que intenta salir pero que a veces nos cuesta un poco y que,
a fin de cuentas, en la medida en que dialoguemos entre pueblos, podemos
compartir eso que está allí muy poco dicho, muy poco conversado, muy poco transcrito,
traducido en el arte, que se va a ir constituyendo en una forma de expresión
que, hasta ahora, están allí, como represadas.
RLN: Y el arte también traspolado
al hacer revolucionario porque, donde no hay camino, hay que inventarlo. No
podemos intentar repetir recetas anacrónicas y descontextualizadas. Cada espacio
necesita sus propios creadores y creadoras de esos caminos.
CG: Así es. Voy a hacer acá,
aprovechando el espacio, algo de analogía entre ese proceso creador y lo que
estamos viviendo acá, políticamente, en Venezuela. Por efecto del bloqueo,
estamos siendo llevados u obligados a apelar, para sortear las sanciones, las
medidas coercitivas, a un paquetazo, a medidas neoliberales clásicas, el shock
monetario clásico, en que se reduce el consumo, se reduce el salario de la
administración pública, los embajadores de los privados también, para que no
haya, supuestamente, exceso de liquidez, inflación y todo aquello que ustedes
también están viviendo un poco. Esa forma tradicional de pensar lo económico
nos está llevando a un plano en que hay un retroceso muy fuerte en los avances
del campo popular y del proyecto nuestroamericano planteado por Hugo Rafael
Chávez, en el proyecto que llamaron Plan de la Patria 2013-2019, y ese proyecto
histórico retomado de Bolívar y más atrás de él. Hay otra propuesta que
pudiésemos llamar, hasta a un punto, creadora, es un riesgo, pero una propuesta
más creativa, que es lo que llaman indexación. Esa propuesta de indexación que
hacen algunos economistas que están también de este lado, apoyando un proceso
de liberación, un proceso de construcción distinta, se ancla en una propuesta
que es más cercana a nosotros y que, además, no pauperiza el salario, por
ejemplo. Pero dentro del establishment que está ahora cercano al gobierno nacional,
que además está articulando, de cierta forma, con algunos capitales, hasta con
el Fondo Monetario Internacional, en algunos diálogos y discusiones, estamos
viendo que esa propuesta de sanción es peligrosa para ese proyecto, que es lo
mismo de siempre, esa receta conocida llamada neoliberalismo, ahora tal vez de
nuevo cuño que se está tratando de entrar a través del shock que nos aplican.
La pregunta es: nuestros propios intelectuales, nuestros propios procesos,
tienen que parir nuestras propias teorías, tienen que dar cuenta de nuestra
propia realidad, tienen que resolvernos de lo que sentimos, de lo que pensamos,
de lo que nos ocurre. Por eso decimos siempre que pasa por cómo se produce lo
que se come, cómo se consume lo que se produce y cómo después eso que se
produce y que se consume, cómo se vuelve arte, cómo se recrea, cómo se traduce
en el contenido artístico que, al fin de cuentas, es lo que va a ir de
generación en generación.
RLN: En este planteo que se están
haciendo desde la Red Latinoamericana de Arte y Salud Mental allí en Venezuela,
¿cómo están concretando ese proyecto?
CG: Acá, con Ale, que lo
entrevistaste la semana pasada, armamos hace una década una escuela de
operadores sociales para la salud mental. Ya sabemos que el enfoque de ser
operador para la salud mental es constituirse como agente de cambio. Y no es
cualquier cosa hablar de agente de cambio; es ir muchas veces contra todo
aquello que en parte también somos y que, ahí, se constituye una suerte de
tensión muy fuerte porque es contra uno mismo, al mismo tiempo en ir hacia ser
otro. No es cualquier tarea. Y esa escuela de operadores sociales para la salud
mental, por efecto, ocurrió acá en el 2014, hacia el 2022, 0 2021, nos llevó a
un estado repliegue muy, muy complejo. La escuela vuelve a retomarse
aproximadamente hace un año de nuevo su fuerza, y nos estamos vinculando desde
la Red Latinoamericana de Arte y Salud Mental para empezar a pensar y a hacer
desde el arte una práctica que permita a aquellos que están subyugados por el
sistema represivo psiquiátrico que todos conocemos una forma de pensar la salud
y de hacerla, distinta. Lo que plantea el compañero Alberto Sava, del Frente de
Artistas del Borda, que para nosotros es una de las experiencias de mayor
ahínco, de mayor énfasis en el continente, como experiencia concreta de cómo se
hace una experiencia de salud mental distinta, cómo se piensa, cómo se practica
eso de la salud mental. Estamos pensando en talleres y haciendo talleres que
tienen que ver, en nuestro caso, con cómo la pintura o la escultura, por
ejemplo, que es lo que estamos hasta ahora empezando a arar, va permitiéndole a
la persona ir comunicando cosas que desde adentro no puede. Y en esto de la
salud mental, en esto del arte, es una forma de comunicación; el arte permite
comunicar cosas que a ratos de otra manera es imposible hacerlo. Y a partir de
allí, entonces, va apareciendo una forma de comunicación que se va a ir
decodificando entre los actores. Lo que ahora nos estamos planteando, en las
últimas reuniones de la Red, cómo trabajar no sólo desde el campo psiquiátrico,
dentro de los muros, y trabajar más ahora en términos de la prevención, más en términos
de lo comunitario, y eso nos llama a nosotros bastante la atención; cómo
empezar a crear las condiciones de prevención de la enfermedad mental, la
prevención de las condiciones que generan la enfermedad mental. Y creo que el
arte, que es una de las prácticas que en este sistema muchas veces, o casi
siempre, le está prohibido al pueblo, es la práctica que necesitamos como un instrumento
que va a permitirle a la gente poder dialogar cosas que de otra manera sería
casi imposible. Eso le permitiría, o nos permitiría a nosotros, crear espacios
de diálogo, de comunicación que, hasta ahora, está prohibido o muy, muy
limitado para el campo popular.
RLN: Bueno, Carlos, re
interesante el proyecto. Ojalá podamos seguir en contacto y viendo cómo
evoluciona este proyecto y este proceso que están encarando allí y que,
entiendo, va a tener también su correlación en distintos puntos de
Nuestraamérica. Iremos recorriendo a los distintos referentes de esta Red en
los distintos países para que nos vayan contando un poco en qué se traduce en
cada uno de los territorios.
CG: Así es. Nosotros esperamos,
acá en Venezuela, para finales del año organizar el primer encuentro de arte,
poesía y salud mental, en el que seguramente estaremos compartiendo a través de
esta radio, de ustedes, como compañeros, que también hagan un poco de eco de lo
que se viene haciendo en la Red lo que haremos acá, y con gusto nos
comunicaremos y compartiremos algo del material que salga por acá.
RLN: ¡Cómo no! La radio está a
disposición de todos y todas ustedes.