El Bolsón (ANPP).- Compartimos nuestra Editorial Rojinegra de esta semana:
¡Se está cayendo la “democracia” en Jujuy!
No hay democracia sin determinación. (escuchado por ahí)
En estos días, en el marco de grandes movilizaciones de docentes y otros grupos de trabajadores y organizaciones sociales en Jujuy; su gobernador Gerardo Morales junto a seguidores políticos, impulsan una reforma constitucional sin precedentes.
La reforma parcial de la Constitución de Jujuy avanza con rapidez, este proyecto se conoció el 1 de junio, ocho días después de iniciada la Convención Constituyente, lo cual es bastante llamativo. Digamos, ya estaba todo pensado y organizado. Se denuncia la falta de difusión de las sesiones, que no son públicas y no muestran registros taquigráficos.
Esta reforma recorta la libertad de expresión, elimina las elecciones de medio término, establece "vías rápidas y expeditivas" a favor de titulares registrales en la disputa de tierras con comunidades originarias, entre otros aspectos cuestionados y que motivan el rechazo de un amplio sector social que incorporó la consigna "No a la reforma" en sus movilizaciones y marchas. Así el rechazo de distintos sectores sociales de Jujuy, se hace escuchar y se expresa con mayor fuerza en el marco del plan de lucha docente.
El oficialismo viene imponiendo su mayoría para avanzar de manera rápida y resolutiva, rechazando y evitando la participación de referentes de organismos de derechos humanos que no pudieron hacer aportes al proyecto que propone el mismo oficialismo; quienes denuncian recortes de derechos a través de las modificaciones en 193 de los 212 artículos que tiene la Constitución vigente, aprobada en 1986.
Pareciera que Morales juntará la suma del poder público; ya que esta reforma establece que "el partido que obtenga la mayoría de votos en las elecciones para Gobernador, obtendrá la mitad más una de las bancas de la Legislatura".
Para rematar y en sintonía con otros gobiernos provinciales se pondrá, como el de Chubut, a la cabeza de la criminalización de la protesta social; esta reforma instaura el "Derecho a la Paz Social y la Convivencia Democrática Pacífica" y prevé "la expresa prohibición de cortes totales de calles y cortes de ruta, así como toda otra perturbación al derecho a la libre circulación de los habitantes de la provincia y sus consecuencias legales"; “la responsabilidad política y jurídica de aquellos representantes y funcionarios públicos que incentiven, inciten, impulsen o promuevan, por acción u omisión, el surgimiento de grupos que vulneren la paz social y la convivencia democrática pacífica".
Como si esto fuera poco, la reforma también arremete contra los derechos de los pueblos indígenas. No hay prevista antes de la reforma una consulta previa, libre e informada, pero a su vez, legitima los títulos registrales, dando más peso a la propiedad privada, registros siempre fraudulentos que se dan ante el robo u apropiación de tierras indígenas. Y establece que se considerará "grave violación al derecho de propiedad la ocupación no consentida" e impulsa la sanción de una ley especial que determine "las condiciones para el desalojo y para que el o los titulares del derecho de propiedad afectado estén en condiciones de ejercer los derechos que les asisten de manera inmediata, aún cuando los autores de la "ocupación no consentida" se atribuyan la representación o los derechos del pueblo".
Aún falta hablar del uso del agua y la explotación del litio, para lo cual seguramente Morales y sus jefes de otras latitudes, tienen propuestas aún más colonialistas.
¿Es esto una “democracia” o una “dictadura legal”?
Pensar en el concepto de democracia nos lleva inevitablemente a revisar sus orígenes, la historia de sus formas y las maneras en que nos fue impuesta, aunque no lo sepamos.
Sabemos que la democracia es una forma de organización social, pero no la única; que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la ciudadanía. En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado, en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen conforme a mecanismos contractuales.
Pero ¿existió el tiempo en que esta definición tuvo su forma objetiva y no fue atravesada por las relaciones de poder Norte-Sur/ blancos-negros/criollos/indígenas/ ricos-pobres/ hombres-mujeres?
La democracia indirecta o representativa liberal nos obligó a aceptar la desigualdad como mal necesario de las sociedades. La lógica de la representación, nos impone negociados, corrupciones y decisiones que no nos favorecen como pueblos del sur.
Cada vez se hace más necesario revisar nuestros propios parámetros eurocéntricos y recurrir a otras formas de organización social, algunas ancestrales, otras naciendo; que nos permitan mejorar la calidad de vida como sociedad y revisar contratos sociales tácitos.
¿Cómo podemos construir democracias otras, donde las decisiones sean tomadas directamente por los miembros de los pueblos y se recupere entonces, la gran frase zapatista donde se mande obedeciendo?
Las democracias del futuro no pueden caer en la trampa occidental de pensar que no hay otra alternativa que vivir en la tecnocracia. Todos los sistemas de gobierno actuales nos llevan a ese lugar; donde los capitales financieros, las sociedades de información y las lógicas del norte global, avasallan. Las democracias del futuro, deben ser diferentes de las que se nos impusieron en el pasado; invalidando todas las experiencias de nuestros territorios.
Hoy debemos pensar nuevas formas de organización política que recuperen las vivencias e intereses de quienes fuimos excluidos: mujeres, indígenas, ideologías y cosmovisiones no eurocéntricas, ni capitalistas.
¿Cómo pensar sistemas políticos imaginando alternativas al colonialismo que nos constituye desde hace más de 500 años? En nuestros territorios nos acecha un colonialismo interno, que no es sólo, una política de Estado; es una amplia gramática social que impregna las relaciones sociales, los espacios público y privado, la cultura, las mentalidades y las subjetividades.
Día a día vemos cómo las soberanías de los Estados latinoamericanos se erosionan mientras los Estados poderosos y las multinacionales definen el control de las vidas de las personas y de la naturaleza y ambiente. Los medios de desinformación y las realidades construidas desde éstos, muestran cómo se violan “legalmente” los derechos de las personas y los pueblos, en pos de estabilidad económica y seguridad nacional, destruyendo los derechos sociales y económicos. Aquí vemos el fundamento de la reforma constitucional de Jujuy.
Estamos protagonizando el momento de la historia del capitalismo más destructivo. Observamos en marcha muchas de sus estrategias como la acumulación primitiva mediante la desposesión, cuando se desaloja de sus tierras a pueblos enteros para entregar esas tierras a empresas internacionales o nacionales, cuando se dispara la inflación robando los salarios, para pagar deuda del exterior; cuando se desplaza a millones de pobres campesinos y pueblos indígenas, se destruye el ambiente y se impone capital versus vida.
"Morales busca el poder total: control del Poder Ejecutivo sobre la Legislatura, supresión de organismos de control y eliminación de elecciones intermedias. Esta reforma es un antecedente muy peligroso que no debe avanzar; ya que es regresiva en términos de derechos ya luchados, conseguidos y arrebatados a las leyes de la democracia burguesa.
El Estado moderno, con sus raíces coloniales y con la necesidad de construir la nación de forma identitaria y unitaria, remite a valores heróicos, a las conquistas geográficas, científicas y militares, a su simbología de poder y disminuye todo lo que se queda fuera, marginalizado y oprimido. Tenemos que subvertir esta lógica y posibilitar que los movimientos emergentes disputen sentidos de ciudadanía individual, construida a la imagen y semejanza de un ser universal, por “cuidadanías diversas” que impliquen la capacidad colectiva de cuidar la vida en todas sus formas, en base al respeto, la autoestima, propiciando la empatía y creando relaciones sociales otras, complementarias, equilibradas.
Salgamos a la calle ahora, porque mañana nos será prohibido por ley. Recuperemos la iniciativa y constatemos en la calle que somos millones frente a unos pocos Morales, Arcioni...