Por Gustavo Robles
“El mal que hay en el mundo casi siempre viene de la ignorancia, y las buenas intenciones pueden hacer tanto daño como la malicia si carecen de entendimiento”
“La verdad, como la luz, ciega. La mentira, por el contrario, es un bello crepúsculo que realza cada objeto”
“La estupidez insiste siempre”
Albert Camus – La Peste
El mundo ha sido invadido por un virus común en cada uno de sus rincones, pero no es ese que están pensando al leer estas líneas. No es el coronavirus: es el miedo universal que han implantado en las mentes de cada habitante de este planeta a través de los medios de comunicación.
Los historiadores del futuro se preguntarán y no podrán entender cómo fue posible que la sociedad mundial entera haya entrado en cuarentena, al mismo tiempo, por un virus que provoca menos muertes que otras a las que apenas se les presta atención, como por ejemplo, la gripe o la neumonía.
Y es que no tiene explicación lógica, a la vista de las estadísticas, o si la tiene, está lejos de razones de salubridad y mucho más cerca de oscuros entramados políticos y económicos.
Para darse cuenta de ello, hace falta sólo repasar las frías cifras que nos hablan de la expansión y mortandad del virus coronado y compararlo con otros menos apuntados por las luces de las cámaras. Y por supuesto, despojarse de toda la basura incrustada por los medios masivos de desinformación.
El Mundo
Veamos algunas cifras:
- Según la OMS, hay al 11-4-20, 1.775.210 infectados comprobados por el coronavirus, recordando que el brote surgió en China a principios de diciembre de 2019, hace 5 meses (en el gigante asiático la enfermedad está prácticamente controlada)
- Los científicos suponen que en realidad, los infectados son por lo menos el triple, pues se estima que entre un 70 u 80% de ellos no presentan síntomas.
- De aquellos infectados comprobados, se han producido 108.544 fallecimientos, el 6,11% del total. Pero si se toma las estimaciones mínimas de la expansión del virus y el total de infectados reales, ese porcentaje habría que dividirlo por 3 al menos, con lo cual el porcentaje bajaría al 2% o por debajo.
- Según la OMS, la gripe común infecta entre el 10% y el 20% de la población mundial anualmente. Es decir, podemos tomar el 15% como promedio: 1.125 MILLONES de personas. Parece bastante más extendida que el corona.
- Anualmente se producen en el mundo 5 millones de casos graves de influenza o gripe (OMS)
- De ellos, entre 250 mil y 650 mil mueren anualmente (promedio, 450 mil anuales) (OMS)
A pesar de esas cifras impresionantes, a nadie se le ocurrió hasta ahora poner al mundo en cuarentena por la influenza-gripe común
Tomándonos siempre de los datos de la OMS, 1.300.000 seres humanos mueren en accidentes automovilísticos por año en todo el planeta
¿Alguien propuso prohibir los automóviles?
Pero sigamos con las cifras, porque cuanto más investiguemos, menos se entiende la “coronaparanoia”:
EEUU
Veamos lo que ocurre en EEUU, que pasó ahora a ser el centro mundial de coronatención.
- A la fecha (11-4-20), hay 530.394 infectados
- De ellos, 20.513 fallecieron (3,86%)
- Según los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades), entre el 1/10/2019 y el 4/4/2020, es decir, seis meses, entre 39 y 56 MILLONES de estadounidenses fueron infectados con el virus de la influenza – gripe común ¡¡Entre 39 y 56 MILLONES!! Pero el escándalo mundial se arma por 500 mil coronados.
- Siempre según los CDC, de esos casos, terminaron falleciendo entre 24.000 y 62.000 ¡En 6 meses! Pero la alarma mundial es por 20 mil del COVID 19
¿Alguien puede explicar esto sin caer en el ridículo?
La cuestión europea
Mientras la epidemia inicial se sufría dentro de los límites de la exótica China, los medios prestaban alguna atención y en la conciencia de las masas aparecía como algo lejano, no sólo en cuanto a la distancia, sino lamentablemente también en lo humano: los “chinitos” no importaban tanto.
Pero cuando la epidemia se transformó en pandemia y llegó a tierras europeas, sobre todo a Italia y España, todo cambió para el resto del mundo, y comenzó a expandirse la alarma y la preocupación en la mayoría de la población mundial.
Italia pasó a ser el centro del “apocalipsis”, seguido por España. El primero tiene la mayor cantidad de fallecidos del Viejo Continente, mientras que el segundo la mayor cantidad de infectados comprobados. Los medios comenzaron su avalancha diaria de información sobre la enfermedad. El coronavirus pasó a ser el único tema, tapando todo lo demás. Claro, nadie –o casi nadie- se preocupó por informar que la vieja Europa se ha transformado desde hace décadas en una sociedad vieja, donde nacen menos personas que las que mueren. Eso se verifica fundamentalmente –y justamente- en las dos penínsulas.
Tampoco que la gripe común viene haciendo estragos desde hace años: en Italia mueren anualmente entre 8.000 y 12.000 personas por año, mientras que en España en 2018 fallecieron 15.000. Las enfermedades que atacan a los de mayor edad tienen mayor campo de acción en esos países.
Argentina
Vayamos a nuestro país
En Argentina el oficialismo no se cansa de adular las medidas que tomó el gobierno de Alberto Fernández para impedir una crisis sanitaria, a pesar de que tarde cerró las fronteras y poco controló a los potentados que, hay que recordarlo, importaron una enfermedad que no existía en estas tierras. Si la cosa es tan terrible como nos la quieren hacer ver, entonces el gobierno es el mayor responsable de que el virus coronado ahora se pasee por suelo argento.
Pero más allá de las consideraciones políticas que más adelante vayamos a hacer, los números son elocuentes sobre la realidad delirante de la cuarentena que por “cuestiones sanitarias” nos están obligado a cumplir.
- En Argentina los infectados conocidos son 1975 (el 0,0043% de la población total)
- De ellos, han fallecido 83 (4,20%: mayor que la de EEUU… ¿entonces?)
- 83 personas representan el 0,00018% de la población total del país.
- En 2018 murieron 32.000 personas a causa de la gripe común, según estadísticas del Ministerio de Salud y se estima que 33.000 fallecieron en 2019 ¡¡32.000 personas muertas por la gripe en el país!! Pero nos aterrorizamos por 83 del coronavirus. Hay algo que no cuaja.
- Según la Asociación Civil Luchemos por la Vida, en Argentina mueren 550 personas por mes en accidentes de tránsito. Significa que 6.600 mueren al año. No se nota tanta preocupación por ello, como por el COVID 19.
Los números son demasiado elocuentes como para no darse cuenta de lo que está pasando. Es gracioso que nos acusen de “insensibles” a los que decimos que se está exagerando con las medidas y la preocupación que se han generado por el coronavirus, porque según el criterio impuesto por los medios “no nos importan los muertos ni los enfermos” por la pandemia en curso. Pero es fácil rebatir tan mediocre argumentación. Nosotros podríamos decir: “A Uds. no les importan los muertos ni los enfermos por gripe o neumonía, que son por lejos muchos más”.
¿O es que los muertos por el COVID 19 importan más que los que mueren por gripe?
Toda pérdida humana es dolorosa para sus deudos. Eso no es opinable. Pero para el funcionamiento de la sociedad, la muerte es parte de la vida, es inevitable, todos vamos a morir. Si lo que se quiere rescatar es el cuidado de la vida: ¿por qué esta sobreactuación por el coronavirus (108.000 muertes) y no se hace nada o hasta se festeja por el hábito de fumar, que mata 8 MILLONES de personas por año según la OMS? ¿O será que el tabaco es un enorme negocio?
¿Alguien se acuerda del dengue? ¿O como no existe en Europa ni en USA, no interesa?
Según el Ministerio de Salud, al 2 de marzo de este año, había 1.743 casos en el país.
En la Región se registraron 3.139.335 casos en 2019, con 1538 muertes.
Brasil es el de mayor cantidad de casos por lejos: 2.226.914 de dengue. Pero parece que importan mucho más los 20.727 casos de coronavirus y sus 1.124 fallecidos (5,4%)
¿A qué se debe la diferencia de criterios ante una enfermedad y otras, sobre todo cuando es evidente que se ha armado un escándalo mundial por la que menos muertes han provocado?
¿O, como decíamos más arriba, importan sólo los afectados por el COVID y los otros no?
¿Será que el tan mentado y coronado virus ha tenido una mayor incidencia en países como Italia y España, se ha expandido por la aristocrática Europa y por los poderosos EEUU?
¿Habría tanta atención, temor, consternación y dolor si esta pandemia hubiese arrasado con los pueblos en África?
Más allá de cualquier teoría conspirativa, lo cierto, lo concreto, es que a partir del virus que empezó a expandirse en China, las clases dominantes del mundo han logrado poner en cuarentena a toda la población planetaria.
Ahora los dueños del mundo saben que pueden hacerlo, inculcando terror en cada ser humano a partir de la creación de un “monstruo” al que pueden disfrazar de apocalíptico aunque no lo sea ni por asomo.
Han probado el inmenso poder de los medios de comunicación masiva, que le han hecho creer al mundo que un virus que no afecta al 99% de la población mundial, es la Peste Negra y la Gripe Española juntas (en realidad ha afectado al 0,023% de la sociedad humana y provocado la muerte del 0,0014%).
Sin embargo, televisores y radios difunden la opinión de los nuevos profetas del Armagedón, comunicadores que nadan en la superficie de escenarios que el poder impone, sin cuestionar ni profundizar nada, más allá de lo que la zanahoria que les han colgado delante de sus narices les permite ver.
Han logrado generar desconfianza y temor entre las personas, han roto lazos, han alejado unidades, han desmovilizado a los luchadores. Han metido una cuña en las relaciones fraternales –o la posibilidad de ellas- entre los oprimidos. Si esta crisis fue provocada o no, queda claro que las clases dominantes, dueñas del poder económico más concentrado, han sabido aprovechar las circunstancias para su provecho.
¿Alguien puede negarlo?
El virus ha atacado casi exclusivamente a los mayores del mundo, a aquellos que cobran pensiones o jubilaciones y que los organismos financieros multinacionales han dejado en claro que “cuestan caro”, tal como ha expresado hace un tiempo la tan bien conocida por los argentinos, Christine Lagarde. Es decir, para estas lacras, 100 mil jubilaciones menos implican un ahorro importante.
También han multiplicado sus ganancias los laboratorios, para variar. Y los que manejan las bolsas del mundo están comprando acciones a precio vil; acciones que en pocos meses multiplicarán por decenas su valor.
Pero además, los explotadores del mundo sin distinción, están llevando a cabo un ajuste de hecho contra los asalariados en todo el planeta, pagando sólo parte de los salarios (muchas veces menos de la mitad), o despidiendo a sus empleados.
Techint de Paolo Rocca, o el amigo del nefasto ex presidente Macri, Miki Caputo, son claros ejemplos de una oleada que empieza a multiplicarse en Argentina.
El presidente Fernández dice estar enojado con esos “miserables” como él mismo los llamó, pero en su última cadena nacional ni mencionó los despidos, ni los recortes salariales, ni los salvajes aumentos de precios. Tampoco parece hacer nada para reprimir esa miserabilidad en plena crisis, mientras judicializa y detiene a miles de trabajadores por romper a la cuarentena, para salir a ganarse el mango que necesitan para poder comer.
Para colmo de males, al ajuste en ciernes se le suma el relato al estilo canto de sirenas: apoyado en el miedo de la población a salir a la calle, promete miserables $10.000 para los que quedaron fuera del sistema (que el oficialismo contaba en unos 3,5 millones, pero terminaron anotándose 11,5 millones; un “pequeño” error de cálculo que denota que no saben muy bien dónde están parados), para fines de marzo o principios de abril… pero parece que, sacando a los beneficiarios de las AUH, al resto los patearon para adelante.
De todos modos, teniendo en cuenta que la cuarentena comenzó el 20 de marzo y terminará (aparentemente) el 26 de abril, 10 mil pesos son menos que migajas para que una familia pueda sobrevivir más de un mes, sobre todo si se tiene en cuenta que según el INDEC, un grupo familiar necesitó $41.000 en febrero para no caer en la pobreza.
Hay quienes hablan de “nuevo orden” para el mundo que viene después del desquicio planetario creado por el virus del 2 ó 3% de letalidad, uno que pueda “humanizar” al capitalismo.
Pero la realidad expresa otra cosa, cuando los pobres se controlan entre ellos y hasta se acusan ejerciendo el rol de policías ante los de su misma clase.
Es el Gran Hermano llevado al paroxismo: no sólo te controla el Estado, sino tu propio vecino.
El control social impuesto avanza en el recorte de libertades; la vigilancia de las fuerzas de represión en las rutas, las calles y los barrios; la necesidad de pedir permiso para circular y trabajar: el ojo estatal está en todos lados, omnipresente. Un experimento para evitar o socavar futuras posibles rebeliones, que les ha salido demasiado bien hasta ahora.
Si alguien está esperando que el coronavirus cambie este sistema oprobioso donde el 1% de la población posee el 90% de la riqueza del mundo, pronto se dará cuenta de la candidez de esa esperanza. No es la lucha contra el COVID 19 lo que construirá un mundo justo, sino la lucha y la destrucción del sistema capitalista.
Si algo ha demostrado –por si hacía falta hacerlo nuevamente- esta crisis sanitaria transformada en cuarentena mundial, es que ante la circunstancia extraordinaria de que la clase trabajadora se ha visto impedida de trabajar, la economía mundial se derrumbó a niveles aún más desastrosos que durante las crisis de 1930 y del 2008, dejando en claro que sólo los trabajadores generan riqueza y no el capital.
El capitalismo, la burguesía, no pueden darle solución a los permanentes problemas que crea, tanto a la humanidad como a la biósfera. La concentración de la riqueza en pocas manos aleja la posibilidad de una vida digna a las mayorías populares, y el modo de producción burgués depreda los recursos naturales a un punto que a esta altura es de casi no retorno.
La peor pandemia, entonces, no es ningún virus, sino el capitalismo.
La Humanidad debe darse cuenta antes de que sea tarde y, en términos históricos, no queda mucho tiempo para ello.
Hoy, más que nunca, la consigna de la especie debe ser Socialismo o Barbarie, o aún más urgente: Socialismo o Extinción