Hace más de tres meses que el gobierno debe concretar y firmar un acuerdo, surgido de la mesa de diálogo; creada para avanzar en la resolución del conflicto sobre el territorio de Villa Mascardi.
Hace casi 150 años inició en esta parte del mundo, un genocidio hacia los pueblos originarios que aún continua.
Hace 531 años que se impuso un orden racista en Abya Yala, que todavía marca la sociedad en que vivimos.
Hace más de cien años que no hay un rewe y una Machi en Puelmapu.
Hace más de 30 años comenzó un proceso de recuperación y visibilización de las identidades indígenas.
Hace unos 20 años empezaron las recuperaciones de territorio Mapuche.
Hace 6 años la comunidad Lafken Winkul Mapu recuperó el territorio de Villa Mascardi.
Desde entonces el racismo en la zona se mostró en su máxima expresión.
Asesinan a Rafael Nahuel y poco a poco se instala el odio, la discriminación y la estigmatización; que se traducen en amenazas físicas, agresión y vulneración de derechos, hacia el pueblo Mapuche. El 4 de octubre del 2022 un brutal operativo policial desalojó a la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu de su territorio en Villa Mascardi. Desde entonces permanecen presas 4 mujeres y sus hijos e hijas, por un delito que se les imputa; el cual es excarcelable. Además de la violencia ejercida, con traslados innecesarios, vejaciones de todo tipo, maltrato a los niños/as, separación de sus madres, se suma la negación del derecho a ejercer prácticas culturales y religiosas durante todo este tiempo de privación de libertad. Hoy sale a la luz que el rewe, espacio ceremonial, fue profanado, pintado, escrito.
ESTO ES RACISMO.
Un racismo que se sostiene en la cultura del privilegio, con derechos que tienen unos y no pueden tener otros. Derecho a la cultura propia, a la salud, a desarrollar una espiritualidad otra, a la libertad.
¿Qué privilegios se esconden detrás de todas estas maniobras?
Las prácticas discriminatorias no nos hablan de las personas discriminadas, sino de la mirada de quien está discriminando. Esa mirada hoy la ejerce el Estado, a través del gobierno nacional y provincial, presionado por los sectores de poder de Bariloche. A un día de la fecha que puso esta gestión gubernamental para firmar un acuerdo que restituye el rewe y el espacio ceremonial a la Machi y su comunidad, sucede esta profanación en un territorio militarizado desde el día del desalojo y custodiado por fuerzas del comando unificado.
Esto es racismo estructural e institucional contra los pueblos indígenas, principalmente para aplacar las demandas legítimas del pueblo mapuche. Este racismo lo ejerce el Estado, este gobierno, los grupos de poder y todos aquellos que nos mostramos indiferentes. Al igual que en la época de la mal llamada “conquista del desierto”, hubo una parte de la sociedad que avaló la masacre y otra que la denunció y combatió.
No podemos naturalizar el racismo. Esta violencia basada en la represión, el encarcelamiento y el despojo; re actualiza operaciones políticas llevadas a cabo en el marco de las avanzadas estatales sobre territorio indígena en el siglo XIX. Hoy en el siglo XXI se reinstala el racismo y la violencia política desde los aparatos del estado y la clase dominante de la sociedad, como forma de criminalización para quienes desde el pueblo Nación Mapuche, cuestionan con su accionar político y denuncia permanente; un proyecto de desarrollo basado en el extractivismo, extranjerización, urbanización y explotación turística del territorio. Son mujeres, juventudes e infancias Mapuche que reivindican el derecho a una identidad otra y a la construcción de un proyecto de vida basado en su propia ontología.
RETORNO DE LA MACHI BETIANA A SU REWE AHORA.
LIBERTAD A LAS 4 MUJERES PRESAS POLITICAS MAPUCHE Y SUS NIÑECES.