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domingo, 3 de agosto de 2014

MEMORIA: POR SACCO Y VANZETTI



  El 23 de agosto se cumplen 87 años de la ejecución de Nicolás Sacco y Bartolomeo Vanzetti en Massachusetts (EEUU). Es imposible, en un breve artículo, describir la gran campaña internacional desplegada por su libertad desde 1920, cuando fueron condenados, y agudizada a principios de 1927, año en el que se cumpliría la sentencia. Sólo diremos que fue extraordinaria y que todo el movimiento proletario revolucionario hizo lo posible por liberarlos. Cuesta, en estos tiempos de apatía y estupidez general, imaginar que millones de trabajadores se movilizaron en todo el mundo para salvar a dos inmigrantes condenados por ser anarquistas y agitadores —y, en el caso de Vanzetti, por pertenecer además a los círculos galleanistas—. ¿Fueron inocentes del asalto de Pearl Street y de la muerte de dos personas? Tal vez sí, tal vez no. No importa. Al Estado y al Capital tampoco le interesó. No le interesó ni siquiera el testimonio de Celestino Madeiros, uno de los implicados, quien aseguró que ninguno de ellos se encontraba allí en el momento del asalto. Fueron condenados igual (1).
   Si bien aquellos años estuvieron marcados por huelgas generales, publicaciones en diversos idiomas, mitines, atentados, marchas y disturbios, no se alcanzó el objetivo deseado. Hay que decir que en Argentina este fracaso pasó a formar parte de una derrota más general del proletariado de la región. A fines de los años veinte el reformismo y la política hacían mella en el movimiento proletario y los años de contrarrevolución que se vivirían hasta, por lo menos, finales de los sesenta se veían venir. Los revolucionarios estaban jugando sus últimas cartas y el caso de estos compañeros había sacudido la modorra general. Pero el escarmiento pareció funcionar.
Después de 7 años de agitación, en la víspera de la ejecución, la huelga en Argentina, encabezada por Buenos Aires y Rosario, fue total. En la ciudad de Santa Fe y en los pueblos del interior se vivió la misma expectativa. Al acercarse la hora final la gente se congregó en la puerta de los diarios para saber si tantos años de lucha habían logrado la ansiada libertad.
  En Nueva York se concentraron 14.000 policías y en Londres y Berlín se vivieron los episodios más sangrientos, con violentos disturbios.
El juez Thayer no dio marcha atrás. Madeiros fue ejecutado primero y Sacco y Vanzetti, comunistas anárquicos, revolucionarios, siguieron por el camino a la silla eléctrica.
  Reproducimos a continuación el saludo que Vanzetti, en nombre de ambos, envió a sus hermanos de este territorio unas semanas antes de su ejecución.

Cárcel de Dedham, Mass, 1927.
 A los trabajadores argentinos:
  Nosotros deseamos decir a los compañeros, a los amigos, al pueblo argentino, que sabemos cuán grande, sublime y heroica es su solidaridad hacia nosotros.

  Sabemos que han dado el pan y el reposo, su sangre y su libertad por nosotros. Sabemos que hubo quien dio su vida por nosotros.

  Su solidaridad generosa nos reafirma en la fe anárquica y humana. Su sacrificio heroico, nos hace sangrar el corazón, mas nos sostiene el ánimo dándonos la certeza de una victoria final del proletariado.

  Nosotros saludamos a quien lucha por nosotros; a quien está preso por nosotros; a quien ha muerto por nosotros.

  Compañeros, amigos, pueblo de la Argentina: nosotros morimos con ustedes en el corazón. Y que ninguno de ustedes se desaliente, que ninguno vacile, que ninguno pierda el ánimo, cuando les llegue la triste nueva de nuestra muerte, que ella no los espante.
  La vía de la libertad, que es la vía del progreso y de la justicia, está empañada de sangre, sembrada de fosas. Sólo los fuertes la pueden recorrer. Ustedes son fuertes. Dos caídos más: ¿Y qué? Otros ocuparán nuestros puestos, más resueltos y numerosos que nunca.   En alto los corazones: ¡Viva la anarquía y la revolución social!

  Y recuerden de cuanto queremos decirles: el enemigo nos quiere muertos, y nos tendrá muertos para defender el privilegio y la tiranía, para humillarnos, para acobardarnos, para vencernos, destruirnos y encadenar los pueblos al carro de su esclavitud. El enemigo se ha embriagado con el llanto de nuestras mujeres, de nuestros viejos y de nuestros niños. Nos ha torturado, átomo por átomo, insultado, escupido, clavado, befado, empapado los labios de hiel y vinagre y, finalmente, ofrecerá a Mammón el humo de nuestras carnes maceradas y maltrechas.

Y este mismo enemigo clava sus inmundos tentáculos en la carne de todos los pueblos de la Tierra, prepara el más grande militarismo del mundo y se apresta a esclavizar a la entera humanidad.

  Hay que aplastarle la cabeza. Él pasaría de buena gana sobre los cuerpos de los rebeldes, de los revolucionarios y de los libertarios: él se prepara a pisotear a la humanidad.
Los caídos, todos los caídos, deben ser vengados. ¡Guay si no lo son! Nosotros les enviamos un abrazo fraterno y el saludo augural.
Bartolomeo Vanzetti.



  Recordemos algo más… Al cumplirse un año de la ejecución, una huelga general en Rosario y Santa Fe, llamada por la FORA (Federación Obrera Regional Argentina) y la USA (Unión Sindical Argentina), paralizó ambas ciudades. «La ciudad parecía vacía» informaron los diarios. Incluso algunos gremios la sostuvieron varios días más.
En 1932 la casa del juez Thayer voló por los aires. Sobrevivió. Vivió el resto de su vida con custodia policial.

(1) Para ampliar recomendamos “Unas breves notas sobre Sacco y Vanzetti” (A. Bonanno): disponible en la web.


LA OVEJA NEGRA
(Boletín bimestral de la biblioteca y archivo histórico-social "Alberto Ghiraldo"-Rosario)