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miércoles, 14 de noviembre de 2012

TRIPLE CRIMEN: ¿CUÁNTO PODER HAY QUE TENER PARA GARANTIZAR 15 AÑOS DE IMPUNIDAD?


Por HIJOS Alto Valle
         
Neuquén y Cipolletti, 10 de noviembre de 2012 (HIJOS Alto Valle).- Hoy, a 15 años del asesinato de María Emilia, Paula y Verónica, la respuesta a ése interrogante es fácil.
No nos sorprende que se impida la construcción de la memoria colectiva y el reclamo de justicia ya que se les otorga beneficios económicos a los familiares de cada víctima que es asesinada en esta provincia.
No nos sorprende que a lo largo de estos 15 años los medios hayan promovido el desconcierto, la mentira y “el final feliz” con un chivo expiatorio como Kielmasz para un caso que para nada está resuelto.
No nos sorprende que siempre el dedo acusador del Estado invente hipótesis de marginales como la de Huenchumir y Sepúlveda para lavar la cara a todas las instituciones que lo sostienen.
No nos sorprende que ejemplares de la siniestra institución policial como Elosegui, Seguel, Oliva y Aciar nunca hayan sido responsabilizados por los crímenes cometidos.
No nos sorprende que esa misma institución policial de 1997 haya sido la que torturó en los años de la dictadura y que esta semana resultara absuelta impunemente en el 2º Juicio a los genocidas de la región.
No nos sorprende que sean los mismos personajes garantistas de la impunidad los que siguen en carrera política como es el caso de Weretilneck y Verani, entre tantos otros.
No nos sorprende que el Poder Judicial haya montado una escena jurídica para acallar los reclamos verdaderos de justicia.
No nos sorprende que continúen el feminicidio, el gatillo fácil, la criminalización de la pobreza y la protesta, los abusos policiales, la trata de personas y el crimen político.
Nada de esto nos sorprende porque en un circuito de perpetuo sostenimiento de un sistema económico, político y cultural basado en la desigualdad a partir del trabajo sucio de todas sus instituciones, la impunidad es la única posibilidad.
Desde HIJOS tenemos la certeza que es en la calle –y no entre las paredes de un juzgado- donde la justicia y la memoria confluyen; sólo socializando la lucha y combatiendo la indiferencia es que la justicia gritará y tendrá su eco.