Abrió la charla Omar Villablanca, Secretario General del Sindicato Ceramista, quien presentó la iniciativa de poner en pie la escuela político-sindical como parte de la experiencia que viene desarrollando desde hace más de una década el SOECN, resaltando la necesidad de formar a las nuevas camadas de activistas y militantes obreros en el conocimiento de la historia de nuestra clase, que en nuestro país tiene una gran riqueza. Señaló también que esta iniciativa es parte del desarrollo de una corriente clasista en el movimiento obrero, como es la de los sectores referenciados en el periódico Nuestra Lucha, que integra nuestro sindicato junto a los compañeros clasista del Subte en Buenos Aires, la Bordó en la Alimentación, Gráficos y ferroviarios, los compañeros antiburocráticos del SMATA, las agrupaciones clasistas en docentes y estatales, entre otros sectores.
Juan Dal Maso, del Instituto del Pensamiento Socialista Karl Marx e integrante del PTS, resaltó la importancia de esta iniciativa del Sindicato Ceramista para aportar al conocimiento de las experiencias de la clase obrera, que a lo largo de la historia de la humanidad es la clase que ha enfrentado la opresión y la explotación con más persistencia y voluntad, dando lugar a grandes revoluciones y procesos y ha sido la clase en cuya experiencia se apoyó el desarrollo de las teorías del marxismo y el socialismo.
La intervención de Hernán Camarero abarcó la experiencia del movimiento obrero en la Argentina, desde el surgimiento de las primeras organizaciones y periódicos obreros en las últimas décadas del siglo XIX hasta el surgimiento del peronismo, trazando el balance de las cuatro corrientes que influenciaron y jugaron roles de dirección: el anarquismo, el socialismo, el sindicalismo revolucionario y el comunismo. Marcó los aciertos y debilidades de cada una de estas corrientes: la combatividad del anarquismo y su falta de estrategia política; la lucha por un partido de la clase obrera y las limitaciones de la estrategia de reformas graduales de los socialistas, el hincapié puesto en las luchas económicas de los sindicalistas revolucionarios (frente al abandono de estas por el partido socialista) y los límites de su apolicitismo que lo dejó desarmado frente a la política más "negociadora" (sin abandonar la represión) del gobierno de Irigoyen. Y por último, el mérito del trabajo de organización realizado por los comunistas entre los trabajadores con peores condiciones de trabajo y salarios, que tuvo expresión en la formación del sindicato de la construcción y la gran huelga de 1935/36, pero en el marco de una política crecientemente subordinada a los mandatos de la burocracia gobernante en la Unión Soviética.
En todas estas experiencias quedó planteado como un tema de debate el de la relación entre sindicato y organización política y la cuestión de la estrategia que debe darse la clase trabajadora para la lucha contra la patronal y el Estado, dado que mientras se mantengan esta clase dominante y este Estado, intentarán hacer retroceder las conquistas parciales que podamos lograr los trabajadores mediante la acción sindical. Un debate de profunda actualidad, que queremos promover desde el Sindicato Ceramista para continuar con el desarrollo de las ideas y la organización del clasismo en el movimiento obrero.