Los BLAQUIER son los dueños de las yungas y de la vida de la gente del lugar.
Si se fijan en el mapa actual del P.N. CALILEGUA, esta divido en 2 regiones con una inexplicable "franja de tierra" al medio donde por supuesto hay plantada caña de azucar.
El ingenio avanza sobre la selva pedemontana , ya queda muy poco, aparentemente la fundacion "PRO YUNGAS", una ONG, es la que pone la firma para habilitar que los Blaquier avancen; obvio es, que cuando la firmita no alcanza.....le meten a las balas.....asi es como casi la mitad del parque paso a sus manos.
Desconozco cuanta hectareas,de Jujuy, son de los Blaquier, pero que muera gente por que le ocupan 15hectareas, es algo tan ridiculamente aberrante, que pone de manifiesto que esta gente se sigue manejando como en el medioevo con la impunidad que le dan los gobiernos burgueses y el TERROR que tiene la gente del lugar.
Quieren dejar BIEN CLARITO , que ellos son dueños del lugar y su gente ; que a la hora de matar no les va a temblar el pulso, sea democracia o sea dictadura.
En la actualidad y desde la dictadura, en el interior del ingenio hay un destacamento policial y otro de gendarmeria. Cuando se conmemora la fecha del apagon, nadie de los que trabaja para el ingenio participa.....TODAVIA......
Les dejo una FOTITO, cañaveral a la orilla del parque, sin ninguna transicion, solo un camino, de algunas plantitas de los Blaquier
"Recuerdo de la noche del apagón"
El 20 de julio de 1976 se produjo el “Apagón de Ledesma”.
Durante la noche, en medio de la oscuridad, 400 personas fueron secuestradas y torturadas, con la complicidad del Ingenio azucarero.
La lucha por acabar con la impunidad continúa
Se llama Libertador General San Martín, aunque todos la conocen como Ledesma. Tal, el nombre del Ingenio azucarero que allí se asienta desde hace más de 100 años. Es una ciudad del sudeste de la provincia de Jujuy, ubicada a 106 kilómetros de San Salvador. Allí, hace 30 años, tuvo lugar uno de los episodios más negros de los tantos perpetrados durante la larga noche de la dictadura más sangrienta de la historia argentina.
El 20 de julio de 1976, pasados ya 4 meses del golpe que había entronado a Videla y Cía. en el poder, se produjo el llamado “apagón de Ledesma”. Esa noche, a las 22 horas, toda la ciudad, junto con la localidad de Calilegua, quedaron completamente a oscuras. Llamativamente, las luces se apagaron en todos lados, menos en las instalaciones del Ingenio.
Amparados en la oscuridad, y a bordo de camiones pertenecientes a la propia empresa azucarera, miembros del ejército y la gendarmería, en colaboración con la policía, secuestraron a 400 personas, entre trabajadores, profesionales y estudiantes secundarios y universitarios. Todos ellos fueron llevados a los galpones del ingenio, para ser interrogados y torturados.
Muchos de los detenidos fueron trasladados días más tarde a dependencias de la gendarmería o a la central de policía de San Salvador. Treinta de ellos son parte de la lista de los 30 mil desaparecidos que dejó el proceso genocida.
Lo singular del hecho, además del carácter masivo de las detenciones, fue la complicidad del Ingenio, que puso a disposición de las fuerzas represivas su logística, parte de su personal y sus instalaciones.
Una vez más, como en tantos otros casos, una empresa se alió a la dictadura, brindándole recursos e información, para secuestrar y asesinar a trabajadores y luchadores. Claramente, el proyecto de país que tenían en la cabeza los Videla y los Martinez de Hoz, no difería demasiado del que tenían los directivos de Mercedes Benz, la Ford, o los Arrieta y los Blaquier –familias fundadoras y dueñas del ingenio-.
El 20 de julio de 1976, pasados ya 4 meses del golpe que había entronado a Videla y Cía. en el poder, se produjo el llamado “apagón de Ledesma”. Esa noche, a las 22 horas, toda la ciudad, junto con la localidad de Calilegua, quedaron completamente a oscuras. Llamativamente, las luces se apagaron en todos lados, menos en las instalaciones del Ingenio.
Amparados en la oscuridad, y a bordo de camiones pertenecientes a la propia empresa azucarera, miembros del ejército y la gendarmería, en colaboración con la policía, secuestraron a 400 personas, entre trabajadores, profesionales y estudiantes secundarios y universitarios. Todos ellos fueron llevados a los galpones del ingenio, para ser interrogados y torturados.
Muchos de los detenidos fueron trasladados días más tarde a dependencias de la gendarmería o a la central de policía de San Salvador. Treinta de ellos son parte de la lista de los 30 mil desaparecidos que dejó el proceso genocida.
Lo singular del hecho, además del carácter masivo de las detenciones, fue la complicidad del Ingenio, que puso a disposición de las fuerzas represivas su logística, parte de su personal y sus instalaciones.
Una vez más, como en tantos otros casos, una empresa se alió a la dictadura, brindándole recursos e información, para secuestrar y asesinar a trabajadores y luchadores. Claramente, el proyecto de país que tenían en la cabeza los Videla y los Martinez de Hoz, no difería demasiado del que tenían los directivos de Mercedes Benz, la Ford, o los Arrieta y los Blaquier –familias fundadoras y dueñas del ingenio-.
El bagazo es el desecho de la caña de azúcar que Ledesma acumula en enormes montículos a cielo abierto en el medio de Libertador General San Martín, causando trastornos respiratorios y bagazosis.
"La semilla que Olga sembró"
Olga, esposa del desaparecido ex intendente de Ledesma Luis Arédez, murió el 17 de marzo de 2005 por un cáncer de pulmón derivado de la inhalación de bagazo, el desperdicio de la caña de azúcar del ingenio.
Olga comenzó su lucha durante la dictadura, luego de la desaparición de su marido. Luis Aredez, médico pediatra, había sido contratado por la empresa Ledesma en el año 1958, para hacerse cargo de la atención de las familias de los trabajadores de la zafra. A los pocos meses, fue dejado cesante. Los directivos, adujeron que gastaba demasiado dinero en medicamentos. Luis continuó su trabajo de servicio, a cargo del hospital de Tilcara, y luego en Libertador, en su propio consultorio, y como Médico de la Obra Social del Sindicato de los trabajadores del Ingenio. Con dedicación, se convirtió en un hombre amado en el pueblo. A pedido de la gente, fue nombrado intendente de Ledesma, cargo que desempeñó durante 8 meses, en 1973. Una de sus primeras medidas fue intentar que el ingenio pagara los impuestos (que jamás había pagado) al municipio. Las presiones de los empresarios forzaron su salida. Fue secuestrado en 1976. Reapareció con vida un año después y al poco tiempo, volvió a desaparecer, esta vez para siempre.
Las trágicas circunstancias llevaron a que Olga, una sencilla ama de casa –como tantas de las Madres y Abuelas de desaparecidos-, se convirtiera en un referente de la lucha en la provincia de Jujuy. Las célebres “marchas contra el apagón”, y las rondas de los jueves en la plaza de Libertador, fueron ejemplo para muchos hombres y mujeres. En 1982 funda con otras madres la agrupación que nuclea a familiares de desaparecidos del Departamento de Ledesma. No fue su hijo quién desapareció, pero con su pañuelo blanco en la cabeza, marchó también alrededor de la pirámide de Mayo. Ella también se convirtió, a fuerza de coraje y compromiso, en “madre” de muchos, de los que ya no estaban, y de los que aun quedaban.
Su última batalla, la dio también en contra del Ingenio Ledesma. Durante los años finales de su vida denunció la contaminación producida por el bagazo, residuo de la caña de azúcar, que la empresa arroja al aire libre.
Olga murió el 17 de marzo de 2005, víctima de un cáncer de pulmón provocado por la inhalación de dicho contaminante. La causa que impulsó en contra de la empresa sigue avanzando. Y con la declaración de la nulidad de las Leyes del Perdón, la investigación sobre el secuestro y desaparición de Luis Aredez se reactivó.
Las trágicas circunstancias llevaron a que Olga, una sencilla ama de casa –como tantas de las Madres y Abuelas de desaparecidos-, se convirtiera en un referente de la lucha en la provincia de Jujuy. Las célebres “marchas contra el apagón”, y las rondas de los jueves en la plaza de Libertador, fueron ejemplo para muchos hombres y mujeres. En 1982 funda con otras madres la agrupación que nuclea a familiares de desaparecidos del Departamento de Ledesma. No fue su hijo quién desapareció, pero con su pañuelo blanco en la cabeza, marchó también alrededor de la pirámide de Mayo. Ella también se convirtió, a fuerza de coraje y compromiso, en “madre” de muchos, de los que ya no estaban, y de los que aun quedaban.
Su última batalla, la dio también en contra del Ingenio Ledesma. Durante los años finales de su vida denunció la contaminación producida por el bagazo, residuo de la caña de azúcar, que la empresa arroja al aire libre.
Olga murió el 17 de marzo de 2005, víctima de un cáncer de pulmón provocado por la inhalación de dicho contaminante. La causa que impulsó en contra de la empresa sigue avanzando. Y con la declaración de la nulidad de las Leyes del Perdón, la investigación sobre el secuestro y desaparición de Luis Aredez se reactivó.
En la casa donde vivió el matrimonio Aredez, sus hijos y el resto de las madres crearon el
“Centro de Acción Popular en Defensa de los Derechos Humanos Olga Marquez de Arédez ( CAPOMA )”, dedicado a atender casos de impunidad, gatillo fácil y abuso policial, así como de trabajo y prostitución infantil, mujeres golpeadas, etc.... El grupo de apoyo a madres y familiares de detenidos-desaparecidos piensa abrir una biblioteca popular en una parte de esa vivienda, para que la memoria no se pierda y el NUNCA MÁS sea una realidad...