Por Agustin Alvarez Rey
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Buenos Aires, 8 de mayo de 2011 (Miradas al Sur).- Carlos Soria, vinculado con el criminal de guerra Eric Priebke, ex Side y hombre del riñón de Duhalde, apunta a la gobernación de Río Negro
Un almuerzo con el criminal de guerra nazi Eric Priebke, la responsabilidad política –como parte de la cúpula de la Secretaría de Inteligencia Del Estado (Side)– en los asesinatos de Maximiliano Kosteky y Dario Santillán, y su pertenencia confesa al duhaldismo sirven para trazar el perfil del actual intendente de la ciudad de Roca, Carlos Soria, y candidato a gobernador de Río Negro por el Partido Justicialista.
Soria creció en la política de la provincia a la sombra de José Luis Manzano, fue electo tres veces diputado por el PJ, llegó a ser ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires en la administración Duhalde y luego, ya con Eduardo Duhalde como presidente, fue el número dos de la Secretaría de Inteligencia. Desde allí, junto con Oscar Rodríguez, ordenó el espionaje de las organizaciones sociales, pidió la elaboración de informes de inteligencia destinados a justificar la represión y criminalizó la protesta social, a la cual denominaba: “nueva amenaza subversiva”.
Un mes después de asumir, en febrero de 2002, la Side ya había informado sobre la infiltración de las Farc entre los movimientos piqueteros y las asambleas barriales, que en ese momento eran los actores centrales de la movilización social. El 26 de junio de 2002, junto a Juan José Álvarez fue el encargado de informar a Duhalde y al jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, sobre la actuación de las fuerzas de seguridad.
En el juicio que se sustanció contra los responsables materiales de la “masacre de Avellaneda”, Soria declaró: “Yo analizaba junto a los ministros la situación y siempre surgían los mismos temas: cacerolazos, caos, cortes de ruta, escarches. Este –dijo en referencia a la movilización del 26 de junio de 2002– era un caso testigo porque por primera vez todas las organizaciones sociales se ponían de acuerdo. No lo podíamos permitir. La democracia funciona con orden”.
El abogado del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), Claudio Pandolfi, explicó que “Soria sostuvo, en el juicio por los asesinatos de Dario (Santillán) y Maxi (Kosteky) que, estábamos en situación pre revolucionaria y que se estaban uniendo sectores sociales creando situaciones complejas que hacían peligrar al Estado. Y señaló que ante esa coyuntura, el Estado debía dar un mensaje claro y contundente. De esa manera justificó la represión”.
En cuanto a su despeño, Pandolfi sentenció: “Soria es quien, en teoría, presentaba los informes de Inteligencia. Digo en teoría porque lo único que acercaron a tribunales fueron carpetas con recortes periodísticos con notas y declaraciones de algunos dirigentes. Como mínimo, poco serio”.
En tanto, durante su gestión en la Side, Soria también fue denunciado por la entonces senadora Cristina Fernández de Kirchner, quien lo acusó de espionaje interno ilegal. La entonces senadora presentó una carpeta con pruebas sobre las instrucciones de la Side que comandaba Soria para hacer seguimientos de Néstor Kirchner a fin de detectar hábitos, comitivas, entorno, infraestructura y posibles puntos débiles.
Pero los problemas de Soria con la Justicia no terminan allí. El candidato a gobernador de Río Negro también fue presidente de la Comisión Bicameral de seguimiento de la causa Amia. Su tarea al frente de esa comisión terminó con una denuncia en su contra por encubrimiento.
Los años no parecen haber mejorado la performance pública de Soria. El intendente de Roca definió, según denunciaron las organizaciones sociales provinciales, como “unos indios, que estaban en tolderías, haciendo chiqueros. Unos sucios” a las 220 familias que participaron durante la última semana de una toma de tierras en reclamo de una solución habitacional. Al respecto José Rodríguez, dirigente de Miles, definió a Soria como parte de una “derecha rancia”.
Ante la enumeración de antecedentes la fragmentación del kirchnerismo rionegrino de cara a la elección de cargos provinciales aparece como lógica. Si bien el PJ de Río Negro prescindió de las elecciones internas y consagró como candidato a gobernador a Carlos Soria, la decisión no sólo no fue tomada con agrado desde algunos sectores del kirchnerismo provincial, sino que ha debilitado seriamente las chances del justicialismo de alcanzar una victoria a nivel provincial.
La confirmación de la candidatura de Soria provocó la ruptura de La Cámpora en Bariloche, la pérdida del apoyo de todo el kirchnerismo no peronista, el silencio de la mayoría del kirchnerismo peronista, el distanciamiento de todos los movimientos sociales y un comunicado de la CGT de Río Negro en el cual advirtió que no acompañará.
En tanto, si bien el senador rionegrino y jefe de bloque, Miguel Ángel Pichetto había apoyado públicamente a Soria al decir que “es un buen candidato para la gobernación de Río Negro”, desde su entorno aseguran que está arrepentido de explicitar su acompañamiento.
“Pichetto no tuvo el apoyo de Kirchner en 2007 para ser gobernador, y sabía que probablemente no lo tuviera ahora tampoco. Por eso, tuvo que bajar su candidatura. Más allá de esto, él está arrepentido de haber bancado públicamente la candidatura de Soria”, señaló un conocedor del entorno del titular de la bancada K en el Senado.
Así las cosas, el kirchnerismo buscaría tener candidato propio en otra fuerza y así capitalizar a los distintos sectores que acompañan al proyecto encabezado por la presidenta Cristina Fernández pero están enfrentados con Soria.
El silencio de todos y cada uno de los representantes parlamentarios del kirchnerismo rionegrino consultados por Miradas al Sur hace pensar que nada aún está definido y que un nuevo candidato, consustanciado con la profundización del modelo, podrá sumarse a la contienda electoral en los próximos días. En Río Negro, ya lo dan por hecho.
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