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viernes, 20 de agosto de 2010

INMOLADO, PERDURA EN CADA RIO PATAGONICO

(Prensa Unión de Asambleas Ciudadanas Informa)
20 de agosto de 2010
ESTA ES LA EXPLICACIÓN QUE NOS LLEVA A ESTAR PRESENTES DEL 26 AL 30 DE AGOSTO DEL CORRIENTE EN SAN MARTIN DE LOS ANDES, NEUQUEN, AL CUMPLIRSE CUATRO AÑOS DEL ASESINATO DE CRISTIAN GONZALEZ

Ignoraba quien era. Sabía solamente que hablaría “por el libre acceso a la costa de ríos y lagos.” Allí estaba el hombre, ensimismado, permitiéndose una mueca de sonrisa indeleble, último disertante de un panel de activistas, ojos iluminados, algo húmedos pero sin lágrimas, conteniéndolas. La imagen de Ángel González me sobrevendrá siempre, en cualquier instante de abstracción o vaya uno a saber cuando, como tantas representaciones, a veces soñolientas, mentalizadas sin aviso, sin permiso, repentinas. El II Seminario Latinoamericano, compartido y pensado por la Defensoría del Pueblo de Neuquén, “El agua como derecho humano”, realizado en el Cine Teatro Español de esa ciudad, fue el marco de mi encuentro con Ángel González, procurando leer en cada una de sus palabras el dolor de un padre. Qué pretensión querer escudriñar más allá de lo que asoma. Qué culpabilidad ofrece el intento.
El 30 de agosto de 2006, Cristian González y dos amigos fueron a pescar a orilla del río Quilquihue, que nace en lago Lolog, inmediaciones de San Martín de los Andes. A Cristian le atraía y disfrutaba este deporte. Mientras pescaban, desde las cabañas Andina, frente a donde se encontraban ellos, les dispararon varios tiros que pasaron rasantes por sobre sus cabezas. Ante el pedido de explicaciones de Cristian, el guardia privado, Horacio Calderón, le disparó un tiro mortal en el cuello.
Desde entonces su familia y sus amigos reclaman justicia. El sicario recibió trece años y medio de prisión efectiva, pero el empresario de las cabañas, Gaspar Schoro, que contrató al guardia privado y le facilitó el arma -que no se hallaba declarada- en ningún momento rindió cuentas del hecho.

Los alambrados sobre el río Quilquihué nunca fueron retirados, encarcelan su corriente proponiendo la privacidad ilegítima del negocio. ¿Qué fue de Schoro? Cuentan que deambula enfermo por Buenos Aires y sin ánimo de retornar a la Patagonia. El oráculo vecinal sostiene que la carga que acarrea por las calles porteñas es muy pesada.
En estas horas de persecuciones, judicializaciones y de represión sistematizada sobre habitantes que defienden sus derechos, la muerte se hizo cosa corriente y estas historias son como muchas otras que se suceden a lo largo de nuestros territorios, avasallados por capitales de individuos influyentes y de ilícitos, y por consiguiente frecuentan el silencio de lo cotidiano, la vulgaridad de lo convertido en hábito, la rutina de matar, como si la muerte fuera una impertinencia.
La gente optó por la vida y Cristian González está presente en innumerables escritos, coplas, canciones y banderas, es la imagen de la Asociación por el Libre Acceso a las Costas de Ríos y Lagos, recorriendo los colegios de la Patagonia en campañas que anuncian “Conociendo nuestros derechos”, en los viernes de radio Pocachullo, en el programa “Costas libres, ciudadanos libres”, en todas las organizaciones ambientalistas, sociales, políticas y gremiales “en la lucha por la libertad de transitar nuestros ríos y lagos y en defensa de la soberanía nacional”, cuenta Ángel González, su padre, explicando la prospección fotográfica que hacen en estos momentos, en ríos y lagos de la región, demostrando cómo intereses sórdidos construyen muelles clandestinos e impiden el acceso a las costas con miles de alambrados que privatizan lo público. Hoy Cristian es emblema de derechos humanos en graffiti que reza “ni un solo alambre sobre ríos y lagos patagónicos”, hay murales neuquinos con su cara casi adolescente pidiendo justicia y respeto para todos.
Recuerdo que hubo un tiempo que intentamos llevar una campaña contra los candados de las tranqueras en la Patagonia, una gran deuda que aún tenemos pendiente. En la Patagonia es frecuente la apropiación de bienes que pertenecen a los comunes y que concluyen en manos de magnates nacionales o extranjeros como el Joe Lewis de Lago Escondido, el Ted Turner del río Minero en Estancia La Primavera, el Benetton del millón de hectáreas, y también los Doménico Panciotti y Tinelli con su proyecto turístico Trafipan 2000, que usurpan territorios ancestrales mapuche. El caso del empresario Panciotti es más que representativo porque la embajada suiza en Argentina impugnó por primera vez un acuerdo de protección de inversiones -Tratado de 1991- en una disputa con el pueblo originario mapuche.
Extranjerización no define acabadamente de qué hablamos, en cambio el término enajenación propone acopiar los mal llamados recursos naturales mancillando leyes como la del artículo 2340 del Código Civil que formula libertad absoluta y bien de dominio público a “los ríos y lagos navegables y sus lechos”, en tanto el artículo 2639 impone que “los propietarios limítrofes con los ríos o con canales que sirven a la comunicación por agua están obligados a dejar una calle o camino público de 35 metros hasta la orilla del río o del canal, sin ninguna indemnización. Los propietarios ribereños no pueden hacer en ese espacio ninguna construcción ni reparar las antiguas que existan, ni deteriorar el terreno en manera alguna”. Pero nada de esto se respeta. Un cúmulo de cohechos y sobornos dispendiosos habilitan la instalación de cadenas, tendidos perimetrales, alambrados kilométricos que niegan accesos y libertades que ampara la Constitución Nacional.
Un tiro certero acabó con la vida de Cristian y confinó temporalmente al ejecutante, por lo general matones a sueldo con chapa de policía privada o simulados de guarda-faunas, que ejecutan códigos inducidos por latifundistas acopiadores territoriales de agua, suelos y biodiversidad, y con cierto grado de poder eluden los tribunales del país. No todo sigue igual porque Cristian está en cada río vivo de la Patagonia e, inmolado, perdura en múltiples acciones como el proyecto de reforma de la Carta Orgánica Municipal de San Martín de los Andes, que exige la creación de una defensoría del medio ambiente y la garantía comunal del libre acceso a costas de ríos y lagos. Dolor y justicia, transformados en movimiento socia, hacen perdurar en la memoria la figura de un joven que reclamaba el derecho a pescar en un río que lo vio nacer.

Javier Rodríguez Pardo