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miércoles, 30 de diciembre de 2009

MONSTRUOS VERDADEROS

Por Melissa Bendersky

Bariloche (Revista Al Margen).- Sería mejor si no pasara. Sería ideal que nunca hubiera pasado. Pero pasó, pasa y, a menos que todos actuemos, va a seguir pasando. Los abusos sexuales y violaciones, los ataques contra la integridad y la libertad, son parte de la realidad barilochense. Cometidos por gente querida dentro de las familias, o por extraños en la calle, en la montaña. Hace años que esta ciudad no es más “la Suiza argentina” y hace un tiempo también que dejó de ser “la capital de los lagos del sur”. ¿Cómo estarán planeando promocionar Bariloche? ¿Como “la Tijuana del sur”?

Es importante saber que una violación o abuso no tiene nada que ver con la sexualidad, sino que es un ataque a la libertad de otra persona, que involucra los órganos sexuales. Parece un juego de palabras pero no, la distinción tiene que ver con que el violador encuentra placer en dañar al otro. Para reformarse (si es que eso fuera posible) el agresor tiene que aprender que hay otra forma de relacionarse, tiene que hacer un cambio de conducta.
También es primordial que el estado, el gobierno y sus representantes se capaciten, progresen, evolucionen, porque una justicia lenta, prejuiciosa y parcial, no es.
Y es fundamental hablar, contar. Denunciar los abusos es la forma de detener al agresor y de empezar a encausar psíquicamente el suceso. Es importante saber que la vergüenza es del que ataca, y no de la víctima.
También es importante recordar que hay muchas formas de abuso (como por ejemplo, las violaciones en Bariloche, el caso del ginecólogo Focaccia en Neuquén, el caso de pornografía infantil que implica a los Runge, la denuncia de abuso de menores contra Gilio, el secuestro y la trata de personas asociados a la prostitución, los abusos sexuales intrafamiliares, etc).
Violadores
Para definir qué es una violación, nos sentamos a conversar con un médico forense. Leonardo Sacomanno ejerce esa profesión desde hace años para el poder judicial de Río Negro, además investiga, estudia e impulsa actividades y proyectos de ley para mejorar lo relativo a la investigación forense.
Hablando sobre violaciones y abusos, Sacomanno nos da una explicación concreta: “primero hay que aclarar que esto no tiene nada que ver con algo sexual, porque esto es un delito contra la libertad, lo que la ley está protegiendo acá es la libertad de uno a decir sí o no. Entonces tiene poco que ver con lo sexual, mejor dicho nada que ver, si bien lo que se ve afectado son los órganos sexuales. Pero se ven afectados, el perpetrador no lo está haciendo por un deseo sexual, sino que lo hace para agredir y para quitarle al otro algo tan importante como es la libertad“.
Pero ¿quiénes son los violadores? ¿Qué le pasa por la cabeza a una persona para violar a otra? Intentando responder estas preguntas encontramos el dato trágico de que, si hay que hacer un mapa de violaciones, los casos que más hay son los intrafamiliares. Esto quiere decir que una persona del grupo familiar es la que abusa sexualmente de otra.
Para tratar de entender un poco la mente de alguien que abusa de otra persona, entrevistamos a un psicólogo. Sobre los casos de violación o abuso intrafamiliares, Gastón G. detalla: “Estos son los casos más complejos porque esta persona -que tiene gran confianza en la familia- le dice a su víctima que no diga nada, que no le creerán, que si habla le pasará algo malo a alguno de sus padre, etc. La víctima vive con padecimiento y desde el silencio este tipo de cosas, primero con una gran confusión porque generalmente estamos hablando de una edad pre-púber o de latencia, donde el desarrollo sexual está en una etapa de "represión", y luego lo vive con vergüenza y culpa. Esto irá tomando fuerza a medida que la persona crezca. El costo psíquico del silencio se termina pagando muy caro, como todas las cosas que se silencian y no se hablan. En muchos casos también alguien de la familia puede llegar a saber esto, pero es cómplice en el silencio”.
Respecto al perfil psicológico de un violador, si es que eso existe, Gastón aporta buena información: “No hay parámetros con los que se puede generalizar el perfil de un ‘violador/ abusador’ ni, en realidad, de ningún tipo de características de la personalidad humana. En base a esto, lo que sí podemos decir es que dentro de la psiquis humana coexisten tres tipos de estructuras: la neurosis, la psicosis y la perversión. Se podría llegar a decir, a arriesgar, que un violador respondería a la estructura perversa. La estructura perversa tiene que ver con una importantísima falla en la salida del complejo de Edipo. El perverso es un sujeto que tiene poco de culpa, remordimiento, autocrítica, etc, maneja muy bien la manipulación hacia los otros. Y no se trata de la locura. Muchas de estas personas llegan a tener importantes puestos en la política y en la sociedad. Entonces, un violador o abusador podría responder a las características de la estructura perversa, lo que no implica que todo aquel que viole o abuse sea perverso”.
Aunque es muy distinto el caso de una persona abusada en la montaña o la calle, que el de una que padeció un abuso intrafamiliar, los efectos del ataque se sufren de modo similar, y como bien explica Gastón, “en todos los casos, el camino pasa por la denuncia. No hay que quedarse con ‘denunciar es al pedo, la justicia no hace nada’. Se trata justamente de dar a luz un hecho gravísimo, que en caso de ser silenciado por vergüenza, culpa, temor, etc, puede ser devastador para la persona en términos psíquicos”.
Para Sacomanno un violador “lo que necesita es quitarte tu libertad, realmente hay mucho sadismo. Por otro lado es gente muy inmadura, que no tiene capacidad para tener una pareja donde se tengan que satisfacer deseos de ambos. Entonces una violación es la relación de uno solo, con una persona a la que hace mierda pero también podría ser una gallina, un cordero, un conejo, cualquier cosa. Por eso la violación no tiene nada que ver con la sexualidad humana, sino que es una agresión donde están involucrados los órganos sexuales”.
La mayoría de los especialistas coinciden en que una persona que decide violar a otra no es alguien obsesionado por el sexo ni que viola buscando placer sexual. La violación para esa persona representa la forma de sentir sobre otro el poder de una dominación física total y de una humillación psicológica extrema. Por eso para el violador suele ser fundamental que la persona abusada esté siempre indefensa.
El doctor Sacomanno también hace un planteo respecto a la idea de castración química como una posible forma de controlar a los violadores. El forense grafica: “No es un problema de hormonas, el tema no es que el violador tiene mucho andrógeno, no es una persona excedida en testosterona, entonces, ¿qué le vas a castrar?”
Y si la castración química no es una solución y la cárcel común tampoco, ¿cómo tratar a un violador? ¿Cómo castigarlo? ¿Cómo impedir que reincida?
Sacomanno sigue aportando datos que pueden ayudar a responder estas preguntas: “Un violador es un mal bicho que quiere joder a otro. No son enfermos, hay muy pocos violadores o reconocidos como violadores que tengan una patología mental y que uno diga, bueno, ‘esto lo hace porque es enfermo’, no, lo hace porque su forma de ser es la de un mal tipo. Y tampoco es que una vez que está preso se hace el tratamiento adecuado, porque estar tras las rejas no le sirve para nada, el tratamiento tiene que incluir que el tipo aprenda que hay otra forma de vivir, que aprenda a respetar al otro. Tiene que, primero, reconocer que lo que hizo es una macana y eso es un trabajo que no se hace, el de reconocer que tu conducta es lesiva para otro y que vos estás jodiendo a otro, y sentir la culpa”.
Culpa. Los violadores no sienten culpa, ni reconocen que han violado, aunque pasen veinte años presos. De todas formas para un violador en Río Negro (no importa a cuánta gente haya violado ni que el daño que generó despierte admiración en la misma cuna de Lucifer), la pena máxima es de 15 años. Pero como cuando están presos los abusadores son personas tranquilas que tienen buena conducta, suelen tener beneficios, estar ubicados en los mejores lugares del penal, y además reciben reducciones de condena, aunque está comprobado que los violadores y abusadores suelen reincidir.
Sobre el castigo y la cura posible para esta clase de gente Sacomanno plantea: “estas personas generalmente después reinciden porque sólo estuvieron presos, privados de la libertad, pero no se hizo el tratamiento adecuado, y además se gastó un montón de dinero al cuete, porque tampoco son gente que digas que haya que tener en la misma cárcel que las demás personas, porque se comportan bien, no son personas que van a ser quilomberos dentro del ámbito carcelario, porque siempre van a agredir a alguien que no tenga posibilidad de defenderse. Los podés tener en una cárcel semiabierta, trabajando y lo demás, y sobretodo trabajando este tema de cambiar la forma de ser”.
Investigando sobre este tema nos reunimos con un estudio que ahonda un poco en el perfil psicológico y social que puede llegar a tener un violador. Lo primero que resalta es que, según este estudio, las personas que cometen un delito sexual no son, contra lo que comúnmente se cree, seres solitarios ni marginales, sino más bien lo contrario.
El trabajo lo realizó la trabajadora social María Eva Sánz en base a sesenta violadores y abusadores sexuales procesados y/o condenados por la Justicia Federal en distintas unidades penitenciarias de Capital Federal y la provincia de Buenos Aires.
En el estudio se detalla que casi la mitad de los detenidos entrevistados había dormido la noche anterior al delito junto a su mujer, después de dar las buenas noches a sus hijos. La mayoría tiene entre 21 y 35 años. Casi todos los violadores tenían un empleo fijo al momento de ser apresados. Tampoco suelen ser enfermos mentales. El estudio también informa que el 50 por ciento de las personas detenidas por violación realizó la escolaridad secundaria y universitaria, en tanto que cerca del 43 por ciento se crió en el seno de una familia con mamá, papá y hermanos. Casi el 62 por ciento de los detenidos por delito sexual nunca se alcoholizó y el 85 por ciento jamás consumió drogas. Y el 80 por ciento de ellos no tenía antecedentes penales por robo, estafas u homicidios.

Las víctimas
Sería mucho mejor que estas agresiones no existieran, que no hubiera abusadores ni violadores, que nadie tuviera que someter física y psíquicamente a otro para sentirse bien, pero por más que no nos guste todo esto pasa. Está pasando aquí y ahora. Así que aunque la temática no sea agradable, es mejor saber qué hay que hacer si una persona fue víctima de abuso o violación.
El doctor Sacomano explica: “lo que la persona tiene que hacer, que es lo mismo que cuando una mujer es golpeada por su pareja, es vencer la vergüenza, no tiene que tener vergüenza. Vergüenza tiene que tener el otro, el agresor. Después tiene que acudir inmediatamente –en la zona de Bariloche- al hospital Ramón Carrillo. Tiene que ir sin lavarse ni nada. Desde el punto de vista sanitario es importante que vaya rápido y desde el punto de vista jurídico es importante que vaya lo más pronto posible para que se puedan encontrar algunas cosas que luego permitan inculpar al presunto autor, o saber quién es el autor. Normalmente la señora -primero porque a veces nosotros somos deficientes en el sistema jurídico de condenar-, como pasa con otro tipo de delitos, dice ‘no, para qué voy a denunciar, a exponerme, si no va a pasar nada’. Pero acá en Bariloche, como tenemos un protocolo de atención, es importante que vaya, sobretodo por el tema sanitario, porque se va a prevenir de un embarazo no deseado, o de enfermedades graves como el sida, la hepatitis B, que son crónicas”.
¿Cómo funciona este protocolo de actuación en casos de violación o abuso? Sacomano describe que en los casos de violación: “es más importante la atención sanitaria que la médico-legal. Desde hace muchos años fuimos evolucionando, pensando en como atender mejor a la víctima y hoy en día hay un excelente programa implementado donde la persona es vista una sola vez por todos los actores que necesitan atenderla. Se atiende en el hospital, el primer objetivo es su atención sanitaria y ahí se hace también la pericia médico legal. En esa atención, en ese protocolo, se trata de recavar la mayor cantidad de pruebas posibles que permitan trabajar después judicialmente, pero fundamentalmente se busca proteger a la mujer de las posibles enfermedades que puede contraer en un hecho de esta naturaleza, de averiguar si estaba embarazada antes del hecho y si no, y hay posibilidades de que haya quedado embarazada, de tomar las medidas sanitarias necesarias para que el embarazo no se produzca, siempre y cuando ella quiera. Eso es lo más óptimo que se puede hacer, faltarían algunas cosas, pero realmente no hay muchos lugares en el país que trabajen de esta manera”.
Una de las cosas que no funcionan como deberían es la atención psicológica, que está prevista en el protocolo y en realidad debería ser la primera instancia de contención cuando la víctima llega al hospital, pero como en Bariloche el Área de Salud Mental está intervenida y colapsada por falta de inversión y presupuesto por parte del gobierno provincial, en la práctica la atención psicológica a veces no se da.
Sabiendo que aunque no nos guste, los abusos ocurren, consultamos al psicólogo Gastón Gelblung sobre qué se puede hacer para prevenirlos y qué hacer si ocurren: “Respecto a la prevención es importante dejar en claro a los chicos (a través de las escuelas, instituciones intermedias, etc.) y a su familia, que nadie tiene derecho a tocar su cuerpo si no se quiere; que siempre es importante buscar a alguien de confianza y contar lo que le está pasando (padres, vecinos, amigos, maestros); y clínicamente hablando, es fundamental trabajar sobre la culpa. Este punto es fundamental para atravesar el proceso de recuperación. Para ello, la denuncia es clave -más allá de que legal o jurídicamente no exista la respuesta esperada-, simbólicamente es importante por lo que implica para la persona y su familia. Denunciar es parte de encausar o tramitar psíquicamente este suceso. Hablar, contarle a alguien ya es una denuncia”.
Y otro motivo por el que es importante hacer la denuncia es que sino el estado no puede investigar. El Dr. Marcos Burgos, fiscal que lleva adelante la investigación de varios casos de violación e intento de violación en Bariloche, asociados entre sí por sospecharse que se trata de delitos cometidos por un violador serial que ataca en el oeste de la ciudad, explica: “Los delitos de integridad sexual son dependientes de instancia privada, lo que quiere decir que el fiscal no puede actuar de oficio, se investiga sólo si la víctima hace la denuncia. Por esto, y para tomar pruebas que después puedan inculpar al violador, y para prevenir enfermedades o embarazos es muy importante hacer la denuncia y presentarse lo antes posible en el hospital”.
Dentro de “Despertar”, un grupo que ayuda a mujeres que sufren violencia familiar en Bariloche, se abrió también un grupo de ayuda mutua para víctimas de violación, que funciona los miércoles de 17,30 a 19 horas. Las reuniones de ayuda a mujeres que sufren violencia familiar son los miércoles de 15 a 17 horas. Los dos espacios funcionan en el ex Hogar Gutiérrez (Moreno al 1400), y hay un número para emergencias, al que se puede acudir a cualquier hora del día: 02944-15591452.

La sociedad
El grupo de ciudadanos que se movilizó a raíz de los casos de violaciones y que generó la reacción (quizás obligada, pero cómo saber si la investigación hubiese sido la misma si nadie reclamaba) de autoridades judiciales, policiales y del poder ejecutivo, sigue movilizado y atento a la investigación. Expresan que: “hay que seguir reclamando y si un funcionario, sea el jefe de la policía, los fiscales, o quien sea, no pueden cumplir con su trabajo, bueno, que se retiren, que renuncien”.
La población de Bariloche no es la única que está preocupada por el desamparo en que se desarrollan estos casos de ataques sexuales. El 22 de septiembre de este año el diario El Cordillerano publicó una carta en la que oficiales y suboficiales de la Policía, que eligieron mantenerse en el anonimato, cuestionan el accionar de sus superiores, de los poderes ejecutivo y judicial en lo que respecta a los casos de violación. En la nota aseguran que “los numerosos casos de violación ocurridos en los últimos años podrían haberse evitado”, y sostienen que “el sujeto descrito por las víctimas está actuando en el área Campanario, lago Moreno, Los Coihues, desde hace por lo menos diez años”. Denuncian además falta de materiales de trabajo en áreas como Criminalística y Brigada de Investigaciones.
Para el doctor Sacomanno es una suerte que ahora el tema de abusos y violaciones se discuta más en Bariloche, “comienza a existir, que en esta ciudad no existía, la presión del pueblo. Que las presuntas víctimas, en este caso las mujeres, salgan a exigir cosas, es fundamental, porque los derechos se mantienen si son defendidos por quienes tienen que tener esos derechos. Y antes eso acá no pasaba, salvo contadas ocasiones, era ‘todo está bien’, ‘nadie se mete“.
El forense va un poco más allá en lo que respecta a las responsabilidades que tenemos dentro de la sociedad, quizás deberíamos tener la obligación de ser mejores, más amplios, más cultos, más justos, pero en todo caso esas exigencias quedan en el ámbito de lo personal. Ahora ¿qué pasa cuando un individuo, con un juicio y una moral particular, es quién juzga a otra persona? Sacomanno trae para ejemplificar un caso paradigmático de la justicia italiana: “es un fallo donde el juez no acepta que haya una violación, sino que dice que la muchacha -como tenía un pantalón muy apretado- estaba estimulando a que fuera violada. Eso no tiene nada que ver, el tema es un problema de libertad, de poder decir sí o no. De hecho en la última reforma del código, en el proyecto de la Dra. Carrio se aceptaba el delito dentro del matrimonio, pero no se llegó a modificar. Los tabúes existen y el que va a juzgar lo va a hacer de acuerdo a su ideología, por eso a veces el tema no es cambiar la ley sino cambiar quién aplica la ley. Si tenés jueces como este italiano que te estoy nombrando (y que entre nosotros también los hay), van a decir ‘y no, que se yo, está bien”.
El rol social es importante no sólo para prevenir, denunciar y exigir justicia. La sociedad también juega un papel importante en la ‘creación’ de abusadores. Gastón G. plantea: “Como sociedad sería interesante revisar qué estamos haciendo para producir cada vez más perversión en relación a renegar la ley*. En ese punto, somos una suerte de usina de producir sujetos perversos”.

El estado
Como en tantas otras situaciones, frente a los ataques sexuales y abusos, el estado se muestra ineficiente. Se presenta como un gigante ya muy viejo, excedido de peso y lento. Los delincuentes de toda calaña en cambio, parecen jóvenes, rápidos y atléticos.
La gente que se reúne solicitando justicia en los casos de violación, repite frente a quién quiera escucharlo cosas como que: “la policía trata mal a la víctima. Tratan a la persona atacada como si fuera la culpable, le hacen preguntas como ‘¿andabas desnuda por el bosque?’, ‘¿provocaste al violador?’, ¿qué preguntas son esas para una persona que acaba de ser ultrajada de semejante forma? Es más, hasta que nosotros empezamos a accionar, la policía ni quería tomarlo como una denuncia, trataban de disuadirte para que hicieras una exposición. Y se sabe que con una exposición no se abre una causa”.
Y hablando de la policía, el Dr. Burgos dijo que si bien se están siguiendo varias líneas de investigación y se ha avanzado mucho, "la prevención del delito la hace la policía". Con esto además subrayó que, desgraciadamente, aunque estén investigando eso no quiere decir que no va a haber más violaciones, sino que están intentando atrapar al o a los violadores. Para Burgos sería muy importante que haya detectives, grupos especializados de policías.
Los oficiales y suboficiales que escribieron la nota publicada por El Cordillerano reconocen que las autoridades de gobierno –no las policiales, dicen- han sugerido muchas veces “hacer silencio ante casos de este tipo, bajo el pretexto de ‘no generar pánico’. Esta situación, piensan, ‘se suma a una más preocupante aún: la actitud hipócrita y antiética de los jefes que conducen la Policía de Río Negro. Parece que nunca leyeron el lema “soporta y abstente”.
Impulsado por su iniciativa, Sacomanno realizó un aporte bien concreto a intentar mejorar la justicia en lo concerniente a casos de abuso sexual. Junto a un profesor de genética y un colega suyo diseñaron y propusieron una ley para crear un banco genético en Río Negro. Este banco permite tener un patrón genético de las personas, de esta manera si se comete una violación se puede cotejar el ADN obtenido como prueba, con las muestras que están en el banco genético, si el atacante es reincidente, se lo puede descubrir enseguida. Cuanto mayor sea el banco genético más efectivo es. Pero este proyecto, que no iba a costar demasiado dinero y sin embargo hubiera sido de tanta utilidad, nunca llegó a aprobarse. Los médicos tuvieron muchas charlas, ponencias, y reuniones con legisladores, pero (aunque todos decían estar de acuerdo) el proyecto pasó los 2 años en que está vigente durmiendo en algún cajón de la Comisión de Sociales de la Legislatura. Lo curioso es que, como relata el médico forense “ahora esos mismos actores dicen que están preocupados por el asunto, pero esa ley entró y no salió nunca de la comisión. Lo que se ve es la hipocresía, ahora dicen que se preocupan, creo que se preocupan para los diarios“.
El propio fiscal Burgos reconoce que la única forma de ver que en dos o más casos de violación el atacante es el mismo, es por medio de la muestra de ADN. Podríamos tener un banco genético que ayude a atrapar violadores pero en cambio hay que esperar que se los atrape “in fraganti”, o que alguna víctima reconozca a su agresor en rueda de reconocimiento (que los jueces no autorizaron más que en dos oportunidades).
Como sociedad tendremos que empezar a trabajar para ver cómo llegamos hasta acá y sobretodo, cómo empezar a ser mejores. Como individuos todos podemos aportar para que no haya más ataques contra la libertad y la integridad. Cada uno desde su lugar puede sumar algo.
La prevención y la información, el difundir nuestros derechos, son la primera opción para evitar los casos de abusos sexuales. Y si llega a ocurrir un caso en nuestra familia o grupo cercano lo primero es escuchar y ayudar a la víctima. Es importante hacer la denuncia por muchos motivos: para poder comenzar una causa penal y que el culpable sea sometido a juicio y reciba un castigo, y porque “denunciar es parte de encausar o tramitar psíquicamente este suceso”, y en cambio no denunciar un abuso puede ser “devastador para la persona en términos psíquicos”. También es importante denunciar y hablar del tema para que no le pase a otras personas.
Tenemos que recordar siempre que un abuso sexual es un ataque contra la libertad, y por lo tanto el que tiene que tener vergüenza es el abusador y no la víctima, tiene que tener vergüenza porque no logra relacionarse con otros sin lastimar, porque no logra entablar relaciones verdaderas, porque niega su verdad y porque no puede superar sus problemas psicológicos.

* Se refiere a la ley originada en el mito de Totem y Tabú. Para más información consultar textos de antropología, Lévi Strauss especialmente.