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lunes, 28 de junio de 2010

JUJUY CELEBRÓ EL INTI RAYMI

(Organización Barrial Tupac Amaru).- No hubo sol en el día del sol. Las nubes bajaban como mariposas desde los cerros azules. Y no hubo sol. O hubo, lo pusieron desde sus corazones los miles, miles de compañeros y compañeras que se llegaron hasta el templo para festejarse, para recordar su origen y el de los pueblos ancestrales. Y a pesar del frío fue fiesta en Alto Comedero. Miles de hermanos se sumaron para recuperar las costumbres ancestrales.
Y Milagro Sala, cuando llegó el momento de dialogar desde el mismo corazón de su pueblo en este nuevo año, pidió más justicia, exigió devolu¬ción de tierras, dijo no al desmonte, no a la contaminación del medio ambiente, y por sobre todo, compañeras, hermanos, debemos recuperar y practi¬car más nuestra cultura”.
“Creer en nuestra cultura en esta etapa que estamos viviendo, es volver a refundar nuestra energía, nuestro ser, nuestro sol”. Y más dijo Milagro Sala. Sus palabras bajaban desde la réplica de la puerta del Sol –y la luna. Hay energía cuando Milagro habla. Y habla de la tierra, no hay posibilidad de recuperar nuestra cultura sin tener la tierra. No podemos dejar, ser indiferentes ante el desmesurado desmonte, donde todos los árboles, que para nosotros son sagrados, son derribados. Hay que pararlos. Es derecho y deber nuestro, los que estamos aquí y todos los hermanos y no sólo de los pueblos originarios, sino de los que amamos y veneramos la madre tierra.
Inti Raymi La milenaria ceremonia andina fue celebrada en la réplica del templo sagrado de Kalasasaya en el barrio de la Tupac Amaru en Alto Comedero. Y tuvo una gran convocatoria, como naciendo desde la propia tierra, hermanos y hermanas se fueron llegando. Y la Tupac con todo su vigor en miles y miles. La ceremonia se inició en las primeras horas de la madrugada del lunes pa¬ra recibir los primeros rayos del sol al amanecer y renovar energías bajo el grito auspicioso de: Jallalla y Yasurupay.
El frío, la neblina no fueron im¬pedimentos para que la ceremonia del Inti Raymi, celebración de los pueblos ancestrales, y festejar la llegada del solsticio de invierno, y dar la bienvenida a un año nuevo de la comunidad aymara que vive su año 5518, y allí pi¬diendo como se pide al Sol, que nos traiga un año de buena cosecha, un año de armonía entre el hombre y la naturaleza. Eso se pide. Y también se pide realizando la ceremonia de agradecimiento a la Pachamama.
Para ello, Mama Quilla, amauta del Ta¬wantisuyo y heredera del saber, fue la que presidió la celebración junto a otros amautas, que realizaron ofrendas convo¬cando a los cuatro elementos: agua, tierra, aire y fuego. Los cuatro elementos fundamentales de la vida.
También participaron, además de Milagro y la Organización Barrial Tupac Amaru en pleno, caciques, dirigentes de diferentes comunidades originarias, mapuches, guaraníes, entre otras que vinieron a compartir la Fiesta del Sol, para fortalecer lazos andinos de los pueblos originarios.
El sonido de los pututos (instru¬mento andino de viento antiguo que sirve para convocar al pueblo) marcaba la sagrada celebración en la chacana del templo. Los maestros de ceremonia rela¬taban la historia del Inti, dios sol y siervo de Viracocha, el cual ejercía la soberanía en el plano divino (Hanan Pacha), una parte de la mitología incaica.

Dame tu mano, hermano
Desde hace siglos el Año Nuevo Aymara es una fiesta familiar durante la cual las personas se reúnen y acurrucan unas con otras alrededor del fuego a esperar el “renacimiento de la vida”. He ahí el sentido de esta vigilia, que por ahora invita a cobijarse en el centro del pueblo donde se desarrolla la fiesta, buscando calor humano entre la multitud. Mientras en un escenario hay shows musicales, en las fogatas cualquiera es bienvenido para compartir un mismo anhelo mirando el horizonte: que salga pronto el sol.
Es que el sol es el protagonista de la fiesta, el mismo que fue esperado a lo largo de los siglos –primero por los tiawanacotas y luego por los aymaras–, esperarlo para que los tocara con su primer rayo luminoso en el día más corto del año, dando inicio así a un nuevo ciclo de la vida.
Miles de asistentes fueron el marco de la celebración aymara, bandas de música, sikuris que comenzaron la celebración a la media noche del domingo mientras se realizaban los rituales previos al Inti Raymi.
Es fiesta. Es la fiesta. Se canta, se baila, se come, se comparte. Pero cuando está por salir el sol todo se detiene. Alrededor de las 7, los amautas, chamanes rompen el silencio protocolar e inician la ceremonia en la replica del templo de Kalasasaya, que venera al dios Sol, expresando sus primeras palabras de bienvenida y agradecimiento al astro rey junto al monolito.
Tras este primer acto sin público, los sacerdotes aymaras subieron al área ceremonial donde, arriba de una plataforma de sacrificios, la chacana, comienzan un rito ancestral que consiste en bailar en círculos mientras queman simbólicamente todo aquello negativo que deja el año anterior, a la vez que elevan plegarias de esperanza para el que viene.
Es entonces cuando el primer rayo llega desde el firmamento y atraviesa la Puerta del Sol, el monumento más importante de Tiawanaku, un calendario que marcaba los dos solsticios y los dos equinoccios del año. Y fue construida precisamente allí, con una cuidadosa orientación, justamente para que el primer rayo de sol del primer día del invierno pasara por el lugar.

Eso se festejó en el Alto Comedero
Estaban allí muchos de los hermanos y hermanas que participaron en la Marcha de los Pueblos Originarios. Una marcha histórica y también fundacional para la unidad de todos los pueblos y palucha por sus derechos como naciones.
Y quedamos en la imagen de Milagro y de esos miles de hermanos y hermanas que han comenzado, no sólo a recuperar el pasado, la cultura, sino ganar futuro. Y Milagro pidió más justicia, exigió devolu¬ción de tierras, dijo no al desmonte, no a la contaminación del medio ambiente, y por sobre todo, compañeras, hermanos, debemos recuperar y practi¬car más nuestra cultura”.
También se celebraron casa¬mientos y bautismos de acuerdo a rituales ancestrales.