El 19 de Mayo de 1977, Clarín explica en portada que la operación que le permitió quedarse con buena parte de Papel Prensa “se celebró a la luz pública y con el consentimiento previo y posterior del Estado a través de la más alta expresión de su voluntad, que consta en acta de la Junta Militar”. La nota se acompaña con la foto de los festejos entre Ernestina Herrera de Noble, propietaria de Clarín y Jorge Rafael Videla, presidente de facto.
El periodista Juan Gasparini afirmó que "hacían falta periódicos y revistas dóciles que se sumaran al concierto de la obsecuencia mientras detrás del escenario se consumaba la carnicería social, política y económica”. En su libro "El crimen de Graiver", Gasparini refiere así a lo que sería el operativo de asociación final de los tres grandes diarios argentinos – La Nación , Clarín y La Razón – con el Estado terrorista en la empresa Papel Prensa, el 18 de enero de 1977. El traspaso se realizó en un contexto particular: el de las recomendaciones hechas por la multinacional publicitaria Burson Marsteller a la dictadura para mejorar su imagen interna y externa.
Sobre este punto, Eduardo Blaustein dijo en una entrevista publicada en 2008 por el periódico El Argentino.com que “la apelación a las modernas destrezas de la prensa y las artes publicitarias puestas al servicio del Estado terrorista”, motiva a “revisar si fue tan medieval ese imaginario que solemos asociar con la idea de la última dictadura (…) o establecer ciertos nexos que van del liberalismo declamado de La Nación a su asociación con el Estado para hacer buenos negocios, o del actual multimedios Clarín al comisario Miguel Etchecolaz, que fue el encargado de torturar salvajemente a Lidia Papaleo, viuda de David Graiver, ya muerto en un misterioso accidente de aviación, última representante legal de la empresa Papel Prensa. En esas mismas sesiones de torturas murió Jorge Rubinstein, que había sido una de las manos derechas de Graiver”.
El trabajo de Gasparini, continúa Blaustein, “recuerda de qué modo Lidia Papaleo fue obligada, meses antes de su secuestro y torturas, a desprenderse de las acciones de Papel Prensa en una reunión celebrada el 3 de noviembre de 1976 en las viejas oficinas de La Nación de la calle Florida”. En el despacho de Bartolomé Mitre “estaban Patricio Peralta Ramos por La Razón y Héctor Magnetto por Clarín. Un maestro de ceremonias muy particular fue el abogado Pedro Jorge Martínez Saravia, quien durante algunos años había sido hombre de confianza de David Duddi Graiver. Para esta ocasión supo correr al otro lado, al lugar del ganador. No por nada Martínez Saravia era primo de José Alfredo Martínez de Hoz y socio en su estudio”.
La historia de Papel Prensa, “que arranca a fines de la década del ’60 en un típico contexto de apuesta al desarrollo y la sustitución de importaciones, incluye triangulaciones en tiempos de Lanusse, José Gelbard y David Graiver. Cuando el 11 de marzo de 1972 se adjudicó a Papel Prensa la construcción de una fábrica que produjera poco más de cien mil toneladas de papel se hablaba de un costo de 62 millones de dólares. En la memoria y balance del ejercicio cerrado a fines de 1975 se declaró que la inversión total había sido de 42.400.000 dólares. Según las investigaciones que se hicieron en torno del traspaso forzado que se hizo sin venia judicial, los grandes diarios pagaron apenas entre un 23% y un 43% del verdadero valor accionario que Papel Prensa tenía en tiempos de David Graiver. Ya para el 27 de septiembre de 1978, pasada la inauguración de la planta, con foto incluida del brindis entre Videla y Ernestina Herrera de Noble, la sociedad Clarín-La Nación-La Razón decía que la inversión total había sido de 180 millones de dólares”.
Papel Prensa era una sociedad que tenía la familia Graiver en un 75% y el Estado nacional en un 25%. Se había constituido, como dijimos, a fines de la década del ’60. De a poco se fue transformando en una planta importante en la zona de San Pedro y Baradero, fundamentalmente por la explotación del papel nacional y por la producción, principalmente de papel para los diarios. Hasta ese entonces había una enorme cantidad de papel que se consumía y se tenía que importar, cuestión que era bastante onerosa para los medios gráficos nacionales.
Si bien Papel Prensa era uno de los activos más importantes de Graiver, no era éste su único negocio. Entre agosto del 1976 y marzo del 1977, cuando la familia estaba liquidando sus activos, recibió algún tipo de oferta por parte de Clarín, La Razón y La Nación para comprar Papel Prensa. El ex secretario de prensa de la ex presidenta María Estatela Martínez de Perón, Osvaldo Papaleo, ratificó que “la tarde del día en que detienen a la mayoría de la familia, mi hermana, Lidia Papaleo de Graiver, asistió junto a Isidoro Graiver a una reunión con representantes legales y algunos miembros de los directorios de estas empresas para ver si se podía firmar una carta de intención para comprar la empresa. Esa noche son detenidos”.
La dictadura acciona contra el diario La Opinión, que dirigía Jacobo Timerman y del cual era propietario David Graiver. A su vez, un tribunal de guerra condenó a la familia Graiver en base a declaraciones arrancadas bajo tortura en el Pozo de Banfield y en el Puesto Vasco de Bernal. Dijo Papaleo: “Yo también soy detenido y paso nueve meses en el Puesto Vasco. La familia Graiver es blanqueada, al igual que Jacobo Timerman. Pero la familia queda detenida. Yo salgo a los nueve meses y me voy del país”. A partir de allí –sostuvo- “empezamos a intentar que la familia Graiver fuera juzgada por la Justicia Civil y no por la Justicia Militar. Luego los Graiver fueron incluidos en lo que se llamó el acta institucional, donde había muchos dirigentes políticos, por ejemplo Lorenzo Miguel, Jorge Taiana, Carlos Menem, entre otros. El acta significaba que uno perdía los derechos civiles y económicos (…) que todos los bienes de la familia pasaban a estar en manos de la Comisión Nacional para la Recuperación Patrimonial (Conarepa). Por lo tanto, el 75% de Papel Prensa pasa a estar en manos del Estado”.
A fines del 1978 se convoca a una asamblea para tratar el tema accionario de la empresa. En ese momento –finaliza Papaleo- “me reúno con el abogado de Clarín, Bernardo Sofovich, quien me advierte que se va a realizar una multiplicación de las acciones y la posterior cesión a Clarín, La Nación y La Razón. Con la multiplicación, las empresas se aseguraban la posición dominante por más que la familia Graiver recuperara sus acciones. De esa asamblea no pudimos participar, nos fue prohibido”.
Así Clarín y La Nación se quedaron con parte de Papel Prensa, con la familia Graiver detenida y juzgada por un tribunal de guerra de la dictadura. A partir de allí, ejercieron el monopolio de la venta de papel para diarios. Cuenta de esto dieron Julio Ramos en “Los cerrojos a la prensa”, fundador de Ámbito Financiero, y Héctor Ricardo García, que durante muchos años fue dueño de Crónica.