El Bolsón ( ANPP).- Compartimos la nota de opinión de una compañera:
Comencé a escalar en roca hace alrededor de siete años. Fue a partir de mi acercamiento a la escalada que también empecé a viajar, más lejos y por más tiempo, y a alimentar amistades con personas de todo el mundo. A vivir aventuras, a hablar otros idiomas, y sobre todo a sentir ese deseo de querer descubrirnos a nosotrxs como humanidad. De intentar comprendernos como humanxs. De vivir contradicciones y de estar dispuesta a ser desafiada por la vida. La escalada es para mí, lo mismo que cualquier otra actividad en la naturaleza: sólo una excusa. Una hermosa excusa para estar en el afuera con los seres que amo.
Mi intención al compartir estas palabras es invitar a cuestionar-nos. Invitar a reconocer en nosotrxs las estructuras que en nuestro proceso de sociabilización fuimos construyendo internamente. Estructuras en las cuales nos paramos cotidianamente para observar y juzgar el mundo y a lxs otrxs. Invitar a revisar-nos.
Vivir - y sufrir- la contradicción.
Crecí en una familia y sociedad machista, como probablemente todxs quienes estén leyendo estas palabras.
"Hay cosas que son de nenas, y cosas que son de nenes. Vos sos una nena, y no podés hacer esto". Palabras literales escuchadas en casa, la escuela, la calle. Grabadas a fuego en mi memoria y subjetividad.
Este comentario (como tantos otros similares), no es sólo peligroso por ser brutalmente sexista, sino que también establece el binomio niña/niño, dejando fuera cualquier identidad disidente.
Las montañas son para los fuertes. Los hombres, por supuesto. Y no para cualquier tipo de hombre: Es para los "machos".
Durante mi adoloescencia y juventud, fui víctima y victimaria. Fui reproductura de la lógica machista y violenta, siendo perpetradora de comentarios y pensamientos nefastos para conmigo y para con otxs.
Comencé a caminar por la montaña y a escalar en el muro, y la energía que se percibía en el aire, y que determinaba la manera de actuar, de relacionarse con lxs otrxs y con la naturaleza era la del "macho".
Mientras yo me quejaba y burlaba abiertamente de aquellxs con menos experiencia ( lxs "débiles" y lxs "inútiles"), yo era tratada como tal por otrxs.
Por mujer, por débil, por lenta.
Recuerdo sufrir ser juzgada. Recuerdo querer ser aceptada por quien yo era. Quería poder disfrutar la montaña y la escalada a mi manera, a mi ritmo. Ni ser la más rápida, ni la más fuerte.
Pero no podía. El "macho" era el parámetro que determinaba la manera de relacionarse con el medio y con lxs otrxs. Había que sufrir y no quejarse, había que dominar la naturaleza. La mochila más pesada, el grado en deportiva, menos fierros protegiendo la fisura.
Y aquí quiero hacer una aclaración: Para aproximarnos a la naturaleza, considero que debemos estar dispuestxs a experimentar esfuerzos físicos, mentales y emocionales. Cualquier actividad que en ella realicemos demandará un desafío para nosotrxs. Pero los desafíos serán diversos, dependiendo de nuestra experiencia, nuestras metas y nuestra voluntad. Todo puede ser enseñado, y todo puede ser aprendido. Y al contrario del "macho", que excluye, juzga y discrimina; creo que debemos sostener una actitud educativa, solidaria y de apertura para quienes estén interesadxs en iniciarse en actividades en la naturaleza.
Los supuestos, los esterotipos, los prejuicios.
Luego de sobrevivir a una relación violenta y abusiva y a un accidente de esqui; junto -y gracias- a mi familia y amigxs hemos logrado juntxs deconstruir algunas de las estructuras y mandatos sociales que nos atrapaban y nos quitaban libertad, en un proceso que reconozco como interminable.
Mis preguntas surgen a partir de los cuestionamientos que realizo a la sociedad machista y discriminadora en la que vivimos, a la lógica del "macho" como parámetro de aproximación a las relaciones humanas y con la naturaleza, al estereotipo de debilidad vinculado a la mujer y a la homosexualidad, entre otros…Y es aquí donde surge la pregunta disparadora de este artículo: ¿dónde están lxs escaladorxs homosexuales?
Invito a todxs a volver sobre su memoria y revisar en el presente, y que piensen: ¿cuántas escaladoras lesbianas conocen? ¿cuántas parejas homosexuales han visto en el pie de vía? ¿con cuántxs escaladorxs trans han tomado unos mates en el muro?
Personalmente, en los siete años que llevo escalando, y en todas las culturas y regiones que he visitado, sólo he conocido un puñado de escaladorxs que abiertamente se nombran lesbianas y bisexuales. Pero no he conocido ningún hombre homosexual que escale, y mucho menos otras identidades disidentes.
Entonces mi pregunta es: ¿hay diversidad en la comunidad escaladora? ¿somos reproductorxs del binomio hombre/mujer? ¿somos reproductorxs de la "normalidad"?
Estamos cargadxs de prejuicios. De estereotipos. Como individxs, como comunidad.
Y considero que la lógica del "macho" es la causa principal por la cuál no hay diversidad en nuestra comunidad.
De por sí, para nosotras como mujeres, esta lógica nos hace infelices, nos enfrenta unas con otras y nos obliga a adoptar una actitud machista (la cual personalmente no comparto y de la que no pienso volver a ser partícipe). Actitud discriminadora y violenta. Entonces, ¿cuál es nuestra responsabilidad como individuxs?
¿Cuáles son las características que consideramos hacen a un/x buen/x escaladxr? ¿por qué valoramos algunos aspectos más que otros? ¿por qué nos encerramos en los esterotipos? ¿por qué recurrimos a ellos? ¿nos dan seguridad?
Para romper con las lecturas limitantes que hacemos de la realidad, debemos primeramente estar dispuestxs. Debemos tener voluntad de cambiar. Debemos estar dispuestxs a bucear en nuestra subjetividad, a abandonar lo cómodo, lo conocido. Quedarnos desnudxs mirando el mundo, para construir junto a otrxs nuevas miradas. Nuevas maneras.
Cuando el chiste esconde maltrato
El chiste puede, muchas veces, esconder o no, de manera consciente o inconsciente, una doble significación, pero siempre condiciona nuestra realidad.
El chiste funciona a modo de escudo, detrás del cuál nos protejemos al arrojar nuestras opiniones fundadas en la ignorancia y el miedo.
El chiste también nos sirve como justificación al hacer comentarios racistas, homofóbicos, sexistas…Nos camuflamos (consciente o inconscientemente) en el chiste para no responsablizarnos por nuestras palabras.
El chiste esconde insultos. Al reírnos en voz alta de aquello que no conocemos, que no comprendemos, nos trae alivio, nos reconforta, ayuda a bajar nuestra ansiedad.
Reírnos no nos presenta desafío alguno; no nos hace falta realizar ningún esfuerzo para comprender la realidad. Simplemente la medimos con nuestra vara de "normalidad" y la juzgamos. Nos reímos, nos burlamos. Nos escondemos. Estereotipamos al otrx. Usamos el chiste como insulto, estigmatizando negativamente las identidades sexuales de otrxs.
"No seas maricón", "Dale, no seas puto", "llorás como una nena" ó "Mirá, si es una minita", son algunas de las típicas frases degradantes que escuchamos en un muro o pie de vía, vinculadas siempre a aspectos negativos y estereotipados: Debilidad, cobardía, dramatismo.
Nosotrxs desde la protección intocable de la heterosexualidad, le cerramos las puertas a otras identidades al mundo de la escalada.
Éste, es un mundo para los normales, para los fuertes, no hay lugar para los maricas. Quizás sí, y sólo tal vez, para las lesbianas marimachos.
No somos inclusivxs como comunidad. No permitimos que identidades disidentes ingresen a nuestro mundo perfecto, heterosexual y normado.
Debemos estar atentxs a nuestros comentarios, ¿qué nos hace reír y por qué? Debemos estar dispuestxs a poder desarmar el chiste y poder reconocer cuándo en realidad esconde maltrato.
Todxs tenemos aproximaciones diferentes al mundo. Lecturas diversas. Entramados de significaciones complejas, derivados de hábitos, experiencias, vínculos, sociabilización, encuentros y desencuentros. ¿Es la realidad una sola? ¿es una percepción? ¿ó es la realidad una construcción derivada de la perspectiva que elegimos para mirarla?
La responsabilidad es ineludible. El proceso ha comenzado y no podemos volver atrás. Vamos a escuchar el ruido. No vamos a poder evitar cuestionar nuestras lecturas limitadas de la realidad. Vamos a poder abrir nuestra mente y corazón. Vamos a poder romper las viejas estructuras que ya no nos pertenecen y que nos hacen infelices.. Vamos a poder construir algo nuevo, juntxs. Nuevas maneras, nuevos valores.
¡Viva la diversidad!